6/22/2015

¿Despertó México?


Un balance de las elecciones del 7 de junio
Rebelión / Correspondencia de Prensa

¿Cómo interpretar los resultados de las elecciones del 7 de junio de 2015? Los hechos se prestan a interpretaciones distintas e, incluso, contradictorias. Nosotros los entendemos como un momento de legitimación en el contexto de un régimen autoritario en el cual la democracia se ha vuelto un recurso retórico vaciado de todo contenido. Al igual que en otras ocasiones, las elecciones se llevaron a cabo en un ambiente caracterizado por innumerables hechos ilegales y criminales, por coacciones y chantajes, por el despliegue de un aparato propagandístico abrumador en el cual los medios de comunicación masivos volvieron a jugar un papel nefasto. En esta ocasión hubo un ingrediente más: las circunstancias de gravedad extrema que describimos en las páginas anteriores, mismas que forzaron al partido dominante y a sus cómplices a actuar como si no se tratara de las tradicionales e insignificantes elecciones intermedias, sino de elecciones presidenciales o, incluso, de una suerte de plebiscito sobre la salud y la viabilidad del sistema político mexicano. A pesar de que el balance no favorece al movimiento social, tampoco es -ni de lejos- una victoria del oficialismo.
El domingo 7 del pueblo mexicano
Tlatlaya, Iguala, Apatzingán, Tanhuato… la caída de los precios del petróleo, el brutal recorte presupuestario, el fracaso de la reforma educativa, los escándalos de corrupción, la economía criminal, la militarización creciente, el desprestigio internacional, la carestía… Todo esto representaba una carga excesiva para el gobierno y por ello las elecciones implicaron una apuesta enorme: Peña necesitaba desesperadamente salir bien librado de ellas para concentrarse en la difícil segunda mitad de su sexenio, mismo que –no hace falta ser profetas para pronosticarlo- seguirá marcado por el descontento de una población cada vez más harta, numerosa y demandante.
Al conocerse los resultados preliminares, el presidente y sus personeros celebraron inmediatamente la “supuesta revitalización de la democracia”, así como “la modernización del sistema de partidos”. A la postre, el desenlace no fue el que él esperaba ya que su partido sólo logró ser la minoría más grande con el 29.17%, porcentaje histórico para el PRI pues es la primera vez que su votación descendió por abajo del 30.0% y también sensiblemente menor al que obtuvo en 2012. Al PAN, con el 21.03%, tampoco le fue bien, pero el más castigado de los tres partidos que integraron el Pacto por México fue el PRD que, de plano, se colapsó con el 10.82%.[1]
Es verdad que la votación lograda por el PRI y sus aliados -el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza (Panal)- le permiten lograr, aunque con un margen muy estrecho, la mayoría absoluta con unos 260 diputados sobre un total de 500. Además, tiene de reserva a un PAN dependiente -ahora más que nunca- de las dádivas del gobierno. Sin embargo, perdió las gubernaturas de Nuevo León, Querétaro, Baja California y Michoacán; estuvo a punto de perder la de Colima, conservó la de San Luis Potosí, pero perdió alcaldes y diputados en el estado, aunque al mismo tiempo conservó la de Campeche y recuperó las de Sonora y Guerrero. En el rubro de las alcaldías importantes, las pérdidas fueron considerables pues incluyen a Guadalajara, Morelia, Zapopán, Celaya y León. Como lo admitió el mismo presidente del partido, César Camacho: “hubo claroscuros” (para el PRI).[2]
Uno de esos claroscuros es la farsa que armó el (todavía) titular de la Secretaria de Educación Pública, Emilio Chuayffet Chemor, en torno a la evaluación docente que oportunistamente “suspendió” días antes del 7 de junio, salvo reanudarla la semana sucesiva, mientras Peña Nieto declaraba, desde Italia, que la reforma educativa es la “de mayor calado” de su gestión. [3] Como sea, el presidente más cuestionado de la historia reciente se prepara a concluir su tarea: poner en marcha las llamadas “reformas estructurales” y -cueste lo que cueste- imponer a su sucesor para cubrirse las espaldas, después de los terribles hechos acontecidos en el primer tramo de su mandato.
