Hernán Gómez Bruera
Desde un espíritu democrático no cabe sino celebrar que emerja un grupo opositor. México necesita una oposición y al propio gobierno le sirve tenerla. Intelectuales y políticos, además, están en su más pleno derecho de juntarse para manifestar sus puntos de vista.
Dicho esto, espero que los integrantes de la iniciativa #YoSiQuieroContrapesos no se sientan objeto de “descalificaciones, linchamientos y persecuciones” (como señalan en su primer comunicado) si este simpatizante de la 4T califica su actuación como un acto de frivolidad, una falta de oficio político y un ominoso fracaso.
Gran parte de esos mismos que hoy quieren verse como un “contrapeso” a López Obrador parecen olvidar que acaban de perder una elección de forma clara y contundente. Son en su mayoría quienes formaron el Frente, se sumaron a él o lo apoyaron (de forma pública o vergonzantemente).
La salida de este grupo al público ha sido criticada por figuras opuestas a AMLO, desde Javier Lozano hasta Juan Ignacio Zavala. En un artículo que no tiene desperdicio, éste último disparó: “Se sienten más inteligentes de lo que son, se dan más importancia de la que tienen y no parecen haber entendido por qué –ellos, precisamente ellos– dejaron de ser un contrapeso”.
El documento de 10 puntos presentado por este grupo no contiene una sola idea nueva, inspiradora o transformadora que dé rumbo a una nueva oposición. Intentan presentarse como demócratas, pero olvidan que su visión fue incontrovertiblemente rechazada en la última elección. Critican a la 4T por tener dificultades para procesar la pluralidad, cuando su propia pluralidad despierta una enorme carcajada.
Hace unos días Blanca Heredia escribía un sesudo artículo en el que alertaba sobre la notoria dificultad de las élites para tratar de entender lo que está ocurriendo en México desde el triunfo de Andrés Manuel López Obrador (https://bit.ly/2GzCasO). El grupo de abajo firmantes que promueve#YoSiQuieroContrapesos es el ejemplo más acabado de esa incomprensión.
Si estos cuadros se hubieran abocado a un proceso de reflexión, si acaso se hubiesen tomado la molestia de recorrer el país para tratar de entender lo que está pasando, uno podría tomarlos en serio. Para sus vacuos promotores, sin embargo, nada de esto es necesario. No hace falta crear una estructura nacional, recorrer el país, escuchar a grupos de ciudadanos o promover procesos deliberativos en el nivel local. Lo suyo es la holgazanería política e intelectual.
En el fondo, siguen pensando que basta con que unos cuantos representantes de las élites se sienten a tomar un café en el Emporio, a comer en el Four Seasons o cenar en Au Pied de Cochon para diseñar “la oposición que el país necesita”. Son la expresión más conspicua de la obcecación frentista que tan claramente mostró su fracaso.
Lo paradójico es que este grupo ni siquiera ha sido capaz de ponerse de acuerdo en cómo anunciarse públicamente. Han hecho el ridículo cuando el gobernador Corral dio a conocer a Reforma una serie de nombres que serían parte de esta iniciativa, para que tan solo unas horas después comenzaran a deslindarse los más sensatos: Juan Villoro, Aguilar Camín, Jorge Castañeda, Enrique Alfaro.
No me extraña, ¿cómo podría un hombre inteligente como Jorge Castañeda salir a abanderar una alternativa opositora cuando él mismo sabe que no ha sido capaz de articular la más mínima autocrítica frente a su papel como coordinador de la campaña presidencial del Frente?
Aglutinados en torno al presupuesto de Javier Corral y de unos cuantos legisladores, movidos por el dinero y los cargos, este grupo pareciera alimentar la fantasía de que las opiniones de la misma comentocracia de siempre puede bastar para formar una alternativa política al obradorismo.
¿Alternativa para qué?, cabría preguntarse. ¿Para que un grupo de políticos desplazados por las urnas aseguren su propia supervivencia? ¿Para que un conjunto de intelectuales públicos siga fantaseando con que un golpe de suerte les ofrecerá un atajo para alcanzar una posición de poder?
Lo triste es que estos hombres y mujeres –algunos de los cuales no han sido capaces de ganar siquiera una elección de condóminos en su vida– no sean capaces de dotar a su biografía un sentido más allá del poder. Varios de ellos harían un gran servicio a la patria y a sí mismos si fuesen capaces de dar un paso al costado, de darse cuenta que sí hay vida más allá de la política.
No cabe duda que el anuncio de este fin de semana es una gran desilusión para quienes alentaban la ilusión de una nueva opción opositora. Lo único que hemos visto es el regreso de los muertos vivientes, de los estertores del régimen del privilegio, de los zombies de una época que terminó; de los representantes de una idea cuyo tiempo pasó.
@HernanGomezB
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