En el caso de Petróleos
Mexicanos (Pemex), más allá de las corruptelas de la novela de terror,
el manejo financiero no fue malo, sino desastroso y extremadamente
dañino para la ex paraestatal y el propio erario de la República. De
siempre se conocieron los negocios turbios y el saqueo padecido por la
ahora empresa productiva del Estado, que deberían ser sancionados por
los mismos que metían la mano en las arcas de la petrolera. Los
enemigos, pues, dentro de casa y disfrazados de
funcionarios al servicio de la nación.
Aun así, uno de los reglones legales en los que se observa un
profundo y constante deterioro de las finanzas de Pemex es el relativo
al manejo de su deuda, el cual, en cuestión de tres administraciones
(dos panistas y una priísta), llevó a la empresa a una situación
verdaderamente crítica.
Con Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto en Los Pinos,
el saldo de la deuda de Pemex se multiplicó por siete (con el
consecuente crecimiento del costo financiero del débito), mientras se
desplomaban la producción de crudo, la inversión y el hallazgo y
explotación de nuevos campos petroleros. Paralelamente, la corrupción
galopaba libremente y el saqueo era el pan de todos los días.
Se menciona que fueron Enrique Peña Nieto y su pandilla quienes
clavaron la puntilla a Pemex, pero en los hechos y sin restarle su
respectivo mérito, los dos gobiernos panistas hicieron todo
para hundir a la empresa, siempre en aras de la privatización. Baste
decir que con esa tercia en la residencia oficial la deuda de la ex
paraestatal pasó de 315 mil millones de pesos a 2 billones 123 mil
millones (674 por ciento de incremento).
Ese es uno de los voluminosos paquetes que la modernidad
heredó al gobierno de López Obrador, sin olvidar que incluye la caída
en la producción de crudo, en los precios internacionales y el
desbarajuste en el sector petrolero en su conjunto. Una bomba, pues.
Ante este tétrico panorama, la nueva administración implementó el
Plan de Negocios de Pemex 2019-2023. Uno de sus objetivos es que, por
primera vez en una década, ningún proyecto de inversión será financiado
con emisión de deuda. Al mismo tiempo, se pretende reducir el creciente
endeudamiento,
debido a que desde 2013 la inversión financiada con deuda se incrementó considerablemente, alcanzando 77 por ciento de la inversión presupuestal en 2016. Luego, en 2017 y 2018, este indicador disminuyó como consecuencia de la menor inversión realizada por la empresa. No obstante, el endeudamiento de 2018 aún representó 32 por ciento de la inversión pública, de acuerdo con un análisis del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, del que se toman los siguientes pasajes.
Tal como advierte el citado plan, el acelerado crecimiento de la
deuda, combinado con el entorno de altas tasas de interés, ha provocado
un aumento del servicio de la deuda y presionado y ampliado el déficit
financiero, mismo que también se ha visto impactado por la caída de los
precios internacionales del petróleo. Estos acontecimientos han
ocasionado que desde 2009 Pemex haya registrado balances financieros
negativos, lo cual significa que la empresa lleva una década completa
con balances consecutivos negativos.
A partir de 2016 se observa un proceso de reducción de la deuda
contratada en pesos, pero no en endeudamiento externo. Ante este hecho,
Pemex plantea una serie de medidas para disminuir la deuda y aminorar
las elevadas cargas por costo financiero, situación que fortalecerá la
situación de la empresa.
Las rebanadas del pastel
Durante su campaña electoral, Enrique Alfaro, candidato
de Movimiento Ciudadano, prometió que,como gobernador de Jalisco, no
autorizaría
ni medio centavo de aumento en la tarifa del transporte público. Pues bien, ya despacha como gobernador y no sólo incrementó 37 por ciento la tarifa, sino ordenó golpear y arrestar a quienes reclaman por ello. Qué bueno que dijo ser la
alternativapara los jaliscienses. Congruencia ante todo.
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