Monedero
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Una
recesión es una disminución o pérdida generalizada de la actividad
económica de un país o región. Esta reducción de la actividad económica
se mide a través de la bajada, en tasa interanual, del Producto Interior
Bruto (PIB) real.
Es un decrecimiento de la actividad económica durante un periodo de
tiempo. Oficialmente se considera que existe recesión cuando la tasa de
variación anual del PIB es negativa durante dos trimestres consecutivos.
La recesión económica es la fase del ciclo económico en la que la
actividad económica se reduce, disminuye el consumo y la inversión y
aumenta el desempleo.
La gráfica es
muy clara, para el primer trimestre de 2019 el PIB tuvo una disminución
de 1.2 por ciento respecto al mismo trimestre del año anterior, pero
también se observa que los primeros trimestres del periodo de 2005 a
2019 (14 años) se caracterizaron por su bajo crecimiento; debido en
buena medida a que es el inicio de una nueva administración y todo lo
que eso conlleva. Este inicio de gobiero no es cualquier cambio, es un CAMBIO,
subrayado y con mayúsculas. En la toma de posesión del presidente
Andrés Manuel López Obrador, se anunció como el fin del neoliberalismo y
el inicio de una 4T (cuarta transformación del país), en síntesis, esa
es su propuesta de Gobierno para los próximos años y hacía allá ha
encaminado sus decisiones.
Sin embargo, periódicos como el Wall Street Journal ponen en una de
sus cabezas que México va en camino a una recesión económica; las
agencias internacionales están en la misma tesitura; lo mismo algunos
periódicos del país y desde luego su comentocracia.
¿QUÉ ESTÁ SUCEDIENDO?
El Fondo Monetario Internacional (FMI), considera que la
desaceleración del crecimiento económico de México es consecuencia de
“una subejecución del presupuesto, huelgas de trabajadores y escasez de
combustible”. Lo de huelgas y escases de combustible está tomando
literalmente del informe de Banco de México (Banxico), correspondiente
al último trimestre de 2018.
Según FMI persiste la elevada incertidumbre debido a la reversión de
ciertas políticas económicas, en particular en relación con las reformas
de energía y la educación”, asevera el Director para el Hemisferio
Occidental del Fondo, Alejandro Werner.
A menos de una semana de haber recortado su expectativa de
crecimiento para México, de 1.6 por ciento a 0.9 por ciento, el
funcionario asevera que “tampoco se han disipado las preocupaciones
acerca de la salud financieras y las perspectivas de Pemex”.
“El cumplimiento de la meta de déficit fiscal en 2019, junto con la
aprobación de un presupuesto prudente para 2020, será importante para
demostrar el compromiso del gobierno con la responsabilidad fiscal y con
una relación deuda pública / PIB que no aumente”. De antemano están
comprometiendo y sujetando a sus lineamientos el próximo paquete
económico.
En realidad, Banxico -que es bastante neoliberal y ortodoxo-, al
presentar su informe del último trimestre de 2018 fue el primero en
reducir la previsión de crecimiento para este año a un rango de entre
1.1 y 2.1 por ciento.
Para el mes de mayo este organismo baja su proyección de crecimiento
económico a un rango de 0.8-1.8. El punto nodal son las políticas de
gasto (austeridad republicana) y la política energética que es
prácticamente lo mismo. A esto se suma la desconfianza de la iniciativa
privada que ha sido muy cautelosa y contrajo sus niveles de inversión.
También financia organizaciones civiles y sindicatos que se amparan
contra la Reforma Laboral, en una palabra, hace labor de “zapa”. Estos
son los verdaderos “contrapesos” del proyecto de la 4T, lo demás es lo
de menos.
¿Y cómo anda la economía de bolsillo? Esa es la que en última
instancia cuenta, y cuenta mucho. Se logró disminuir la inflación que se
come al salario y se aumento el salario real (poder adquisitivo), sin
reducir empleos. Datos duros: 16 por ciento de aumento salarial (en
algunos casos 100 por ciento); 3 por ciento de aumento en el salario
real; el precio de la canasta básica pasa de 5.6 en 2013 a 3.4 para 2019
(primeros semestres, fuente: Inegi).
Se logra romper con un paradigma neoliberal muy trágico: “aumento de
salarios = aumento inflación y desempleo”. Se aumento el salario, la
inflación no creció y tampoco el desempleo. ¡Sí se puede!
*Economista especializada en temas de género
Twitter @ramonaponce
Foto de Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | Ciudad de México
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