Tomás Mojarro
Quien ve más lejos en el pasado más lejos podrá ver en el porvenir.
La historia oficial, mis valedores, esa trampa con la que el Poder nos distorsiona el pasado de nuestra comunidad. Ahora mismo habrá que recordar que la historia siempre es un proceso, que no fue uno solo sino diversos los movimientos de independencia, y que no comenzaron con Miguel Hidalgo, como tampoco las revoluciones de 1910-17 con Francisco I. Madero. Muy malagradecidos hemos de ser si olvidamos a los precursores cuya hazaña como iniciadores de los movimientos libertarios pagaron con prisión y grilletes, y aun con la propia existencia.
La revolución es el único acto que puede transformar las condiciones sociales intolerables, pero también puede conducir a la creación de estas situaciones sociales intolerables. (A. Camus).
Aquí y hoy recuerdo a los heroicos visionarios que en 1808 intentaron la independencia del país, y que en la empresa tuvieron que enfrentar el poder y la furia de los peninsulares, y pagarlo con la vida. Muchos fueron los mártires. Vale la pena consignar aquí algunos nombres.
Francisco de Azcárate, Primo Verdad, Mariano Michelena, el párroco Manuel Ruiz de Chávez y tantos más. Muy alto destaca la figura de un fraile, Melchor de Talamantes, peruano de nacimiento que a punta de escritos y prédicas encendió la fogata independentista hasta dar directamente en una de las tinajas de San Juan de Ulúa, donde pasó el resto de su existencia hasta perderla entre vómitos y “fiebre prieta”. Al héroe que aventó por delante la vida por la independencia de su país de adopción, a la hora del sepulcro tuvieron que desprender del cadáver grilletes y cadenas. Pero ese es el tamaño de nuestra gratitud; ¿quién lo recuerda a la hora del discurso oficial? Por cuanto a Ricardo Flores Magón:
Estoy condenado a cegar y morir en la prisión, mas prefiero esto, que volver la espalda a los trabajadores, y tener las puertas de la prisión abiertas al precio de mi vergüenza No sobreviviré en mi cautiverio, pues ya estoy viejo; pero cuando muera, mis amigos quizás inscriban en mi tumba “Aquí yace un Soñador”. Y mis enemigos: “Aquí yace un Loco”, pero no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: "Aquí yace un Cobarde y un Traidor a sus ideas".
Los textos de historia reiteran que el iniciador de la Revolución del 1910-17 fue un cierto vitivinicultor espiritista, Francisco I. Madero. Pocos a la hora del discurso otorgan el mérito a los iniciadores de la eclosión revolucionaria: los hermanos Enrique y Ricardo Flores Magón.
Ricardo. Vidas paralelas la suya y de fray Melchor, el visionario de la Revolución fue el instigador de movimientos de insurrección tan decisivos en la explosión revolucionaria como las huelgas de Cananea y Río Blanco. Su destino final: una celda en una prisión norteamericana deLeavenworth, Kansas, donde ciego y debilitado terminó su vida de guía, de baqueano, de iluminado al que sus beneficiarios hemos olvidado, o casi.
Ciego, Flores Magón murió en la prisión el 22 de noviembre de 1922.
“Mis males no ceden, y cada vez me siento más debilitado, corporalmente, por supuesto, pues por lo que respecta a mi voluntad, es la misma de siempre. Yo me doy ánimo para ver si mi pobre carne reacciona y puede resistir victoriosamente la temible tuberculosis que está amenazándome, y detener por algún tiempo la pérdida total de mi vista, pero esta esperanza es tan débil..."
Contrapunto obligado con Flores Magón, mañana los ditirambos que Madero dedicó a Porfirio Díaz. (Vale.)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario