La
decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de
declarar constitucional el proceso de evaluación del magisterio ha sido
erróneamente interpretada como una victoria de la contrarreforma
educativa. Pero no hay que ir tan de prisa. Más bien es lo contrario,
es decir, un triunfo de los críticos y opositores a ella. Y para
sostenerlo basta con leer el dictamen respectivo, en el que bajo la
firma del ministro Fernando Franco González Salas se plantea esta tesis
fundamental:
“Con la Ley General del Servicio Profesional
Docente no se transgreden los derechos de los maestros, ya que de no
obtener un resultado favorable en su tercera evaluación, no serán
cesados, sino tendrán la oportunidad de continuar con su plaza, pero en
otras áreas” (diario Capital México, miércoles 24 de junio de 2015,
primera plana).
De modo que el máximo tribunal del país da un
duro revés al propósito descabellado del secretario de Educación
Pública, Emilio Chuayffet, de privar de su empleo a miles de maestros
para dejar la tarea de éstos en manos de las empresas privadas
dedicadas a ofrecer servicios educativos.
La decisión de la
Corte constituye un triunfo para los críticos y opositores de la
contrarreforma educativa peñanietista porque, como a todos nos consta,
los maestros no se oponen a la evaluación; se oponen, eso sí, a una
evaluación perversa que pretendía dejarlos sin empleo. Una victoria de
los maestros, pues ¿qué sentido tiene la tal evaluación si no sirve
para echarlos a la calle, cual quieren los grandes capitalistas que
pretenden entrar al enorme mercado educativo y que manejan como a un
títere a Chuayffet?
Pero los maestros, tanto los de la
Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), como
los del oficialista Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE) saben que en un país de funcionarios corruptos la victoria
jurídica no es suficiente para defender con éxito sus derechos; que ese
triunfo judicial debe ser consolidado con una férrea lucha política.
Saben que un tribunal tan corrupto como la SCJN puede decir sí a lo que
antes dijo no.
Y en esas andan los maestros. No cesan las
protestas y movilizaciones de repudio a la contrarreforma. Y cada día
son más los estados de la república que se suman a ese repudio. Hasta
hoy, las protestas, plantones, movilizaciones y marchas se dan en diez
entidades: Distrito Federal, Morelos, Durango, Colima, Sonora,
Querétaro, Guerrero, Chiapas, Michoacán y Oaxaca. Se trata de una
tercera parte del país. Y es posible que en términos de población se
trate de más de la mitad de la república.
¿Qué fuerzas puede
oponer el debilitado y deprimido Emilio Chuayffet a ese alud opositor?
¿Una reforma hecha con los pies, improvisada, a la que desde lejos se
le ven las costuras? ¿Más amenazas? ¿Represión? ¿Pensará Chuayffet
acallar las protestas mediante el empleo de la fuerza pública? ¿Pensará
acaso que los militares le van a sacar las castañas del fuego? ¿Ya
trató el tema con el general Salvador Cienfuegos, secretario de la
Defensa? ¿Más presos políticos, más sangre, más muertos?
¿Ya
habrá considerado don Emilio que si las cosas se ponen más calientes
puede entrar al conflicto la muchachada universitaria? ¿Está en la
mente de don Emilio otro Tlatelolco?
Perdida la batalla
jurídica, perdida la batalla política y perdida la batalla de imagen,
qué piensa hacer Chuayffet. ¿Darle más problemas a su jefe, el que por
cierto ya tiene bastantes? ¿No es hora ya de la graciosa huida?
Blog del autor: www.miguelangelferrer-mentor. com.mx
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