La democracia de los ricos
La democracia electorera cuesta caro. En esta ocasión, fueron unos 22 mil millones de pesos a cargo del erario público, lo cual implica que fueron los comicios intermedios más caros de la historia de México, aún sin incluir otros miles de millones todavía no contabilizados provenientes de financiamiento privado.[4] Al INE se le destinó la abrumadora mayoría de tales recursos (casi 19 mil millones), los cuales se distribuyeron entre los partidos “registrados” y los gastos administrativos, incluido un escandaloso medio millón de pesos mensuales a su presidente y un monto cercano a los demás consejeros.
El papel desempeñado por el INE fue aun más vergonzoso que en ocasiones anteriores. Aún sin mencionar la lluvia de spots publicitarios y el triste comportamiento de su presidente, Lorenzo Córdova, típico funcionario soberbio, grosero y torpe actuando como títere de Los Pinos. Recordemos, como un ejemplo ente muchos, su actitud pusilánime ante el escandaloso dispendio incontrolado de dinero en propaganda del Partido Verde, o sus “técnicos” en computación que presentaron cómputos de votos que… ¡rebasaban el 100% de las casillas!
Locutores, reporteros, cronistas, los eternos intelectuales orgánicos dentro y fuera de la academia, artistas del espectáculo y hasta el técnico entrenador de la selección nacional de fútbol participaron en una avalancha de propaganda convocando a la gente a votar y a declararse tajantemente contra el anulismo y el boicot. El sistema de los partidos exigía mantener su tinglado electoral y no dudó en recurrir a las amenazas y a tácticas de amedrentamiento. Resultado: por primera vez logró reducir unos puntos el abstencionismo siempre por arriba del 60%.
Fue así como culminó un proceso electoral caracterizado por un clima de tensiones y conflictos que incluyeron los asesinatos de 3 candidatos a diferentes puestos, un precandidato, un coordinador delegacional del DF y un estudiante de Tlapa, Guerrero. Hubo, asimismo, bombazos contra instalaciones electorales, peleas físicas entre diferentes militantes de partidos e incluso entre militantes de un mismo partido, amenazas directas contra políticos y aspirantes a ocupar puestos de elección popular en diversos estados: Tamaulipas, Jalisco, Veracruz, Michoacán, Estado de México, Guerrero y Oaxaca.
Estos dos últimos estados fueron ocupados militarmente con el objetivo de reprimir e impedir que el boicot promovido por los profesores de la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación) y la CETEG (Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero) prosperara masivamente. Según el jurista y ex procurador de la república Diego Valadés, las autoridades dejaron de utilizar los instrumentos institucionales y suspendieron las garantías constitucionales de facto, aun cuando nunca lo dijeron explícitamente.[5]
Hay que destacar la acción militante de numerosos activistas y agrupamientos que defendieron en todo México una posición independiente y revolucionaria promoviendo el boicot electoral, bajo diversas modalidades según la relación de fuerzas concreta en sus localidades, como una expresión de oposición y protesta. Especialmente significativas fueron, como de costumbre, las acciones mencionadas de los profesores democráticos en Oaxaca y Guerrero, así como las de los familiares de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. Su actitud fue ejemplar y representa el embrión de un combate decisivo que apenas comienza.
En el mismo sentido marcha la CNTE la tendencia opositora que agrupa a cientos de miles de maestros dentro del gigantesco SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación) con su millón y medio de miembros. En su Asamblea general realizada inmediatamente después de las elecciones, decidió “emprender una oleada de protestas nacionales, en defensa de la educación pública, contra la mal llamada reforma educativa; por la estabilidad laboral y para detener el proceso de la evaluación punitiva”.[6] La lucha de los maestros vuelve así a ocupar un lugar destacado en la agenda de los movimientos sociales. Ellos saben que una verdadera reforma educativa es imposible sin antes lograr una profunda reestructuración y una mayor eficacia del gasto presupuestario destinado a la educación cuya calidad es imposible que mejore ante las deplorables condiciones socioeconómicas en que laboran los profesores del sistema de educación primaria y secundaria: 23 mil 283 escuelas sin sanitarios (11.21 por ciento) y 20 mil 111 sin luz eléctrica (9.68 de cada 100), una de cada cinco no tiene mobiliario para los maestros y en 14 por ciento para los alumnos.[7]
Saldos de la farsa electoral
Dentro del rutinario quehacer electoral de la “democracia bárbara mexicana” (Revueltas dixit), el 7 de junio la jornada electoral sólo reflejó apenas pálidamente los cambios profundos que se están dando en la población. Los aspectos novedosos que aparecieron como resultado de la nueva ley electoral son mínimos e insustanciales. Uno es, sin duda, el triunfo del candidato “independiente” Jaime Rodríguez El Bronco, en la elección para la gubernatura de Nuevo León, sede de la oligarquía industrial y financiera más conservadora e influyente del país. Este personaje viene del PRI en donde militó durante casi tres décadas y sus lazos con los grupos poderosos de Monterrey son notorios. Su “independentismo” está por verse.
Los otros candidatos independientes electos en Jalisco y en Sinaloa responden a situaciones locales cada vez más generalizadas pero hoy como diputados que no pasan de diez no tienen ninguna posibilidad de cambiar un sistema atornillado con cientos, miles de funcionarios y políticos oportunistas que son el cuerpo mismo de la casta política represiva y corrupta dominante. El cambio radical del sistema político se dará desde abajo con la acción de la fuerza social revolucionaria e independiente de las víctimas primordiales del mismo, los trabajadores y sus aliados la masas de empobrecidos y oprimidos.
Al “claroscuro” del resultado electoral priista deben agregarse el de los otros partidos en los cuales hubo una clara diferenciación entre los favorecidos y los castigados. Empecemos por los últimos. Los más castigados fueron los dos partidos acompañantes del PRI en el Pacto por México del 2013-14. El PAN se hundió aún más en el rincón en que había quedado desde 2012 con el 21% de la votación bajando casi diez puntos con respecto a la votación de ese año, perdiendo decenas de diputados y piezas clave como la gubernatura de Sonora. La tendencia que se anuncia para el panismo es desastrosa pues ya desde hoy es el escenario de una feroz lucha por la dirección entre su actual presidente Gustavo Madero y el ex presidente de la república Felipe Calderón.
Pero es el PRD el partido que prácticamente se colapsó en estas elecciones pagando con creces su nefasto papel como cómplice del PRI y protagonista central en la crisis estallada a partir de la noche de Iguala. Con el citado 10.82 % de la votación el PRD se desplomó más de 20 puntos por abajo de lo conquistado en 2012 perdiendo así posiciones que lo arrojan a una situación de cuasi liquidación en la perspectiva del 2018: perdió la joya de su corona, su mayoría absoluta en el Distrito Federal, la gubernatura de Guerrero y varios distritos electorales en diversos estados.[8] La “izquierda oficial” encabezada por la conciliadora y torpe dirección de los llamados Chuchos no tuvo la menor posibilidad de enfrentarse al vendaval al que la arrojó la crisis de Iguala. Cometiendo un error tras otro, encubiertos con una soberbia infundada sus críticos, entre los cuales están algunos de sus miembros dirigentes, reconocen que en esta crisis que huele a que puede ser terminal, el peor enemigo del PRD fue el propio PRD.
Los dos partidos que salieron beneficiados fueron el Verde y Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) el partido fundado y dirigido por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) hace tres años tras su ruptura con el PRD. En el caso del Verde su exitosa cosecha de diputados es el resultado de la operación directamente dirigida por Los Pinos para lograr que su aliado incondicional lograra conseguir las fuerzas necesarias para darle al PRI la necesaria fracción parlamentaria mayoritaria que no podía conseguir por sí solo. El Verde es un engendro cuyos escandalosos dispendios de recursos en propaganda han provocado tal indignación que ha surgido un movimiento, muy fuerte en las redes sociales, para que se le quite su “registro”. Representa un ejemplo perfecto de un “negocio político”, una verdadera franquicia política, concebida por varios riquísimos empresarios para disponer de las herramientas capaces de influir en las decisiones gubernamentales. Su nombre de “verde” no tiene nada que ver con un real compromiso ecológico. Baste señalar que se ha hecho tristemente famosa su demanda de instaurar la pena de muerte, que no existe en México, en el código penal.
