John M. Ackerman
La fiebre del Buen Fin. Foto: Benjamin Flores |
Justicia para Luis Olivares Enríquez y libertad inmediata
para todos los presos políticos de Guerrero.
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Acciones “populistas” son aquellas que a primera vista
dan la impresión de ayudar a la población pero que en el largo plazo
lastiman profundamente a la sociedad. Estas políticas irresponsables y
engañosas buscan el aplauso fácil en lugar de resolver los problemas de
fondo. Tanto el Buen Fin como el Teletón cumplen cabalmente con esta
caracterización.
El Buen Fin no busca ayudar a la economía
popular, sino facilitarles ganancias a las empresas monopólicas. Por
ejemplo, muchos establecimientos prefieren ofrecer pagos “a plazos” en
vez de descuentos reales. Así, las grandes empresas pueden deshacerse
más fácilmente de los inventarios acumulados a lo largo de este año de
franco estancamiento económico. Y cuando sí se ofrecen descuentos
reales, normalmente éstos apenas emparejan los precios nacionales con
lo que se cobra por exactamente los mismos productos en Estados Unidos.
Para realmente beneficiar al pueblo, las ofertas tendrían que ser
permanentes en lugar de temporales y al gusto de los oligarcas.
El
Buen Fin también fomenta peligrosas prácticas de endeudamiento personal
al estimular la utilización de las tarjetas de crédito. Y con el sorteo
en el que la Secretaría de Hacienda “reembolsará” una pequeña cantidad
a algunos tarjetahabientes, el gobierno federal convierte la
irresponsabilidad ciudadana en política pública. Asimismo, las
ganancias para los bancos por concepto de intereses, cobros y
comisiones en tarjetas de crédito durante los próximos meses
constituirán una enorme recompensa para la oligarquía por su “generosa”
participación en el programa. La casa nunca pierde.
En lugar de
fomentar el consumo irresponsable, el gobierno tendría que controlar
los abusos de las empresas monopólicas. Por ejemplo, habría que
defender a los mercados populares y a los pequeños y medianos
empresarios nacionales de las grandes tiendas departamentales
trasnacionales que incurren en prácticas laborales abusivas, corrompen
autoridades, repatrian sus ganancias a sus matrices y contribuyen muy
poco al fisco. Estrictos controles sobre los precios de productos de
demanda generalizada también ayudarían a generar un “Buen año” para
todos, no solamente un “Buen Fin” para unos cuantos.
La prensa
nacional ha informado que durante los últimos seis años el SAT ha
condonado casi 74 mil millones de pesos a algunas de las empresas más
grandes del país, incluyendo Televisa y Walmart, por concepto de
“créditos fiscales”. A pesar de que el IFAI ha exigido en múltiples
ocasiones al Servicio de Administración Tributaria dar a conocer toda
la información sobre estos créditos, el gobierno federal, primero con
Calderón y ahora con Peña Nieto, se ha negado rotundamente a divulgar
los datos. Hoy las fuerzas de la oscuridad también cuentan con el apoyo
de Gerardo Laveaga, comisionado presidente del IFAI, quien en la
votación más reciente sobre el tema defendió a capa y espada el
supuesto derecho de los empresarios más poderosos del país a mantener
en secreto estas millonarias contribuciones recibidas del gobierno.
La
oligarquía no descansa en su constante afán de expropiar los pocos
ahorros de los dignos trabajadores, estudiantes y profesionistas.
Apenas culmine el Buen Fin, iniciará el circo mediático del Teletón,
que tendrá lugar los próximos 29 y 30 de noviembre. Esta iniciativa es
igual de engañosa que la primera. Su principal propósito no es ayudar a
los niños con dificultades, sino reducir la carga fiscal y mejorar la
imagen pública de la televisora más abusiva de la nación. En vez de
donar a Emilio Azcárraga los pocos ahorros que pueden quedar después de
los gastos del Buen Fin, podríamos ahorrarlos para invertir en
proyectos de autogestión familiar o comunitaria que beneficien a todos.
Sin
duda existen muchos niños con grandes necesidades que deben ser
atendidos. Pero no son los ciudadanos de a pie quienes tienen la
obligación de resolver estos problemas con sus reducidos ingresos: es
tarea del gobierno, que supuestamente nos representa a todos. Las
autoridades deberían eliminar la evasión fiscal, cancelar los paraísos
fiscales y, en general, recaudar más impuestos a los grandes
empresarios para poder cumplir con sus responsabilidades sociales
mandatadas por la Constitución.
En vez de distraernos con el
circo mediático del Buen Fin y el Teletón, habría que inspirarnos con
el digno legado de la Revolución Mexicana, cuyo inicio celebramos este
20 de noviembre. Hoy que la oligarquía cada día ingenia nuevas trampas
para vaciar nuestros bolsillos, convendría buscar nuevas formas para
seguir el digno ejemplo de grandes luchadores sociales como Emiliano
Zapata y Pancho Villa, a quienes debemos mucho más de lo que imaginamos.
Twitter: @JohnMAckerman
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