Jesusa Cervantes
Videgaray. Comparecencia en el Senado. Foto: Miguel Dimayuga |
MÉXICO,
D.F. (apro).- Luis Videgaray formó parte de la empresa privada Protego.
Sus orígenes están ligados a Pedro Aspe, pero también a Enrique Peña
Nieto, a quien le enseñó a hacer muy buenos negocios con empresas y
gobierno, pero nunca a crecer la economía del Estado de México.
Ahora,
ya como titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, no sólo
no ha hecho crecer la economía, sino que además le ha dado por
centralizar todos los recursos y manejarlos –como lo hizo en el Estado
de México– desde el gobierno. Lo que a Videgaray se le da, y muy bien,
es disponer del dinero, entregarlo a cambio de apoyos.
Así lo hizo
en la Cámara de Diputados como presidente de la Comisión de
Presupuesto, según se gritaba en los pasillos. Era él quien entonces
hacía aquello de lo que hoy se acusa a los panistas: condicionar la
entrega de dinero a los estados, a través de distintas obras que se
presupuestaban y avalaban con el resto de los diputados del PRI. El pago
debía ser el apoyo a Peña Nieto en su búsqueda por la candidatura a la
Presidencia de la República.
Hoy Videgaray sigue distribuyendo los
recursos entre sus cuates. Por ejemplo, para verificar la
multimillonaria obra de Petróleos Mexicanos (Pemex) en el tramo del
ducto Los Ramones, Protego fue la beneficiada. Esa empresa revisará las
cuentas entre el gobierno peñanietista y la empresa estadunidense
Sempra, que es la que se quedó con la concesión.
El funcionario
federal no ha podido, hasta ahora, lograr que crezca la economía. Desde
su llegada a la Secretaría de Hacienda solo ha hecho el ridículo,
ofreciendo una cifra de crecimiento que hasta sus amigos del Fondo
Monetario Internacional le han tenido que corregir. Bueno, hasta el
Banco de México.
A su llegada a esa dependencia, Videgaray –“el
hombre más brillante” del gabinete de Peña Nieto, aunque también se
dijo eso de Miguel Ángel Osorio Chong, pero sigue sin poner control y
gobernabilidad en Michoacán, Tamaulipas, Veracruz, etcétera– dijo que la
economía para el primer año del gobierno de Peña crecería a 3.5 %, una
cifra nada despreciable si se toma en cuenta que en los últimos 10 años
el país ha crecido a un promedio de 2%, aunque en el último de Felipe
Calderón lo hizo en 4%.
Al arranque del año, aún con Calderón en
la presidencia, pero con una nueva Cámara de Diputados, el PRI y sus
aliados, o mejor dicho subalternos, quienes tienen la mayoría, empujaron
la reforma laboral que el calderonismo había ofrecido a los gobiernos
internacionales.
Para convencer a la población se planteó que con
dicha reforma aumentaría el empleo y haría crecer la economía, pero que
los resultados se verían hasta 2013.
En el primer trimestre de
este año hubo un subejercicio de más de 40 mil millones de pesos, es
decir, el gobierno no ejerció el dinero que la Cámara de Diputados le
autorizó y que los mismos priistas avalaron. Se dijo entonces que era
muy pronto para que la reforma laboral tuviera efectos visibles.
En
el segundo trimestre los subejercicios continuaron, aunque en menor
cuantía, y en mayo de este año la perspectiva de crecimiento se redujo
de 3.5 a 3.1%
En el tercer trimestre los empresarios empezaron a
hablar de desaceleración de la economía y a reclamar la falta de
beneficios de la reforma laboral, además de que la generación de empleo
seguía a la baja. Videgaray tuvo que salir a dar la cara, y en agosto
pasó a 1.8% el posible crecimiento. La desgracia anunciaba tormenta vía
ley de ingresos.
En septiembre llegaron las malas propuestas: un
paquete económico diseñado por el secretario de Hacienda para obtener lo
que la economía no había podido: dinero fresco para aplicar.
Pero
la reforma laboral y la Ley de Ingresos sufrieron cambios. Videgaray no
tuvo un buen equipo de comunicación que vendiera a los empresarios y a
los mexicanos en general la nueva ley, los nuevos impuestos. De nuevo el
ridículo del secretario de Hacienda y, por supuesto, de Enrique Peña
Nieto.
Quizá por ello el presidente regresó a la figura de
“vocero” para que, como en los tiempos de Vicente Fox, se diga o se
explique lo que Peña y Videgaray quieren decir.
Y, el colmo, esta
semana que concluyó se informó que la economía mexicana no cerrará este
2013 con un “crecimiento” de 1.7%, sino que caerá a 1.3%. Hay quien dice
que será de cero… y así lo pronostico desde el primer semestre.
La
errática estrategia de la Secretaría de Hacienda y del gobierno en
general continúa. Hoy quieren hacer creer a los mexicanos que sólo con
una reforma energética se logrará el crecimiento, así como cuando la
reforma laboral era la panacea para crear más empleo y prosperidad en el
país.
Como sea, a los funcionarios del peñismo parece no
importarles la percepción de la gente ni los errores que continuamente
cometen y están a la vista de todos.
Sólo hay que recordar cuántos
millones de pesos se perdieron por el inesperado cierre de operaciones
del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México –el más transitado
del país y por donde circulan cientos de millones de pesos en
mercancías, no sólo personas– ante la protesta de maestros por la
aprobación de las leyes secundarias de la reforma educativa.
Y
parece que los errores seguirán. Uno, y muy grande, será la imposición,
con los votos de sus amigos, de la reforma energética, que seguramente
despertará el malestar de la ya de por sí enojada clase media.
Comentarios mjcervantes@proceso.com.mx
Twt @jesusaproceso
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