▲ Las personas que viven con los internos de Islas Marías no están
satisfechas con su estancia en ese lugar, sostiene Francisco Garduño,
comisionado del Sistema Penitenciario, en entrevista con La Jornada.
Decidido, Álvaro se acercó hasta donde paseaba el visitante. “¿Tú quién eres?, preguntó con curiosidad infantil.
Soy Andrés Manuel López Obrador, respondió el aludido. El pequeño, de cuatro años de edad, no se inmutó, la respuesta no disipaba sus dudas, e insistió:
¿Pero qué haces?
Soy el Presidente de la República, explicó el mandatario.
¿Pero qué haces?, replicó el niño…
Pasmado ante lo que veía como una irreverencia ante la figura
presidencial, otro pequeño –unos años mayor– trató de exponer frente a
su compañero la relevancia del forastero: “Es El Peje, el Presidente de la República, el más importante”. Álvaro lo captó de inmediato y, sin dejar de ver al invitado, le dijo:
Entonces tú sí puedes, dame a mi papá, me lo quiero llevar, y si se porta mal yo lo regreso (al complejo penitenciario de Islas Marías).
La anédota es narrada por el comisionado del Órgano Administrativo
Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social del gobierno federal,
Francisco Garduño Yáñez. Tuvo lugar el pasado 17 de febrero, durante la
visita del presidente López Obrador a ese penal –ubicado 112 kilometros
frente a las costas de Nayarit, en el Pacífico mexicano.
La usa como una forma de ejemplificar que las pocas personas que
viven con los internos de Islas Marías (siete familias y 14 menores) no
están del todo satisfechas con su estancia en ese lugar.
El niño no es feliz, está por necesidad. Las madres de familia, las esposas, las parejas, están porque tienen voluntad o solidaridad afectiva. Sobre los derechos humanos de los internos están las garantías de los pequeños, y el Estado tiene que tutelarlos, dice en entrevista con La Jornada, para justificar que el próximo cierre definitivo de Islas Marías como centro de internamiento va más allá de motivos meramente económicos.
Adelanta que la clausura de ese complejo penitenciario será más
pronto de lo que se espera y se convertirá en un centro natural y
cultural que recibirá sus primeras visitas el próximo verano, con niños
de alto aprovechamiento académico.
Esta prisión representa un gasto anual de 727 millones de pesos.
Garduño Yáñez detalla que cada interno en este espacio cuesta 2 mil 800
pesos al día,
que es lo que se le da de beca a un universitario al mes, cantidad muy por encima de los entre 400 y 500 pesos diarios que representa mantener un recluso en cualquier otro centro penal federal.
Pero más allá de eso, la creación del centro natural y cultural
beneficiará a muchas más personas, por lo cual el esquema de
semilibertad para 647 detenidos en el archipiélago no se puede anteponer
al interés de miles más, dice.
En casi 114 años de operación, en Islas Marías fueron recluidos
aproximadamente 45 mil personas, mientras que con el espacio cultural se
espera recibir al menos 100 mil visitantes cada año, sobre todo niños y
jóvenes.
El costo-beneficio será para más población, que podrá disfrutar de ese territorio.
El funcionario reconoce que Islas Marías goza, como penal federal, de
las más altas calificaciones tanto de la Asociación Americana de
Correccionales (ACA) como de la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos.
Pero del mismo modo, afirma, otros centros federales de readaptación
social han sido evaluados positivamente por la ACA en el respeto a las
garantías fundamentales y a los estándares internacionales.
Todo nuestro sistema penitenciario federal está certificado por organizaciones internacionales. Mi concepto es la libertad.
Foto Jesús Villaseca
Emir Olivares y Dennis A. García
Periódico La Jornada
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