El caso de Morena
El inusitado éxito de Morena es simplemente el reverso de la ruptura y el colapso del PRD. Los tres millones de votos que consiguió fueron depositados abrumadoramente en las urnas del Distrito Federal. Fuera del DF, Morena logró algunas victorias, pero ninguna comparable con la de la capital de la República, sede de la aglomeración de masas más grande del voto de izquierda. Los votos para Morena en una gran parte pertenecen a la tremenda votación de castigo al PRD. Al perder la mitad de su electorado en el DF se le escapó su mayoría en la Asamblea Legislativa siendo Morena la directa beneficiaria: 22 asambleístas para Morena contra 19 del PRD.[9] La apuesta de AMLO logró importantes resultados para su meta fundamental que es conseguir la victoria de su tercera candidatura presidencial en el 2018, la cual no ha tardado en ratificar inmediatamente después de las elecciones. La actuación de Morena está corroborando su naturaleza fundamentalmente electoralista.
No se necesita mucha clarividencia para prever que las labores de Morena en los próximos tres años estarán prioritariamente dedicadas a preparar la campaña presidencial de AMLO. Una nueva tarea de Sísifo a la que el progresismo político, sindical, intelectual y académico conciliador ha subordinado a las masas rebeldes especialmente defeñas y de los estados sureños en los últimos 25 años. El programa de Morena no es cualitativamente diferente al del PRD; su diferencia sustancial es la propia personalidad de AMLO, un líder que se inscribe en la genealogía de la larga tradición del caudillismo político en el país. Su colocación dentro del espacio de lo que en México se ha llamado izquierda en las tres últimas décadas es la consecuencia directa de la crisis gravísima del movimiento de los trabajadores y de las organizaciones socialistas y comunistas.
El fundamento de la estrategia política obradorista, religiosamente respetuoso de los cauces de la legislación vigente, consiste en preparar la movilización de millones de votantes el día de las elecciones para garantizar la victoria. No hay sitio en su estrategia para las huelgas, los paros nacionales y parciales, la organización proletaria para la conquista de los objetivos clasistas. Los rotundos fracasos provocados por los fraudes colosales de 1988, de 2006 y de 2012, en estos dos años fraudes cometidos contra sus propias anteriores candidaturas presidenciales, no le dicen nada. A pesar de sus impugnaciones discursivas contra la corrupción y lo nefasto de la política del gobierno, en la práctica actúa considerando que Peña Nieto será diferente a Salinas de Gortari, a Vicente Fox y a Felipe Calderón en las elecciones presidenciales del 2018 y que democráticamente le permitirá alzarse con una victoria contra su sucesor sea priista o no.
Su discurso es profundamente conservador en cuestiones claves como el feminismo y los derechos de los homosexuales. Su defensa light de los derechos humanos se demostró palmariamente con la ligereza de sus posiciones tomadas con motivo de la desaparición de los 43 normalistas. Finalmente su liberalismo nacionalista es de un arcaísmo que simplemente no se adecúa al mundo globalizado que impera hoy en día y en donde México está profundamente inserto. Definitivamente Morena no es -y todo indica que no lo será- la organización política de la verdadera izquierda que los trabajadores y oprimidos necesitan con urgencia para defenderse y avanzar.
Sin duda, en Morena militan y simpatizan muchos hombres y mujeres valiosas, es de esperarse que se percaten de esas limitaciones esenciales que le impiden desempeñar un rol de vanguardia de las luchas anticapitalistas que están en la agenda histórica del pueblo mexicano. Muchas de estas personas serán afines a posturas más de acuerdo con una nueva y vrdadera izquierda organizada de cuya existencia hoy se tiene conciencia que es más necesaria que nunca en amplísimos sectores de activistas y de trabajadores avanzados.
