DESDE LA LUNA DE VALENCIA
Por: Teresa Mollá Castells*
La
pasada fue una semana intensa y extraña en España. La muerte del
histórico líder socialista Pedro Zerolo puso sobre la mesa la necesidad
de seguir investigando para vencer al cáncer.
Pero también nos permitió recordar, en vísperas del 28 de junio como Día
Internacional del Orgullo LGTB, la situación de muchas personas por el
hecho de amar a otras del mismo sexo.
Pedro se fue y en nuestra memoria queda su sonrisa eterna y su lucha
constante por los Derechos Humanos en general, y por los de las personas
que aman y se aman de forma diferente a la establecida por el
patriarcado y por los diferentes credos religiosos.
Ese es su mayor legado. Además Pedro fue de los que reconoció que sin la
ayuda de las mujeres, la lucha por la igualdad de las personas LGBT no
hubiera sido posible.
La derecha más recalcitrante y algún personaje de faldas largas y negras
que en su momento vincularon su enfermedad con un “castigo divino”
estarán contentos, pero el resto de la ciudadanía que creemos en la
igualdad plena de todas las personas para amar en libertad estamos un
poco más huérfanas de referentes.
Desde estas humildes líneas me permito enviar muchos ánimos a su marido,
familiares y personas amigas de esta magnífica persona llamada Pedro
Zerolo.
Y siguiendo con los Derechos Humanos, pero desde otra perspectiva,
también esta semana nos desayunábamos con que la ONU, a través de su
último informe de supervisión interna, ha constatado que los casos de
abuso y explotación sexual por parte de los llamados “cascos azules”
sigue siendo algo sistémico que no cesa.
Este año se centran en dos de los países más pobres del mundo: Liberia y
Haití. En teoría, los funcionarios de la ONU tienen taxativamente
prohibidas este tipo de relaciones e incluso la de pagar por servicios
sexuales, pero al parecer este tipo de prohibiciones no se tienen en
cuenta cuando de los más bajos instintos se trata.
No les importa la situación de extrema pobreza de esas mujeres, niñas o
niños. Al parecer sólo entienden sus propias necesidades y las
satisfacen incluso violando. Su placer por encima de las vidas ajenas y
de las consecuencias que estos salvajes actos puedan acarrear.
La ONU recuerda que quienes deben actuar contra estas prácticas salvajes
son los países miembros, cuyas tropas cometan este tipo de abusos y
vejaciones entre la población a la que deben proteger, pero esto no
aumenta las garantías de que se juzgue y condene a estos salvajes que
abusan de su autoridad en misiones teóricamente pacificadoras en zonas
del mundo con conflictos de diferente índole.
Abusar de la gente más débil no les convierte en más fuertes o
valerosos, sencillamente les convierte en más viles y más cercanos al
salvajismo.
De nuevo patriarcado en estado puro que impone su ley entre la población
más vulnerable. Una vez más las voluntades de esas personas más
vulnerables violentadas por la fuerza o por la necesidad de la mano de
quienes tienen el poder y lo ejercen inmisericordes con la situación, y
totalmente en contra de la misión que les fue encomendada. Insisto en
las injusticias de todo tipo que el patriarcado impone.
Y otro ejemplo de patriarcado aunque más sibilino es la escenificación
que tuvo en forma de fotografía la constitución de la Mesa de las Cortes
Valencianas.
El órgano máximo del Parlamento valenciano compuesto exclusivamente por
hombres de diferentes partidos políticos que “olvidaron” que entre sus
componentes también tienen mujeres.
Y sólo “comprendieron su error” estos cabezas pensantes de los pactos de
gobierno cuando algunas de sus parlamentarias y las mujeres
comprometidas con la igualdad saltamos a denunciarlo en redes sociales
afeándoles su gesto patriarcal.
En definitiva, su nuevo pacto entre caballeros para ejercer el poder que
ellos, al parecer (y a los hechos me remito) siguen entendiendo como
sólo masculino.
Afortunadamente de inmediato una de las parlamentarias de Podemos,
Cristina Cabedo Laborda, elaboró lo que ella misma ha llamado “PACTE PER
LA SORORITAT”, el cual suscribo totalmente y en el que pone el acento
en lo que ha de unir a todas las mujeres por encima de las siglas de
cada partido para que nos beneficiemos en conjunto de la sociedad en
general, y las mujeres en particular.
Sin ese pacto, sin esa convergencia, será complicado desbancar al patriarcado subyacente en nuestro subconsciente.
La igualdad real ha de ser el objetivo en esta autodenominada
“Legislatura del cambio”, pero la igualdad real ha de ir de la mano de
las consciencias feministas que han de impulsar esas medidas ya
exploradas y conocidas, para que el objetivo se convierta en realidad.
La desigualdad manifiesta que ha practicado el Partido Popular (PP) en
sus largos años de gobierno, acrecentada en esta última y convulsa
Legislatura en la que importaba más salvarse de los casos de corrupción
que fomentar políticas públicas que igualaran, ha de ser corregida desde
la base, desde la propia formación y educación.
Y por supuesto desde dentro de las Cortes con medidas como las que
presenta Cristina Cabedo. Esperemos que la conciencia de las
parlamentarias sea un acicate para mover poco a poco el conjunto de la
sociedad.
Semana convulsa, extraña y con muchos frentes que acaba con la toma de
posesión de centenares de concejalas y concejales en nuestros
ayuntamientos y con la investidura de alcaldesas y alcaldes.
Cada vez somos más mujeres en esos espacios. La Ley de Igualdad mandató,
pero comprobamos que el mandato y la consciencia van por caminos
todavía diferentes.
Esperemos que esta Legislatura que empieza busque la convergencia ente
la norma jurídica y la realidad cotidiana en las instituciones públicas
en lo que a igualdad real entre mujeres y hombres se refiere. Yo así lo
espero.
*Corresponsal en España. Periodista de Ontiyent.
CIMACFoto: Yunuhen Rangel Medina
Cimacnoticias | España.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario