Una casilla electoral en Coalcomán, Michoacán. Foto: Miguel Dimayuga |
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Las elecciones del 7 de junio no se olvidan
fácilmente. Ocurrieron en momentos complejos para la vida del país y
arrojaron resultados sorpresivos y contradictorios que están siendo
interpretados de manera muy diversa por académicos y comentaristas
políticos. Para unos, los resultados dan un espaldarazo al presidente
Peña Nieto y sus reformas porque el PRI y sus aliados conquistaron la
mayoría en la Cámara de Diputados; para otros, han infligido un golpe
de muerte a los partidos existentes al demostrar que un candidato
independiente puede ganar la gubernatura en uno de los estados más
ricos del país. Esas y muchas otras opiniones dejan una impresión
ambivalente que sólo se aclarará con el paso del tiempo.
Persisten, sin embargo, interrogantes muy puntuales
relativas al futuro de la vida económica y política del país que se
vienen expresando en diversos círculos de académicos y miembros de
organizaciones no gubernamentales. Semejantes preguntas corren el
peligro de pasar a segundo término en la medida en que el debate
nacional se centre sobre ganadores y perdedores de los comicios. De
allí que sea conveniente retomarlas y colocarlas al centro de las
reflexiones dirigidas a buscar un diagnóstico acertado que permita
avanzar propuestas sobre lo que sería deseable realizar para evitar
crisis políticas o económicas más severas.
La primera interrogante se refiere a la gobernabilidad
que existe en amplias regiones del país, siendo Guerrero y Oaxaca los
casos más visibles. Permitir que se instalen urnas y se ejerza el voto
es una victoria, pero meramente coyuntural y de poca monta. No se puede
olvidar que fueron necesarias la presencia del Ejército y largas
negociaciones con grupos de activistas radicales (CNTE) para que eso
sucediera. En el proceso se advirtió gran capacidad de chantaje por
parte de los activistas y una actitud excesivamente conciliatoria del
gobierno, la cual lleva a preguntarse sobre lo que concedió e incluso
la autoridad moral que retiene para conducir algo tan delicado como es
la educación pública. La relación entre la Secretaría de Educación y la
de Gobernación con los miembros de la CNTE no es un asunto zanjado.
Existe, por lo tanto, justificada inquietud sobre los términos en que
va a resolverse.
La segunda interrogante atañe al grado en que la opinión
pública internacional ha recuperado la confianza en México. No se trata
de algo trivial, porque dicha opinión es un factor que influye sobre
las decisiones que tomen la inversión extranjera y el turismo para
venir a México. A partir de la cobertura mediática internacional que
tuvieron los comicios, ¿se ha recuperado la confianza en nuestro país?
En sentido contrario a quienes los vieron como un triunfo del grupo en
el poder, la mirada de la prensa internacional fue escéptica. Un rápido
recorrido sobre los principales diarios como el New York Times, El País
o The Guardian revela que los reportajes siempre se refirieron a las
situaciones de violencia que precedieron a la jornada electoral, al
malestar por la corrupción y al descontento social que precipita el
triunfo de los candidatos independientes.
El Bronco fue sin duda el personaje más mediático, aunque
ello no significa que haya contribuido a generalizar en el mundo la
percepción de avenidas prometedoras para la democracia mexicana. Se
trata de una figura polémica a la que, si bien se le reconoce gran
carisma e inteligencia política, también se le atribuyen limitaciones
para ejercer el poder. Ganar el gobierno de Nuevo León se explica en la
prensa internacional no tanto por sus méritos, sino en función del
disgusto generalizado con los políticos tradicionales que existe en
México.
La tercera preocupación, y quizá la más seria, es la
concerniente al futuro del crecimiento económico del país. Mientras la
atención se volcaba a las elecciones, en el terreno de la economía
tenían lugar diversos problemas cuya solución no parece cercana y cuyos
efectos sobre el crecimiento económico son perturbadores. Los precios
del petróleo no se recuperan. Nada bueno se espera de la producción
mexicana, que sigue bajando, y de la consiguiente merma en los ingresos
fiscales. Ante el difícil panorama petrolero, la prensa informa que se
han ofrecido aún mayores beneficios a los inversionistas extranjeros
para que mantengan su interés en participar en la exploración y
explotación en aguas someras. Las predicciones sobre el crecimiento
económico de este año siguen a la baja; ¿alcanzará México los niveles
de crecimiento que pongan fin al rezago que viene sufriendo?
Finalmente, la quinta preocupación es en torno al grado
en que la distancia entre el malestar de la ciudadanía y la acción
gubernamental se cierra o aumenta. Aunque los resultados electorales
muestran lealtad del voto duro hacia el PRI, no se puede ignorar el
grado en que esto es coyuntural. En las zonas más desfavorecidas del
país, dicha lealtad responde más a la compra del voto que de diversas
maneras se efectúa que a la satisfacción cotidiana con la élite
política y sus comportamientos.
Al igual que en otros países de América Latina, responder
al descontento social sólo será determinado por la disminución de la
pobreza y el acortamiento de las desigualdades. Las elecciones
intermedias del 2015 no contribuyeron a colocar las medidas para
enfrentar esos problemas al centro del debate. Se hubiese requerido
para ello una expresión más contundente de rechazo a la política
económica actual, pero eso no se dio. La cultura política mexicana no
permite exigir una verdadera alternativa a través del ejercicio del
voto. Al menos no por ahora. Por lo pronto, prevalece la ambivalencia
sobre el valor de las elecciones y la ausencia de respuesta a las
preocupaciones más urgentes.
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