Andrés Manuel López Obrador tiene razón en establecer una clara distinción entre el discurso del
puebloy el de la
sociedad civil. Existen excepciones, desde luego, pero en general las organizaciones sociales que tienen el objetivo de
defender al puebloprovienen de una larga tradición de lucha social desde abajo y a la izquierda. En contraste, las organizaciones que se definen de la
sociedad civilsuelen tener una agenda más acotada impuesta por las reglas del financiamiento nacional e internacional para las organizaciones no gubernamentales (ONG). Algunas de estas ONG incluso empujan abiertamente una agenda de derecha en favor del mantenimiento de la desigualdad y los privilegios sociales.
El contraste entre la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE) y el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO)
constituye un excelente botón de muestra. Los combativos maestros de la
CNTE buscan fungir como un contrapeso al charrismo sindical y
la lógica neoliberal que ha capturado al sindicato oficial, el Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Quieren construir
un movimiento de masasy hacer realidad la promesa histórica de la Revolución Mexicana de lograr una
educación al servicio del pueblo. Su bandera incluye un puño en alto y las imágenes de destacados líderes magisteriales de izquierda, como Lucio Cabañas, Genaro Vázquez y Misael Núñez Acosta.
En contraste, el IMCO se define como una
organización de la sociedad civil apartidista y sin fines de lucroque busca
enriquecer el debate y la toma de decisiones de política pública, con evidencia y análisis riguroso, para avanzar hacia un México más próspero, incluyente y justo. En su página web, esta organización presume los financiamientos que recibe del Consejo Mexicano de Negocios, Microsoft, la Usaid, Banco Mundial y el Foro Económico Mundial. Su consejo directivo incluye a personajes como Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial; Claudio X. González, presidente de Kimberly-Clark México, y Jaime Serra, secretario de Comercio y Fomento Industrial con Carlos Salinas. El anterior director general del IMCO fue Juan Pardinas, ahora director editorial del periódico Reforma en su nueva etapa de agresivo opositor a la Cuarta Transformación.
Durante su conferencia de prensa en Palacio Nacional el martes
pasado, López Obrador de ninguna maneradescalificó en general a las ONG
ni insinuó que tendrían que ser prohibidas, expulsadas o censuradas. No
criticó a una figura jurídica o una forma de organización, sino que se
limitó a señalar que aquellas agrupaciones que utilizan la etiqueta de
sociedad civilsuelen ser
conservadoras. “Hasta los grandes consorcios promueven a la ‘sociedad civil’, es una bandera”, remató.
López Obrador también cuestionó la
apropiacióndel término de la
sociedad civilpor algunas organizaciones en particular, como si fueran las representantes de la sociedad mexicana en su conjunto. Existe amplia diversidad de formas de organización ciudadana, incluyendo sindicatos, partidos políticos, agrupaciones estudiantiles, frentes populares y ONG. Ninguna organización tiene el derecho de erigirse como la voz de todo el pueblo.
Frente a esta ubicación ideológica y cuestionamiento democratizador, se levantó un revuelo entre los amlófobos de
siempre. Se buscó descalificar a López Obrador como un líder
autoritario, adversario a cualquier forma de organización ciudadana.
Esta reacción sirvió para evidenciar la resistencia de organizaciones
como el IMCO a asumirse abiertamente como agrupaciones conservadoras de
derecha. Les importa mucho su imagen de ser supuestamente
neutralesy su desenmascaramiento les genera indignación y coraje.
Esta necesidad de simulación refleja una gran fortaleza de la cultura
política mexicana. A diferencia de otras latitudes, en México ser de
izquierdaes visto, en general, como algo positivo, y
conservadorcomo algo negativo. López Obrador puede presumir ser de izquierda desde Palacio Nacional, cuando Peña Nieto y Calderón jamás se atrevieron a presentarse como líderes de derecha.
También llama la atención cómo algunas activistas sociales y
organizaciones no gubernamentales de izquierda se pusieron el saco
frente a las críticas de López Obrador. En lugar de ejercer la
autocrítica y coincidir con el Presidente respecto del peligro de que la
bandera de la
sociedad civilsea apropiada por organizaciones de derecha, prefirieron sumarse a la ola de críticas desde la derecha a los señalamientos de López Obrador.
Ello constituye un error estratégico. En lugar de aliarse con el IMCO en contra de la supuesta
presidencia imperialde AMLO, estas organizaciones harían bien en aliarse con la Cuarta Transformación contra el saqueo, la violencia y la desigualdad de los intereses y las políticas neoliberales.
Samir Flores Soberanes, in memoriam, justicia ya.
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