2/25/2019

Santones de la ecología cuestionan el Tren Maya



El arquitecto Rogelio Jiménez Pons es un próspero empresario que cobró fama como artífice del complejo Tabasco 2000, emblema de la modernidad de la ciudad de Villahermosa. Sin embargo, el complejo no se libra de los efectos que ­ocasionan las graves inundaciones que sufre esa ciudad. Tabasco 2000, sus grandes centros comerciales, la Central de Abasto, los hoteles de lujo, la Colonia Petrolera, se fincaron sobre lugares que servían como vasos reguladores en tiempo de lluvia.
Ahora el arquitecto Jiménez Pons dirige el Fondo Nacional de fomento al Turismo, utilizado en sexenios anteriores para enriquecer a unos cuantos vía megadesarrollos que han destruido recursos naturales, especialmente en la franja litoral. Dicho arquitecto es responsable de uno de los proyectos más relevantes y cuestionados del actual sexenio: el Tren Maya para carga y pasajeros. Según la publicidad oficial, detonará el desarrollo social y económico del sureste. Con mil 525 kilómetros de extensión y 15 estaciones, comunicará a sitios estratégicos de Campeche, Tabasco, Yucatán, Chiapas y Quintana Roo.
De ese tren no se conoce el proyecto definitivo, pero sí la opinión de quien debe llevarlo a buen término. En una entrevista que le hizo Claudia Ramos, del portal Animal Político, Jiménez Pons sostuvo que es muy fácil decir de repente que no haya desarrollo. No podemos ser a ultranza conservacionistas cuando tenemos tanta miseria; tenemos que crear desarrollo y el desarrollo va a tener afectaciones al medio ambiente, obvio. Pero primero va la gente. No ganamos nada como país con tener jaguares gordos y niños famélicos; tiene que haber un equilibrio. Sí, tiene que haber jaguares bien comidos, pero con niños robustos y educados y capacitados. Ese es el tema: muchas veces va a implicar afectar el medio ambiente, pues remediemos las afectaciones.
Luego de aclararnos lo que es el desarrollo sostenible, agrega que “hay la completa y libre convicción de hacer las cosas bien. Nosotros no vamos a soslayar, porque hay una cosa que estamos muy confiados. Mucha gente dice: ‘Ya tomaron la decisión y ahora vienen a hacer la consulta’. Y digo, espérate. Por supuesto que ya se tomó la decisión, porque si no, no se podría hacer la consulta. ¿Sabe lo que cuesta una consulta para todavía iniciar con una duda sobre si lo hago o no lo hago? Discúlpenme, pero eso no existe”.
Y para los que no entendieron su proclama, remachó con que eso voltea la tortilla en términos ambientales y también sociales, porque son incluyentes. No se vale hacer ningún desarrollo si no tiene su zona de la gente más modesta ubicada dignamente en las cercanías de las áreas de producción. Para que, para que puedan ir a trabajar a pie. Hasta pedir limosna si hace falta, pero a pie.
Celebro la precisión del arquitecto al definir el proyecto que llevará bienestar y progreso al sureste. Censuro la forma paternalista de hacerlo. Me recuerda el viejo estilo de gobernar que tanto condena su jefe, el presidente López Obrador. Me indigna que califique al pintor y mecenas Francisco Toledo de santón de la ecología, por cuestionar el tren del progreso.
A ese santón se suman miles. En primer término, los pueblos originarios que edificaron mucho mejor que el arquitecto su Tabasco 2000: Calakmul, Chichén Itzá, Tulum, Cobá, Uxmal, Palenque... Todos esos santones deben ser los primeros en conocer y discutir, como ordena la legislación vigente, los estudios de factibilidad técnica, económica, social, ambiental y financiera del proyecto. Por razones muy simples: 1) el trazo del tren incluye áreas naturales de enorme valor; 2) requiere aportes financieros millonarios del gobierno y poderoso empresarios; 3) porque se deben evaluar los estudios de mercado y demanda del proyecto; 4) por afectar zonas arqueológica que exigen cuidado extremo, y 5) algo fundamental: medir los efectos sociales y los potenciales beneficios que ocasionará a la población.
¿Acaso el arquitecto Jiménez Pons, y principalmente el Presidente de la República, desean repetir con el Tren Maya lo que ahora ocurre con la termoeléctrica Huexca, en Morelos, Puebla y Tlaxcala?

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