Carlos Bonfil
Distrital, ahora en su novedosa aventura en línea, suma más plataformas
al propósito de difundir y preservar el cine de autor, así como el
patrimonio fílmico nacional y mundial. Arriba, fotograma de la cinta Amor, de Roberto Rossellini, de quien la Cineteca Nacional exhibe una retrospectiva
¿Cuánto tiempo dura en
México un festival de cine realmente alternativo, radicalmente distinto
del que ofrecen, como entretenimiento masivo, las grandes cadenas de
exhibición? La respuesta es azarosa. Aún se recuerda la experiencia
formidable que significó el FICCO (Festival Internacional de Cine
Contemporáneo de la ciudad de México), con seis ediciones, entre 2004 y
2009, que fueron seis programaciones temerarias de lo más novedoso en la
creación fílmica del momento. Apuestas que eran retos para la
resistencia del espectador, pero sobre todo asaltos a su imaginación,
como Al oeste de las vías, de Wang Bing, con su duración de
nueve horas. O las películas de Lav Diaz, Apichatpong Weerasethakul,
Pedro Costa o Philippe Garrel, entre muchos otros cineastas apenas
conocidos en México en ese momento, y cuyas obras no tenían presencia
alguna en la cartelera comercial y muy escasa en el circuito cultural
universitario, a pesar de su evidente reconocimiento en festivales
internacionales.
La breve experiencia del FICCO cambió por completo ese panorama de la
exhibición alternativa, y su desaparición dejó secuelas significativas
(FICUNAM en la ciudad de México o el Festival Internacional de Cine en
la Riviera Maya). La sexta edición de Distrital retoma hoy la aventura y
se sitúa, una vez más, en las antípodas de los gustos dominantes,
añadiendo a esa experiencia la novedad de presentarse como un primer
festival en línea con buena parte de su programación accesible a través
de diversas plataformas digitales. La idea de prolongar la exhibición de
cine de autor a través de Internet es atractiva, sobre todo si se
piensa en la escasez notoria de espacios para disfrutar en México de
dicho cine, de la incipiente red de cine-clubes que no termina de
consolidarse, y de los pocos días que dura un festival, con
programaciones que exceden 100 títulos, sin que haya espectador capaz de
ver en ese tiempo siquiera una cuarta parte de lo programado.
Un festival en línea, con el perfeccionamiento de la conexión
correspondiente, es una idea estupenda que bien podría agilizar la
circulación de películas de calidad y ser un contrapeso más a la
dinámica del comercio informal que actualmente, y de modo irónico, sigue
formando audiencias. Es sabido que una parte considerable del llamado
cine de arte se consigue a precio muy económico por la piratería, y
también que el estreno de una cinta como Revenant: el renacido,
de Alejandro G. Iñárritu, puede romper récords de venta en los puestos
ambulantes varias semanas antes de su salida comercial. El fenómeno
parecería irrefrenable. Existen, sin embargo, algunas alternativas.
La primera de ellas es prolongar, mediante compras o
convenios, buena parte de la oferta de los festivales de cine a la
programación que a diario propone la cartelera cultural en México. Del
mismo modo en que el Festival Internacional de Cine en Morelia o el de
Los Cabos ofrecen una extensión de sus propuestas a las salas
capitalinas, de igual modo el FICUNAM o Distrital podrían mantener a lo
largo del año una presencia continua en el circuito universitario o en
otras sedes alternativas. Se podría asimismo reproducir la experiencia
que hoy propone Distrital y agilizar la difusión en línea de las ofertas
de los principales festivales fílmicos de México.
El resultado de una experiencia semejante sería diversificar al
máximo la promoción de un cine de calidad en nuestro país, romper de
paso con las inercias y rutinas que consisten en repetir en las sedes
alternativas lo que exhibe la Cineteca Nacional y tener una repercusión
continua de toda esa actividad tanto en Internet como en las redes
sociales.
Al respecto, la colaboración de la Cineteca Nacional y de la
Filmoteca de la UNAM son invaluables. No sólo seguirían cumpliendo con
su cometido de preservar y difundir el patrimonio fílmico nacional, con
una actualización constante de la novedad fílmica mundial, sino que ya
no tendrían que repetir pasivamente las ofertas más llamativas de un
cine comercial que dispone de sus espacios naturales en las grandes
cadenas de exhibición. Basta revisar la programación de Distrital esta
semana o atender a las nuevas propuestas de documentales en Ambulante,
para ver que existe cine alternativo en cantidad suficiente para que las
instituciones mencionadas sigan pro- poniendo, durante todo el año, una
programación novedosa y atractiva sin tener que depender del último
éxito comercial de moda para poder subsistir o para cumplir, de modo
cabal e imaginativo, con su irrenunciable vocación cultural.
Programación, sinopsis y sedes: www.distrital.mx
Twitter: @Carlos.Bonfil1
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