Las amenazas que representan las normativas de propiedad intelectual son mejor percibidas por los ciudadanos de nuestra región que por los propios gobiernos, quienes prefieren coexistir con el sistema mundial de propiedad intelectual controlado por los Estados Unidos, Unión Europea, Canadá y Japón; antes que explicar a su población de que se tratan los monopolios por patentes o los contratos leoninos de transferencia tecnológica mediante los cuales empresas alimenticias, farmacéuticas o petroleras se apropian legalmente de recursos naturales y materias primas escasas que una vez transportados y transformados en los países industrializados representan productos de alto valor agregado que venden caros a sus mercados cautivos
Las barreras al desarrollo impuestas por los países del norte en plena crisis de sus economías se aprecian nuevamente a través de la información filtrada por Julian Assange en el borrador del capítulo de propiedad intelectual publicado por Wikileaks incorporado al Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) que define y armoniza las reglas de protección de derechos a monopolios empresariales en los 12 países miembros del acuerdo. Los ideólogos del capitalismo depredador incorporan en los tratados internacionales de libre comercio, disposiciones relativas a cooperación, marcas, indicaciones geográficas, patentes, derechos de autor y derechos conexos, diseños industriales y regulaciones de limitación de las responsabilidades de los proveedores de servicios de Internet.
Los laboratorios intentan extender el plazo de vigencia de 20 años de una patente farmacéutica para “compensar” los supuestos retrasos provocados en las oficinas o la aprobación por parte de la autoridad sanitaria nacional de los permisos sanitarios de comercialización de un medicamento o la demora en la aprobación de los ensayos clínicos para su aprobación y puesta en venta en el mercado. Las empresas del agro-negocio impulsan las leyes de propiedad intelectual de las semillas para convalidar el uso y pago de regalías sobre cultivos transgénicos cartelizados por Monsanto y subsidiarias.
Aunque nada de esto es nuevo: las cláusulas proteccionistas que el “libre comercio” pretende imponer al Mundo fueron introducidas anteriormente en los tratados NAFTA, CAN, ALCA;CAFTA y TLCs con Chile, Perú y Colombia , ACTA, SOPA , PIPA y CISPA y se encuentran también incluidas en las propuestas de TLC entre los EE. UU. y la UE, con graves riesgos de incorporarse en las negociaciones UE -MERCOSUR impulsadas por las principales corporaciones empresariales, como continuación del proceso de globalización del comercio internacional expresado por el Acuerdo sobre Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC-TRIPS) firmado en el ámbito de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI)
El consenso requerido en el seno de los organismos especializados de la ONU y las resistencias de algunos gobiernos que ven en la propiedad intelectual un mecanismo de bloqueo de la economía local con destrucción de riquezas y trabajo nacionales, hicieron que los EE UU y la Unión Europea desarrollen una nueva estrategia de avance sobre las economías de los Estados por fuera de los organismos internacionales que requieren de consenso unánime para la aceptación de acuerdos de propiedad intelectual indispensables en la nueva guerra económica emprendida por las empresas transnacionales.
El TPP incluye los denominados acuerdos ADPIC Plus, Plus II y III: nuevas imposiciones que en el caso de las farmacéuticas Pfizer, Gilead; Glaxo, AstraZéneca, Bayer, DuPont. Merck, Bayer tendrán una nueva oportunidad de ampliar sus mercados y aumentar sus ganancias en los países que adhieran a este acuerdo y al mismo tiempo golpear a las industrias farmacéuticas nacionales productoras de medicamentos que en muchos casos representan menores costos para los Estados y ciudadanos.
Por el lado de las “industrias culturales”, las restricciones relacionadas con la libertad de expresión, la transmisión de información y conocimiento, el entretenimiento o la educación son impulsadas por la Alianza Internacional para la Propiedad Intelectual (IIPA), una coalición de corporaciones del sector privado norteamericano que representa alrededor de 1.900 empresas productoras y distribuidoras de materiales protegidos por leyes de copyright en los EE. UU, formada por la Association of American Publishers (AAP), Business Software Alliance (BSA), The Entertainment Software Association (ESA), The Independent Film & Television Alliance (IFTA), The Motion Picture Association of America (MPAA), National Music Publishers’ Association (NMPA) y Recording Industry Association of America (RIAA).
Al mismo tiempo las agencias de información de las principales potencias depredadoras trabajando para las corporaciones, capturan por vigilancia electrónica los secretos industriales y comerciales de las empresas y gobiernos para cerrar la ecuación de apropiación de riquezas materiales e intelectuales creadas de forma colectiva por nuestras sociedades a lo largo de una historia marcada por la colonización del intelecto, que ingresa en una nueva fase en su ruta de saqueo global y guerra económica.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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