5/31/2014

Lo femenino erótico/Lo femenino materno


Un escenario “natural” y afortunado: Una madre acerca a su bebé a su pecho. Lo amamanta, tiene el apoyo emocional y las circunstancias materiales indispensables para concentrarse en las demandas e intensidades del comienzo de una maternidad. Tan exacta es la leche materna en términos de cumplir las necesidades de un bebé, que el cuerpo femenino la produce al llamado de un hijo. No sólo son los beneficios del amamantamiento en términos de salud física; amamantar es –también- una manera de prolongar la simbiosis madre/hijo.


El seno y el abrazo materno arropan a un bebé que transitó del vientre materno, a un exterior desconocido. El bebé es un recién llegado al aire, a la luz, al ruido. Va hacia los otros. El seno de su madre, su leche, su piel, le dan la bienvenida  y le explican “las bondades” del mundo.  

“Aquí estoy, te hemos estado esperando. Fuimos  uno adentro de la otra,  es tan extravagante saber que ahora estás afuera.  Nos tenemos que acostumbrar, los dos, a esta nuestra nueva manera de ser. Eres otro, pegadito a mí y fuera de mí. ¿Cómo le hacemos para aceptar cada uno este primer momento de separación? Dicen que amamantar es lo mejor para los dos, y así lo siento. Dicen que en el amamantamiento es muy importante la manera en la que se va dando el destete. No de un día para otro, evitemos la sensación de pérdida.  Despacito, comenzar a mezclar el amamantamiento y el biberón. Vincularnos en toda intensidad, para ir aprendiendo  a  seguirnos separando”.

Amamantar es hermoso y sano, para la madre y para el hijo, ¿Alguien podría negarlo? Cuando amamantar es posible. Podríamos afirmar que esa manera de encuentro madre/hijo es lo más “natural”,  sólo que –para los seres humanos- hay  cantidad de condiciones  que tienen que darse, para que “lo natural” tenga lugar. Las realidades de muchísimas mujeres mexicanas son muy distintas a esos escenarios afortunados que cada una desearía. Un inmenso país inscrito en la diversidad, los abismos en el acceso a los derechos y a las oportunidades, a la información. Las madres se angustian, se sienten solas.  Trabajan en la casa y afuera, con horarios fijos que las colocan a kilómetros de distancia del lugar en donde otras personas cuidan a sus bebés. Corren de un lado al otro en sus dobles jornadas. Es cierto que las cifras del amamantamiento en México son muy bajas. ¿Cuáles son las razones de fondo? Las verdaderas, las que importan. ¿Qué apoyos materiales y emocionales reciben las mujeres que son madres? ¿Cuáles son las responsabilidades del Estado en el apoyo de esa función social que es –también- la maternidad?

¿Qué se juega en ese momento en que una mujer abraza a su hijo y lo lleva a su pecho por primera vez? Una entera historia de vida consciente e inconsciente. Hay un ideal del “amor materno incondicional”,  y  está  la realidad de las mujeres que son madres. Winnicott trabajó por años como pediatra y psicoanalista infantil,  atendió y escuchó a miles de niños, y a sus madres. Madres deseosas de relacionarse con sus hijos en los términos más amorosos, y sin embargo –con  frecuencia- llenas de dudas, angustias, desamparos, sentimientos de insuficiencia. “Las madres de la realidad”, solía decir. Winnicott acuñó entonces una frase solidaria y desculpabilizante: “La manera de ser una buena madre, es ser una madre lo suficientemente buena”.

En la maternidad, como en casi toda experiencia humana, los ideales existen: La Madre. La madre perfecta, la que siempre puede, la que ya sabe cómo, la heroica, la infalible.  Las mayúsculas no ayudan; tenderían más bien a paralizarnos. ¿Quién está a la altura de los seres y los haceres ideales? Somos nosotras,  abrazando a nuestros hijos, deseosas de hacerlo bien y temerosas de no lograrlo. Somos nosotras, cada una. Tan fuertes a veces, y tan cuchitas a veces, en resumen: tan humanas.

