Cuando
muera, mis amigos quizá escriban en mi tumba: “Aquí yace un soñador”, y
mis enemigos: “Aquí yace un loco”. Pero no habrá nadie que se atreva a
estampar: “Aquí yace un cobarde y traidor a sus ideas”.
Ricardo Flores Magón
Compañero:
Le escribo en relación con su texto titulado “Flavio Sosa (México) y Camila Vallejo (Chile) y el salto del movimiento social a la diputación”,
que fue publicado el día 19 de noviembre en el sitio Rebelión.org, y
posteriormente en el blog de Mujeres por la Democracia y otros medios.
Usted
dice que la gran asamblea de la APPO de 2007, en la que dice haber
estado presente, consideró una traición “usar un movimiento social y
acuerdos en ´lo oscuro´, como escalón para luego ocupar un cargo
político” y que en función de ello “emplazó de expulsión a Flavio si
aceptaba la candidatura y la diputación. Dado que en ese momento la
APPO había sido violentamente reprimida y casi destruida por el
ejército y la policía del gobierno de Vicente Fox-Felipe Calderón,
Flavio prefirió la diputación”.
En primer lugar, en 2007 ni fui
candidato, ni recibí ofrecimiento alguno para participar en la elección
legislativa de ese año. Ignoro a qué asamblea haya usted asistido, pero
todo 2007 permanecí encarcelado, acusado de delitos que no cometí,
producto de un proceso judicial viciado, procesado con base en
declaraciones falsas de supuestos testigos que nunca existieron, justo
como recurso de la alianza perversa entre el gobernador Ulises Ruiz y
el presidente Felipe Calderón para intentar desmantelar la rebelión
popular iniciada en Oaxaca en 2006. Así, es simplemente absurdo
plantear que en 2007 la APPO me haya emplazado a nada por ninguna
candidatura. Porque, insisto, en 2007 nunca estuvo sobre la mesa
ninguna candidatura.
Tampoco tengo noticia de que en alguna
gran asamblea de la APPO se me haya amenazado con expulsarme en caso de
aceptar una candidatura. La última asamblea de la APPO (sin tomar en
cuenta la rearticulación bajo las siglas FUL-APPO, a partir de 2012),
hasta donde recuerdo, fue en 2008, cuando oficialmente pasé la estafeta
como consejero a otros compañeros. Por ello tampoco es posible pensar
que se refiere a que una gran asamblea me haya emplazado cuando fui
candidato, en 2010. Porque para entonces ya no existían las grandes
asambleas de la APPO, ni instancia alguna que a su nombre pudiera dar
autorización (¿¿??) para asumir o no una candidatura.
Jamás usé
a ningún movimiento social, ni acuerdos “en lo oscuro” para ocupar
ningún cargo. Por el contrario, fueron públicos los sucesivos rechazos
partidistas a que yo participara como candidato en la coalición
electoral de 2010 ––que terminó con casi un siglo de gobiernos
priistas, en lo que, desde mi perspectiva, tuvo muchísimo que ver la
rebelión appista de 2006––. ¿Cuál fue el argumento de los distintos
dirigentes partidistas para negarse a registrarme como candidato? ¡Por
supuesto! Haber participado en el movimiento social de 2006.
En
algo tiene usted razón. Durante mi periodo como diputado local que
acaba de terminar, estuve prácticamente solo, pues me conservé al
margen de los grupos camerales más numerosos y siempre en una posición
de crítica constructiva al actual gobierno de alternancia. Seguramente
ello tuvo que ver en el bajísimo número de iniciativas mías que fueron
aprobadas. A pesar de ello, también considero injustas e infundadas sus
imputaciones en el sentido de que “Flavio fue uno más de 30 a 40
diputados que nada importante hacen en el congreso”, pues “se esperaba
a un diputado aguerrido que pusiera de pie a un congreso que siempre ha
servido sólo para cobrar abultados salarios”.
En los tres años
de la legislatura que acaba de concluir, presenté 58 iniciativas para
hacer modificaciones constitucionales, a leyes y a los códigos Civil y
Penal del estado, así como a los procedimentales; para crear nuevas
leyes, y puntos de acuerdo sobre temas diversos. Anexo un listado
completo de mis propuestas, de las que quisiera mencionar sólo algunas:
para crear una comisión de la verdad que investigue la represión
gubernamental al movimiento popular de 2006; para establecer la paridad
entre hombres y mujeres en todos los puestos y cargos públicos; para
eliminar el matrimonio infantil; para permitir las candidaturas
independientes en las elecciones; para que el gobierno use sólo
software libre; para un acuerdo de paz en la región triqui; para
revisar los procesos de las y los presos indígenas; para atender a las
comunidades afectadas por las transnacionales eólicas en el Istmo de
Tehuantepec; para establecer el acceso a Internet como un derecho; para
tipificar el delito de discriminación… Dudo que usted en realidad
considere eso y lo demás como “nada importante”, así que me atrevo a
pensar que escribió desde la ignorancia acerca de mi trabajo
legislativo. También le invito a conocer mis diversas participaciones
en tribuna (flaviososa.mx),
antes de concluir si defraudé o no sus expectativas sobre tener a “un
diputado aguerrido que pusiera de pie” al congreso, y de calificarme
entre las y los izquierdistas “víctimas de un capitalismo bien
organizado”. Yo sigo entero, camarada. Tengo la conciencia tranquila y
mis acciones están a la vista, desgraciadamente no tan publicitadas
como la voz de los personeros gubernamentales cuyas descalificaciones
sistemáticas han contribuido a construirme una imagen pública que
considero por demás injusta.
Le envío un abrazo, con la seguridad de que permitirá a sus lectores conocer mi réplica a su escrito.
Fraternalmente,
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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