7/07/2015

Políticas públicas infames y criminales al pueblo mexicano


    
revoluciontrespuntocero.com


La estructura programática del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2016, es la confirmación plena de que el “gobierno” de Enrique Peña Nieto obedece instrucciones de intereses ajenos a los nacionales; de ser aprobado por la Cámara de Diputados tal como fue propuesto por la Secretaría de Hacienda, los graves problemas que padece la economía mexicana se habrán de magnificar y se entrará de lleno a una etapa de recesión de la que será muy difícil salir. Tal realidad se complicará aún más por un entorno internacional muy complejo, de acelerado estancamiento en la mayor parte del mundo, menos por supuesto en los países del llamado Grupo de los Siete, aunque sus pueblos están resintiendo ya los efectos de una desigualdad inducida por la injusta distribución de la riqueza.
Se pretende compactar el 25 por ciento de programas en áreas fundamentales para el desarrollo, como son el agro, la educación, la cultura y la salud. Esto con la finalidad de invertir menos recursos públicos, con base en la metodología hacendaria de “presupuesto base cero”, que finalmente sólo beneficiaría al sector financiero y a las grandes empresas monopólicas, que son las que tienen recursos suficientes para soportar los recortes presupuestales en sectores productivos. Así se comprueba que la política económica neoliberal no se guía por una lógica elemental que favorezca resultados positivos, sino que busca fortalecer condiciones favorables a los grupos oligárquicos, y particularmente los que controlan el capital financiero.
En la actualidad, luego de poco más de tres décadas de nulo crecimiento real, México requiere un nuevo rumbo económico que reduzca los riesgos de ingobernabilidad, cada vez más claros y dramáticos. Urge la implantación de políticas anticíclicas, es decir contrarias a las neoliberales, tal como las llevan a cabo, ellos sí sin ninguna restricción, los países del llamado Grupo de los Siete. En ellos es impensable la austeridad, el retiro de subsidios a la agricultura, a la educación y a la salud, porque saben perfectamente que son básicos para generar confianza, crecimiento y desarrollo. Entonces, ¿por qué se oponen firmemente a que los pueblos de la mayor parte del mundo puedan aspirar a un nivel de vida digno?
La respuesta es muy simple y a la vez difícil de comprender: el llamado Grupo de los Siete pretende la instauración de un Nuevo Orden Mundial basado en una división internacional del trabajo muy simple: ellos como beneficiarios y los demás países, principalmente los del llamado tercer mundo, como proveedores de materias primas y de mano de obra esclava. Para lograrlo necesitan crear condiciones específicas, con la complicidad de gobernantes espurios, inescrupulosos y corruptos, como así ha estado sucediendo desde que se puso en marcha el llamado Consenso de Washington, en el que se fijaron las nuevas reglas establecidas para alcanzar lo más pronto posible el sueño de apoderarse del mundo.
De ahí que, al paso de los años, la humanidad esté caminando en una cuerda floja cada vez más tensa, hasta desencadenar la nueva “guerra fría” en la que actualmente está metido el mundo. A este escenario obedece la crisis de Grecia y las duras presiones a México para que se siga hundiendo en el pantano creado por las políticas neoliberales. Cabe puntualizar que el Grupo de los Siete no pretende que Grecia salga de la crisis, sino apuntalar condiciones objetivas para que no vuelva a surgir un gobierno que se crea con derecho a buscar el bienestar de su pueblo y afianzar una soberanía que le permita tomar sus propias decisiones.
De eso se trata finalmente el conflicto con el gobierno de Alexis Tsipras, y de eso se trata también la firmeza con la que el régimen oligárquico mexicano impone políticas públicas infames y criminales al pueblo mexicano. Lo que importa a Washington es que México siga hundiéndose en la ciénaga del descrédito y que se profundice el divorcio entre gobernantes y gobernados. El camino más directo y rápido es el que ha seguido con firme convicción reaccionaria Peña Nieto, mismo que se resiste a seguir el primer ministro griego. Sin embargo, aun ganando el referendo del domingo, Tsipras será forzado a obedecer al Grupo de los Siete, o atenerse a las consecuencias. La única salida a esta terrible realidad contemporánea está en la alianza estratégica entre China y Rusia. No hay otra en el corto plazo.

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