11/22/2013

La Muestra : Liv & Ingmar



Carlos Bonfil

Historia de cinco décadas y dos amigos, una actriz legendaria y un maestro del cine. Con ese resumen se inicia el documental Liv & Ingmar, del realizador indio Dheeraj Akolkar, quien luego divide su crónica de la relación afectiva del realizador sueco Ingmar Bergman y la actriz noruega Liv Ullman en cinco bloques temáticos (Amor, Soledad, Furia, Anhelo, Amistad), para condensar así la valoración que cada protagonista hace de la experiencia compartida en dos libros de memorias, Senderos (Ullman, 1977) y Linterna mágica (Bergman, 1988). Al rescate de esos testimonios, Akolkar añade fragmentos de películas en que actúa la actriz, esposa y amiga del cineasta (Persona, Pasión, Vergüenza, La hora del lobo), para culminar con Sarabanda (2003), un filme para la televisión, suerte de epílogo a Escenas de la vida conyugal, filmado a los 84 años, a cuatro de su muerte.

En lo esencial, el documental se construye a partir de entrevistas con una Liv Ullman septuagenaria que recuerda hoy los largos años de amistad con el director de Gritos y susurros, a partir de confidencias que combinan el tributo agradecido a ese Pigmalión dos décadas mayor y la memoria todavía lastimada por el carácter irascible, caprichoso y tiránico de un esposo devorado por los celos. Nada de lo expuesto en el documental se aproxima sin embargo en intensidad a ese gran espejo de la relación Liv/Ingmar que fueron algunas de las cintas del director sueco, verdadera crónica de la relación y también catarsis lacerante de un realizador taciturno y atormentado.

El mayor elogio del cineasta a la actriz favorita (Tú eres mi Stradivarius) palidece ante las revelaciones que ella hace sobre el verdadero carácter de su esposo de pocos años. Queda la generosidad que enaltece la larga amistad compartida. Y a ese tributo crepuscular, el documental añade ya poca cosa. Por el contrario, el cineasta indio sobrecarga su cinta con una edulcorada pista sonora plagada de coros, a un paso de la cursilería, y con disolvencias erráticas y un montaje azaroso poco dignos del propósito inicial, pretendidamente más serio. Una oportunidad perdida que incita sin embargo a regresar a las películas de Bergman, verdadero testimonio intenso y perdurable.

Cineteca Nacional, Sala 1: 12, 16:30 y 21 horas.

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