Amamanté seis meses a cada uno de mis hijos, ni siquiera se me ocurrió otra opción, esos encuentros que calificaría –en mi caso- de indispensables, fueron posibles porque no salía a trabajar con un horario, porque tuve –cada vez- el apoyo del padre de mi hijo, y me parece fundamental: en mi primer embarazo recibí el acompañamiento y la contención  de las parteras y de los grupos de mujeres embarazadas que nos reuníamos en la maternidad pública en la que nació mi primer hijo en París. Para cuando llegaron mi segundo y mi tercer hijo, yo ya había aprendido que nuestro íntimo diálogo de fusión y de amor traía consigo  lo que el bebé necesitaba para nutrirse. En términos físicos y emocionales. Narro lo que los servicios de la seguridad pública pueden y deben ofrecer a las mujeres:  confianza en ellas mismas, información y contención.  ¿Qué sucede con esa sensación de insuficiencia que vive una madre cuando le repiten: "Tiene hambre, no tienes leche suficiente, dale un biberón para "compensar"? "No gana peso, no lo estás haciendo bien", según me han contado mamás que no siguieron amamantando a sus bebés porque sentían que no tenían "con que".

Una mujer necesita confiar en que su leche es buena, sana, y suficiente. En ese sentido, las campañas para promover la lactancia son indispensables; como es indispensable el apoyo emocional para las madres en los hospitales en donde nacen sus hijos, y  llevar a la realidad los derechos de las madres  a contar con una guardería en su centro de trabajo y a que se respeten sus horarios para el amamantamiento.  Y cambiar ciertos mapas mentales: si un bebé tiene hambre cada tres o cuatro horas, su madre tiene una subida de leche en esos exactos momentos,  sería bueno –entonces- que como sociedad, aprendiéramos a considerar el amamantamiento en espacios públicos, no como un acto “impúdico”, sino como lo que es: un bebé alimentándose y conversando con su madre.


La primera fase de la campaña para promover la lactancia lanzada por la Secretaría de Salud generó una oleada de  molestias.  El slogan: “No le des la espalda, dale el pecho”, es casi un juicio sumario. ¿Culpabilizar a una mujer le ayudaría en el proceso de amamantar? Las mujeres que amamantan necesitan apoyos que sucedan en la realidad.  La campaña ofendió a una parte de la población  que cuenta ahora con vías para manifestar su descontento. ¿A quién está dirigida esa campaña? La respuesta de su creador ya está más que discutida: “A las mujeres que temen perder la forma de sus senos”. De un reduccionismo alarmante.

Leí  la columna de mi amigo Joel Hernández, en estas páginas. Un muy buen texto en pro del amamantamiento, hasta que en algún momento de la lectura ya no entendí bien. Retomo algunas frases, que creo, podrían llamar al malentendido. ¿Quizá no nos hemos explicado bien quienes rechazamos los modos de la campaña? Escribe Joel: “Spots mostrando madres famosas… el mundo se vino encima a sus promotores porque ellas exhiben allí sus potestades. Sus pechos. Sus recónditas zonas alimentarias”. ¿El problema de la campaña – para quienes no la apreciamos- es que las mujeres muestren sus senos? ¿O más bien que las imágenes no tienen nada que ver con la lactancia y con la diversidad de las mujeres mexicanas que la viven y/o quisieran vivirla? No hay ni bebés, ni amamantamientos en escena.

Los senos existen en tanto que objeto erótico y en tanto que objeto materno, la campaña eligió mostrarlos en su función erótica. ¿Es un atentado a las “buenas costumbres”? No, es bastante inadecuado y muestra que la campaña está dirigida a una porción muy reducida de la población: las mujeres que temen “estropear” sus senos; de allí  que los publicistas sintieran la necesidad de “probarnos” que semejante cosa no sucede y si sucede “tiene remedio”.  Ah, ¿y ese será el punto?  De paso ¿no están reforzando la idea- para quien la tiene- de que sería una catástrofe el cambio en la forma de los senos?

