6/26/2015

Se afianza el proceso privatizador en México


    
TRATO

Ilustración: Pe Aguilar / @elesepe1

La comparecencia del secretario de Educación, Emilio Chuayffet Chemor, ante la Comisión Permanente del Congreso, se llevó a cabo sin que hubiera sorpresas: la evaluación educativa sigue adelante, aunque las autoridades del ramo estén conscientes de que no aportará nada positivo en favor del sistema educativo. No sólo porque su diseño es ajeno a la integralidad que requiere una verdadera reforma educativa, sino porque se trata de un mecanismo indispensable para avanzar en la desculturización del país, conforme a la gran estrategia del Grupo de los Siete orientada a controlar a la humanidad con el objetivo supremo de asegurar la explotación y usufructo de las riquezas del mundo.
Es preciso partir de un hecho incuestionable: las plutocracias de las súper potencias que conforman al Grupo de los Siete (Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Japón, Canadá e Italia) no quieren correr el riesgo de tenerse que enfrentar al bloque formado entre Rusia y China, como es previsible que llegue a suceder en los próximos años, y cuando la crisis del capitalismo neoliberal sea de tal magnitud que no pueda ofrecer soluciones a los gravísimos problemas estructurales de sus pueblos. La alianza entre los dos gigantes será inevitable para defenderse de las asechanzas y provocaciones de los émulos de Hitler, que lo son en tanto que su sueño es consolidar un mundo gobernado por los súper poderes fácticos occidentales.
En este marco geoestratégico nada pueden hacer “gobiernos” como el de México, sino obedecer sin chistar las directrices que llegan desde Washington. Para los plutócratas del Grupo de los Siete es fundamental liquidar las culturas nacionales, porque son el principal escudo que tienen los pueblos para defender su historia, sus tradiciones, su presente y su futuro. Esto lo tenía muy claro uno de los fundadores del Club Bilderberg, el príncipe Bernardo de Holanda, cuando afirmó: “Es difícil reducar a la gente que ha sido educada en el nacionalismo. Es muy difícil convencerlos de que renuncien a parte de su soberanía en favor de una institución supranacional”.
De ahí la trascendencia del golpe de Estado de los tecnócratas que encabezó en 1982 Joseph Marie Córdoba Montoya, para liquidar la ideología de la Revolución Mexicana y comenzar a reducar al pueblo de México. En poco más de tres décadas, los sucesivos “gobiernos” al servicio de Washington lograron grandes avances, como lo podemos constatar en la actualidad, cuando sin provocar una gran protesta social la tecnocracia reaccionaria impuso, con la complicidad de la “izquierda”, las mal llamadas reformas estructurales, entre las que la educativa y la energética son la esencia de la total entrega de la soberanía nacional a intereses extranjeros.
Por eso la voz discordante de Manuel Bartlett en la comparecencia de Chuayffet quedó como algo anecdótico, como la protesta impotente de un pueblo condenado a ser víctima de intereses descomunales que no reconocen fronteras, principios, ideologías ni mucho menos los dramáticos sufrimientos de las clases mayoritarias. Bartlett, en sus intervenciones, fue al fondo de la imposición de la reforma educativa, de la que las evaluaciones son la parte más visible pero menos importante, porque lo fundamental para la oligarquía es lograr el control pleno de los maestros, para convertirlos en una masa sin ninguna influencia social, simple mano de obra esclava prescindible cuando sea conveniente.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) dictaminó la constitucionalidad de la mal llamada reforma educativa, como era de esperarse, así que la represión contra la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) se habrá de endurecer, porque el gran objetivo de Washington es irrenunciable: hacer de México una colonia estadounidense. Para lograrlo cuenta con el decidido apoyo y beneplácito de una oligarquía voraz, insaciable e inmoral, que lleva a cabo el trabajo sucio que ordena el gobierno de la nación vecina. ¿Acaso no son sus integrantes los principales interesados en liquidar a la disidencia magisterial?
Bartlett fue muy claro al señalar el origen extranjero de la reforma educativa, y muy incisivo al afirmar que su finalidad es básicamente acabar con la educación pública, gratuita y laica. Al final de su intervención ejemplificó con la persecución por parte de la SEP a la Universidad Obrera de México, a pesar de contar con ocho décadas de vida, tan solo porque lleva a cabo una labor social en beneficio de jóvenes de escasos recursos y “ser de izquierda”. La gran interrogante es cómo enfrentar las embestidas de los poderes fácticos trasnacionales y de la derecha “mexicana”. Solo hay una respuesta: la unidad de todos los despojados por el neoliberalismo.

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