Alo largo del periodo
neoliberal los distintos directores generales de Petróleos Mexicanos
(Pemex) –12 en total– sistemáticamente se negaron a detallar el destino
de la deuda contratada por la ahora denominada empresa productiva del
Estado, débito que creció de forma vertiginosa hasta convertirse en uno
de los factores que asfixió financieramente al consorcio público. En ese
lapso, miles y miles de millones de dólares se sumaron al débito de
Pemex, sin que ese aparente río de recursos repercutiera en beneficio de
la capacidad productiva de la empresa ni en su salud financiera. Por el
contrario, según crecía la deuda empeoraban drásticamente los otros dos
renglones citados.
¿Qué sucedió? La Auditoría Superior de la Federación (ASF) clarifica
el asunto: Pemex no ha ocupado totalmente la contratación de deuda de
largo plazo para invertir en sus activos productivos, que entre 2013 y
2017 disminuyeron su valor en 19.8 por ciento, que resulta de los
deterioros contables registrados y el desgaste natural de su planta
productiva, la cual no ha sustituido al menos a la par.
El excedente entre la deuda de largo plazo y los gastos de capital en
dicho periodo, detalla la ASF, los empleó Pemex para cubrir parte de su
gasto operativo y pago de intereses de emisión en los mercados
financieros, en virtud de que sus ingresos operativos no le resultaron
suficientes debido a los impuestos y derechos a los cuales está sujeto.
De las dos empresas productivas del Estado, resultantes de la
reformaenergética peñanietista, Pemex registró el endeudamiento más acelerado: de 2012 a 2017 pasó de 4.7 por ciento del producto interno bruto a 9 por ciento; la mayor parte (87 por ciento del total) fue por contratación de débito externo. El componente interno hizo el resto, situación que ha contribuido al deterioro de la situación financiera de la empresa, subraya la ASF.
Con base en los estados financieros dictaminados, la ASF identificó
que entre 2013 y 2017 el activo total de Pemex y sus subsidiarias apenas
se incrementó 4.1 por ciento, mientras sus pasivos totales registraron
un crecimiento cercano a 63 por ciento, y el patrimonio total aumentó su
déficit en 711 por ciento (de 185 mil 246.6 millones de pesos a un
billón 502 mil millones).
En el periodo referido el pasivo financiero de largo plazo contratado
por Pemex tuvo un crecimiento de 150.6 por ciento, mientras el de corto
plazo se incrementó 73.4 por ciento. De acuerdo con las estimaciones de
la ASF, entre 2013 y 2017 la contratación de deuda financiera por la ex
paraestatal fue de un billón 251 mil millones de pesos. En síntesis, se
endeudó para pagar intereses de la deuda, en un circuito eterno.
El problema se acrecienta cuando se conoce que Pemex no tiene la
exclusiva. La ASF explica que el saldo de la deuda bruta de la Comisión
Federal de Electricidad (CFE) creció de 133 mil millones de pesos (0.8
por ciento del PIB) en 2012 a casi 227 mil millones (uno por ciento del
PIB) en 2017, lo que, si bien representa un ritmo de endeudamiento menos
alocado que el de Pemex, también debilitó las finanzas de esta ex
paraestatal.
En los estados financieros dictaminados de la CFE dicho saldo más
otros pasivos ascendieron a 458 mil millones de pesos al cierre de 2017.
La diferencia corresponde al reconocimiento de intereses devengados de
deuda documentada, deuda de Proyectos de Inversión de Infraestructura
Productiva con Registro Diferido en el Gasto Público (Pidiregas) de
largo plazo y deuda de Productores Externos de Energía.
La
reformaenergética autorizó a Pemex y a la CFE a contratar financiamientos internos y externos sin requerir autorización de la Secretaría de Hacienda. Sin embargo, con base en la evolución de los saldos de endeudamiento y los resultados, la ASF considera indispensable una mayor vigilancia por parte de dicha dependencia del Ejecutivo.
Las rebanadas del pastel
Va un enorme beso, con su respectivo abrazo, para mi adorada Camila por su velita número 13.
Twitter: @cafevega
No hay comentarios.:
Publicar un comentario