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Natalie Mlambo, de 17 años, tiene dos buenas razones para hacerse la
prueba del VIH, ya que mantiene relaciones sexuales sin protección con
sus dos novios. Uno es un compañero de la escuela secundaria y el otro,
mayor, trabaja en un banco y le da pequeños obsequios y dinero a cambio
de sexo.
“Sí, me acuesto con ambos,” dijo Mlambo a IPS. Y como mantiene
relaciones sexuales exclusivamente con ellos, ya no usan condones,
explicó.
Pero Mlambo, un nombre ficticio a pedido de la fuente, le tiene
terror a la prueba del VIH (virus de inmunodeficiencia humana). “Es
mejor quedarse en la oscuridad que saber que estoy frente a la muerte.
El tratamiento no elimina la enfermedad,” expresó en referencia al sida
(síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
Mlambo cursa el último año de la escuela secundaria en el suburbio
densamente poblado de Kuwadzana, en Harare, y no es la única en tener
múltiples parejas sexuales ni en su temor a la prueba del VIH.
Esta resistencia adolescente a la prueba del VIH es un asunto
cotidiano para Felicia Chingundu, activista del grupo de apoyo en
VIH/sida en Shingai Batanai de Masvingo, una ciudad a 300 kilómetros
al sudeste de Harare.
¿Por qué los adolescentes no se hacen la prueba?
En la vecina Zambia, las jóvenes entre 15 y 19 años mencionaron el
temor al resultado entre los motivos para no realizarse la prueba del
VIH, en una encuesta sobre el Comportamiento Sexual de 2010, que
permitió respuestas múltiples.
Las entrevistadas seleccionaron el miedo de conocer el resultado (58
por ciento), miedo a la depresión y el suicidio (27 por ciento), miedo
al estigma (24 por ciento), miedo a morir más rápidamente (24 por
ciento) y no estar en riesgo de VIH (12 por ciento), cómo razones para
no hacerse la prueba.
“Los adolescentes practican conductas sexuales de riesgo pero apenas
se les ve en los centros de pruebas,” aseguró Chingundu a IPS.
Zimbabwe aplicó sólidos programas de prevención temprana en la
década de los 90, a los cuales se atribuye haber bajado la incidencia
de VIH/sida del 24 por ciento en 2001 -una de las más altas del mundo-
a menos del 15 por ciento en 2012, según el Programa Conjunto de las
Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA).
La población está sensibilizada sobre la pandemia, pero una cascada
de crisis políticas y económicas posteriores al año 2000 recortó
numerosos planes antisida en este país de 12,5 millones de personas del
sur de África.
Más de la mitad de los jóvenes de 15 a 24 años tienen un
conocimiento amplio sobre el sida, según la Encuesta de Salud
Demográfica de 2011. La cifra es superior a la media en la región, pero
el conocimiento no se traduce necesariamente en acción.
El Ministerio de Salud Pública implementó centros móviles que
visitan las escuelas y clínicas para realizarse las pruebas. Pero los
jóvenes dicen que los centros no están diseñados para ellos.
“La mayoría de los adolescentes no acuden a estos lugares porque
dicen que están llenos de adultos,” explicó Mavis Chigara, coordinadora
de la Red de Jóvenes contra Sida del distrito de Mwenezi, en la
provincia de Masvingo. En 2012, su organización encuestó a 12.500
jóvenes de la zona y sólo cinco por ciento se había hecho la prueba del
VIH.
“Las pruebas equivalen a una sentencia de muerte y la toma de
medicamentos antirretrovirales es una carga para toda la vida”, sostuvo
Terrence Changara, un joven de 19 años de Highfield, un barrio de bajos
ingresos en Harare.
El estigma desempeña un papel importante. Los nichos de
discriminación persisten a pesar de los programas de tratamiento y las
campañas de información masiva contra la pandemia.
“Mis dos novios se burlan de las personas con VIH/sida”, aseguró
Mlambo. En su opinión, esta actitud indicaría que no están afectados
por el sida, porque de lo contrario serían más benévolos.
La Encuesta de Salud Demográfica de 2011 encontró tasas de
incidencia próximas a cuatro por ciento para los varones jóvenes y de
poco más de seis por ciento para las mujeres jóvenes. Los datos del
censo nacional estiman en 3,1 millones la población de 15 a 24 años.
Beneficios de las pruebas
Las pruebas pueden dar miedo, y contarle a un consejero que se
mantuvieron relaciones sexuales de riesgo puede dar vergüenza, pero las
ventajas son muchas.
“Es importante que los jóvenes conozcan su estado de VIH, ya que les
permitirá iniciar un tratamiento precoz y mejorar su salud”, explicó
Judith Sherman, especialista en VIH/sida del Fondo de las Naciones
Unidas para la Infancia en Zimbabwe.
“En los adolescentes mayores reducirá el riesgo de transmitir el
virus a otra persona”, agregó. “Por último, ayuda a los adolescentes
que no tienen el VIH a mantenerse a sí mismos libres de la infección”,
dijo.
A pesar del miedo, cuatro de cada 10 mujeres sexualmente activas de
15 a 19 años dijo haberse realizado la prueba del VIH en los últimos 12
meses, según la Encuesta de Salud Demográfica. Una razón frecuente
para realizarla es que las jóvenes quedaron embarazadas y asisten a las
clínicas prenatales.
“Los adolescentes rara vez se realizan la prueba del VIH,” dijo
Mandy Chiwawa, consejera en sida de Harare. “Necesitan mucho apoyo para
hacérsela.”
Sin embargo, más personas de 15 a 24 años se realizan las pruebas,
en comparación con la Encuesta de Salud Demográfica de 2006. El
porcentaje de varones jóvenes sexualmente activos que lo hicieron se
triplicó hasta 23 por ciento, mientras el número de mujeres jóvenes se
quintuplicó hasta 45 por ciento.
El promedio en África baja a 22 por ciento para las mujeres y a 14 por ciento para los hombres.
Queda un camino largo por recorrer y muchas Mlambo que necesitan ayuda para superar el miedo, pero la tendencia es alentadora.
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