Periódico La Jornada
Hay en México muchos
ejemplos de personas que enfrentan poderes fácticos y económicos para
defender su dignidad, territorios, bienes y sus derechos humanos. Entre
ellos se cuenta la lucha y resistencia del líder nahua-otomí del poblado
Potros, Félix Monroy Rutilo, quien desde el pasado 5 de enero ha visto
intensificados los ataques en su contra por una de las dos minas de
hierro más grandes del país: el Consorcio Minero Benito Juárez Peña
Colorada SA de CV, filial de la multinacional minera italo-argentina
Ternium, de negro historial en el ámbito de los derechos humanos. Su
resistencia y lucha se enmarcan en el conflicto histórico y jurídico,
del que ya tiene conocimiento la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, entre los gobiernos de Jalisco y Colima, por el control del
territorio limítrofe, del que ya he dado cuenta en otras ocasiones (La Jornada, 18/1/14).
Para los nahuas que habitan la región los mensajes son claros desde
siempre, sea por la violencia y muerte que padecen, o por el despojo
sistemático de sus territorios: no volverse a parar, irse de allí, y
abandonar sus tierras y bienes. Sólo 16 valientes familias nahuas
decidieron quedarse en la Cuenca del Marabasco para continuar su vida,
su cultura y sus costumbres, y defenderse de las agresiones de los
caciques de Colima. Una de esas familias es la del indígena Francisco
Monroy Vital y su esposa, Dolores Sandoval, quienes tuvieron que subir
sus cultivos a una parte más elevada de la sierra del Mamey, asentándose
en el rancho denominado Potros. Uno de sus nietos es Félix Monroy
Rutilo, quien es el último y más aguerrido sobreviviente de esa numerosa
familia. Después de décadas de acoso, ataques y graves violaciones a
los derechos humanos de estas familias, poco a poco quedaron sólo dos
familias que se resisten a abandonar el predio Potros, por el afán de la
empresa de desplazar a los indígenas. Se trata de las familias de
Avelino y Félix Monroy.
Sin embargo, diversos hechos violatorios de derechos se han dado en
este largo conflicto provocado por la empresa. En 1985 ambas familias
fueron desplazadas de forma alevosa por personal del consorcio minero,
en coordinación con el gobierno municipal de Minatitlán, Colima (antes
El Mamey), a una fracción de su propio predio, al fondo de una barranca y
al poniente de un basurero del poblado minero. No conformes con ello,
en 1986 personal de la empresa asesinó a Avelino Monroy Sandoval, padre
de Félix, con lo que el poblado nahua perdió a su líder espiritual. Le
destrozaron la cabeza a pocos metros del fundo minero. Para el inicio de
la década de los 90, Félix fue detenido por la policía de Minatitlán,
Colima. Lo acusaban de la posesión de seis rifles de alto poder. En
prisión fue torturado y ultrajado, para luego liberarlo sin que pudieran
hallar responsabilidad alguna. Para 1997, Félix y el resto de su
familia fueron desalojados de los poblados La Piedra, Puertecito de Las
Parotas y Potros por la minera, con
autorizaciónde autoridades de Colima. La empresa les hizo casas en El Platanar para
pasar el rato. Al colapsar tres cortinas de retención de desechos, el 23 de septiembre de 2012 el predio sufrió la embestida de un gran alud de piedras, lodos y desechos minerales de Peña Colorada. Ninguna autoridad de Protección Civil de Jalisco o Colima llegó a auxiliar a las 20 familias afectadas por el siniestro. En 2013, Félix construyó con madera muerta de Potros un corral para un rebaño de 70 chivos que criaba. La minera, en contubernio con gente de Minatitlán, denunció a Félix ante la Profepa, en Colima,
por haber talado nueve árboles, acusándolo de ser el responsable del
cambio de uso del sueloen Potros.
Ese mismo año la empresa lo denunció ante la Procuraduría General de la República (PGR) en Manzanillo, Colima, por
despojara Peña Colorada del mismo predio. Ahora, en 2016, La Jornada publicó la invasión de la empresa al predio de 50 hectáreas del señor Félix, quien resiste por diversos medios para evitar que lo despojen de su parcela, en el ejido de Ayotitlán (9/1/16). Sabemos que la noche de ese 5 de enero esta minera allanó el predio y comenzó la destrucción de cultivos, árboles y cercos colocados hace más de 40 años.
La empresa optó por ir con todo contra Félix Monroy Rutilo. Se le ha
impedido ingresar a su predio, donde ha trabajado por más de 50 años, y
siete chivos de su rebaño murieron durante el violento operativo. Aunque
el poblado Potros desapareció, Félix logró salvar la posesión del
predio agrícola de 35 hectáreas, que ha sufrido el constante asedio del
gobierno de Colima, para darle a la minera Peña Colorada un espacio
libre de
indios rejegospara el negocio del hierro. En su incesante lucha de 50 años, sus principales aliados y defensores han sido su padre, Avelino, y su hijo mayor, Alejandro, quienes al morir asesinados le dejaron una pesada carga.
Al faltar ambos, y por ser analfabeta, un pequeño nieto suyo, hijo de
su hija, ha acompañado a su abuelo materno ante diferentes oficinas del
Ministerio Público, Profepa, PGR y demás instituciones que Peña
Colorada le ha echado encima, para forzarlo a desistir y abandonar su
territorio. Félix también se acompaña de ONG de Jalisco, y no podemos
dejar de reconocer el valioso aporte de la Unión de Pueblos (Indios) de
Manantlán, la Red Jalisciense de Derechos Humanos, y el Frente Regional
Pro-Manantlán y Cuenca del Marabasco, AC.
Félix sigue resistiendo, y los gobiernos de Colima y Jalisco deben
dejar de despojarle de sus bienes comunes, y garantizar sin reparo
alguno el pleno goce de sus derechos como integrante de una comunidad
indígena. Es lo justo.
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