11/09/2013

“No toques a mi puta”: un manifiesto de varones que no quieren perder privielgios genera rechazo en Francia


Un manifiesto de varones que se oponen a un proyecto de penalización de las personas que consumen prostitución despertó la ira de los sectores feministas abolicionistas en Francia, pero también de los propios sindicatos del trabajo sexual, por una vez unidxs detrás de una misma bandera. Un debate que también resuena en Argentina.

Por Angeline Montoya, desde Paris

COMUNICAR IGUALDAD- El título es voluntariamente provocador: “No toques a mi puta”. En su edición del mes de noviembre, la revista Causeur publica un manifiesto de los autodenominados “343 bastardos”, que reivindican su derecho a ser clientes de prostitución.

En medio de un acalorado debate en Francia luego de la presentación, ante el Parlamento, de una propuesta de ley que busca “reforzar la lucha contra el sistema prostituyente” y que prevé, entre otras medidas, penalizar a los clientes, esos varones consideran que cada uno tiene derecho de vender libremente sus encantos, e incluso de que le guste”. “Y”, agregan, “rechazamos el hecho de que los diputados dicten normas sobre nuestros deseos y nuestros placeres”.

Los “343 bastardos” hacen referencia a un manifiesto escrito en 1971 por Simone de Beauvoir y publicado en la revista Le Nouvel Observateur, en el que 343 mujeres afirmaban haber interrumpido voluntariamente un embarazo, en momentos en que el aborto todavía era ilegal en Francia. Una revista satírica, Charlie Hebdo, había preguntado entonces: “¿Quién embarazó a las 343 atorrantas?”, quedando para siempre el apodo de las “343 atorrantas”.

En realidad, los “343 bastardos” no son 343, sino 19 personalidades del mundo de la literatura, la farándula o el periodismo. Entre ellos se destacan el humorista Basile de Koch, marido de la principal opositora a la ley de matrimonio igualitario; la excéntrica Frigide Barjot; el escritor Frédéric Beigbeder, director de la revista erótica Lui; Richard Malka, abogado del ex director del FMI Dominique Strauss-Kahn, procesado en Francia por “proxenetismo agravado”; así como el periodista Eric Zemmour, asociado con la extrema derecha.

“Prorrogar una opresión”

El paralelismo entre esos “343 bastardos” y las 343 mujeres firmantes del manifesto de 1971 despertó la indignación general. “Las 343 ‘atorrantas’ pedían en su momento poder disponer libremente de su cuerpo, los 343 bastardos piden disponer del cuerpo de otros. Creo que no es necesario hacer otro comentario”, fustigó Najat Vallaud-Balkacem, portavoz del gobierno y ministra de los Derechos de las Mujeres.
“¿Qué filiación puede haber entre nosotras, las ‘atorrantas’ que reclamábamos la libertad prohibida de disponer de nuestro cuerpo y esos ‘bastardos’ que reclaman hoy la libertad de disponer contra remuneración y sin penalidad del cuerpo de algunas mujeres?” preguntó en el diario Le Monde una de las firmantes del manifiesto de 1971, Anne Zelensky, presidenta de la Liga del Derecho de las Mujeres. “En el primer caso, se trata de levantar una opresión, en el segundo, de prorrogarla. Y eso en nombre del mismo concepto: la libertad.”

La organización internacional Zeromacho, que reúne a más de 1.900 varones “comprometidos contra el sistema prostituyente”, recordó que la lucha por la abolición de la prostitución, “nos libera de un mandato que llevó a generaciones de varones a comportarse como ‘bastardos’. El hecho de que algunos sigan reivindicando ese machismo no los honra. Perpetúan así comportamientos degradantes y arcaicos.”

Un día después de que el manifiesto empezó a circular en las redes sociales nació el sitio 343connards (“connard” significa “forro”), con un enlace a la cuenta Twitter de cada uno de los 19 firmantes para enviarles una “palabra de amor” redactada de antemano: “Hola, ninguna mujer es tu puta, ¡forro!”.
Pero el manifiesto, una de las finalidades del cual era, de acuerdo a la jefa de redacción de la revista Causeur, Elisabeth Levy, “joder a las feministas”, no solamente provocó el enojo de los sectores  que militan por la abolición del sistema prostituyente.

“No somos sus putas” 

La propia portavoz del Sindicato del Trabajo Sexual (STRASS), Morgane Merteuil, ferviente opositora al proyecto de ley abolicionista y, en particular, a la penalización de los clientes, criticó a su vez un “discurso antifeminista” que pretende hacer creer que los clientes son “las pobres victimas de los progresos feministas”: “Mientras ustedes defienden su derecho de follarnos, nosotros defendemos nuestro derecho de no reventar”, opinó.

“Así que”, concluyó Merteuil, “no inviertan los papeles, y dejen de ponerse como víctimas, cuando su posibilidad de ser clientes sólo es una prueba del poder económico y simbólico del que disponen en esta sociedad patriarcal y capitalista. (…) No somos las putas de nadie, y mucho menos las suyas.”
De esa manera, la polémica logró el milagro de acercar dos posiciones que aparecen como diametralmente opuestas: el abolicionismo, postura oficialmente adoptada por Francia, y el reglamentarismo, elegido por países como Alemania u Holanda.

La oposición al manifiesto de los “343 bastardos” llegó incluso a incluir nombres tan improbables como la del Abate Grosjean, sacerdote de la diócesis de Versalles, y acérrimo opositor a la ley de matrimonio igualitario.

“Carne averiada”

Ante el revuelo que provocó la publicación del manifiesto, dos de los 19 signatarios retiraron su firma: el periodista y productor de cine Daniel Leconte afirmó que en realidad nunca había dado su autorización para que apareciera su nombre. Y el humorista Nicolas Bedos, que si bien ratificó que, según él, la prostitución es un medio necesario para resolver la “miseria sexual” de algunos varones y tildó a las feministas de “dogmáticas, ciegas y paranóicas”, no quiso que su nombre quedara asociado con los de Eric Zemmour o Basile de Koch.

Otros, al contrario, volvieron a ratificar su adhesión al manifiesto. Ante la pregunta de Patric Jean, portavoz de la organización Zeromacho, que le interrogaba durante un programa de televisión acerca de cómo un cliente puede estar seguro de no estar ante una víctima de trata, Gil Mihaely, director de la publicación de la revista Causeur contestó, negando que pueda haber un deber de ética de parte de los “consumidores”: “Cuando voy a un supermercado, tampoco puedo hacer la diferencia entre una carne averiada y una carne apta para el consumo. Para ello hay instancias. (…) El Estado tiene agencias que están para luchar contra las redes, para luchar contra las mafias.”

La propuesta de ley será examinada a finales de noviembre por el Parlamento y prevé, entre otras medidas, imponer multas de 1.500 euros a los clientes de prostitución, y el doble en caso de reincidencia, así como la obligación de asistir a talleres de sensibilización. El texto también prevé varias medidas de acompañamiento de las personas que deseen salir de la situación de prostitución y la entrega de permisos de estadía para las extranjeras indocumentadas.

De acuerdo a un informe de la comisión de Asuntos sociales del Senado, la prostitución dista mucho de ser una actividad elegida: el 80% de las personas en situación de prostitución en Francia son víctimas de trata y extranjeras, oriundas principalmente de Rumania, Bulgaria, Nigeria, Brasil y China.

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