No, los senos no tienen nada de “recóndito”, (entiendo que es una ironía) y la mayoría de las mujeres andamos por el mundo muy encantadas y agradecidas por ellos y bien contentas de mostrarlos/medio mostrarlos/velarlos/develarlos, en donde así lo elegimos. No veo por qué una mujer no posaría desnuda anunciando lo que quiera, si esa es su elección. Lo femenino erótico “llama y vende”, es un hecho, sólo que acá era una campaña para abrazar la lactancia. La campaña crea –entre otras cosas- una confusión de lenguajes: hay momentos para el erotismo (en su sentido de sexualidad), y momentos para el vínculo madre/hijo (con una carga “erótica” en tanto que aliento de vida, que también está) Un ejemplo de la confusión de lenguaje, es la prohibición no escrita de amamantar en los espacios públicos que todas las mujeres que hemos sido madres conocemos: “Nos parece obsceno, porque no somos capaces de separar la función erótica, y la función materna de los senos”, quienes crearon la campaña, tampoco supieron hacerlo.
Joel escribe: “Mujeres organizadas en defensa de mujeres…pusieron el grito en el cielo: la crítica férrea comenzó porque la exhibición de las famosas no tenía que ver con las mujeres de a pie y se les mostraba como ‘objeto sexual’”. ¿No sería necesario que una campaña dirigida a millones de mexicanas, muestre la diversidad de mujeres que conforman la población mexicana? Distintas edades, estructuras físicas, colores de piel,  clases sociales. ¿O tenemos que recibir desde las instituciones públicas los mismos estereotipos femeninos que nos ofrecen las televisoras privadas? ¿Se pueden promocionar con los mismos principios las cremas  -con mercados muy específicos- que la lactancia?

Joel: “Están en su derecho de inconformarse públicamente y de decir que ‘ellas no son objeto de deseo’. Vamos por partes. La expresión “objeto sexual” tiene dos significados: “objeto”, en tanto que espacio de inversión del deseo sexual, y “objeto” en el sentido de cosa. Casi todos los seres humanos deseamos ser “objeto sexual”,  en donde elegimos y anhelamos serlo. Lo que casi ningún ser humano quisiera, es ser cosificado. Un ejemplo: una mujer acaricia el pene de un hombre en una relación consensuada, o: una mujer jalonea el pene de un desconocido aprovechando la hora pico del metro, son escenarios muy distintos. En cuando a que grupos de mujeres hayan dicho: “que ellas no son objeto de deseo”, me parece un inquietante deslizamiento en la interpretación de los términos. ¿Qué hombre o mujer podría hacerse semejante Harakiri? ¿Quién no quiere ser objeto de deseo de su a la vez, objeto de deseo?
Los senos con implantes en las imágenes también han sido motivo de controversia. ¿Es un ataque a las mujeres que deciden operarse? Cada ser humano tiene derecho a transformar y re-crear su cuerpo a como quiera, lo que no se entiende, es ¿por qué los implantes estarían presentes en modelos de una campaña que llama a las madres recientes a identificarse con ellas? Muy confuso.  Y concentrándome ya en la función erótica de los senos: ¿La Secretaría de Salud del Distrito Federal anuncia que pagará los implantes para las mujeres impactadas por la campaña? ¿O cuál es el mensaje? ¿Y si después de amamantar mis senos no se ven a como me los muestran, corro el riesgo de no ser ya “objeto de deseo”?  ¿Nuestros senos sólo son deseables si tienen esa forma exactita y definida? ¿Qué se supone que son el amor y el deseo? ¿La Secretaría de Salud promueve – de manera involuntaria, claro está- una operación para mantener nuestros senos inscritos en su función erótica (de una manera estereotipada), a pesar de que los implantes en la mayoría de los casos, llevan a las mujeres a una pérdida de sensibilidad en una de sus más importantes zonas eróticas?
Amamantar es "natural", sí y no, dado que los seres hablantes estamos atravesados por la subjetividad y por nuestras circunstancias bien concretas.  Una madre que abraza a su hija/o, también necesita ser abrazada. Para dar amor, necesitamos recibirlo. Para proteger, necesitamos sentirnos protegidas.  Lo “natural”, necesita ser humanizado.

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