Los sectores que promovieron el boicot electoral fueron en su mayor parte grupos del DF, Oaxaca y Guerrero, pero aunque en dimensiones menores se expresaron en toda la república. Contrario a lo que piensan entre otros Armando Bartra y Octavio Rodríguez Araujo, los que optaron por el boicot son las semillas de la izquierda auténtica e independiente que necesita el país.[10] Aunque diferente, el anulismo está vinculado de alguna forma al boicot. La anulación del voto se puede contabilizar y sus dimensiones pueden dar una idea indirecta del boicot. Según las cifras del INE los votos nulos significaron el 4.7% del total, 1 millón 900 mil 881.[11] En el DF el porcentaje fue mayor: el 7.0%, contribuyendo así más que el promedio nacional en el monto total de los nulos.
Puede afirmarse que en el DF, Guerrero y Oaxaca existe ya una base de masas con una consciencia clara de lo que significa la verdadera lucha revolucionaria. Los votos nulos así significaron más de la mitad de los obtenidos por Morena. Todo esto según las cifras del INE, que no es especular considerar que están disminuidas. Si a esto se agregan quienes optaron por un boicot directo, los cuales son, por supuesto, muy difíciles de cuantificar, el resultado nos permite considerar que en el país hay más de dos millones de hombres y mujeres que entienden que el combate contra el estado burgués mexicano y todo lo que representa debe darse a partir de una estrategia revolucionaria, independiente, sin ninguna ilusión en las negociaciones con el gobierno.
¿Adónde va México?
Escribimos las líneas de este epílogo sobre las elecciones de 2015, circunstancia política determinada en gran medida por la noche de Iguala, cuando sólo faltan unas cuantas semanas para que se cumpla el primer aniversario de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Un año habrá transcurrido y la sombra nefasta de ese crimen de Estado sigue irguiéndose sobre el panorama nacional. Mientras tanto, nuevos hechos ominosos ratifican nuestro análisis. Otra, terrible matanza ocurrió en Tanhuato, Michoacán con modalidades similares a las que vimos en Tlatlaya, Apatzingán e Iguala.[12] Por otro lado, una pieza clave de la versión difundida por la PGR sobre la desaparición de los 43 es que los estudiantes fueron detenidos y llevados a la base de policía municipal de Iguala antes de ser entregados al cártel de Guerreros Unidos. Pero el juez de barandilla, Ulises Bernabé García, que debería haberlos recibido asegura que no fue así y sus declaraciones las hace desde un lugar en Arizona en donde espera respuesta de las autoridades de EUA a su petición de refugio como perseguido político pues teme ser encarcelado o asesinado por haber declarado lo anterior ante el Ministerio Público.[13]
Ahora podemos volver a la pregunta inicial: ¿se ha producido el despertar de México que tanto hace falta? Sí y no. No en la medida que deseábamos, pero sí en la medida en que la demanda del boicot de las elecciones no sólo como castigo a un sistema de gobierno corrupto y represivo, sino como una convocatoria a luchar de manera firme e intransigente, surgió de la justa ira de los compañeros y los familiares de los 43 normalistas ante el cinismo, la hipocresía y la mentira de gobernantes, medios de comunicación y partidos políticos.
Muchas organizaciones de trabajadores, miles de hombres y mujeres en todo el país hicieron suya esta lucha. El gran miedo de los personeros del sistema político imperante que se alzó sobre sus cabezas durante las pasadas jornadas electorales fue precisamente el boicot al que conjuraron con la avalancha propagandística. Ha sido para los sectores democráticos y revolucionarios independientes una gran experiencia de lucha que queda como lección para el futuro. El propio consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, lo admitió al reconocer que “en las elecciones presidenciales de 2018, el discurso del boicot a las elecciones puede ser más atractivo y sería una situación más compleja para el sistema democrático mexicano”.[14]
Vienen tiempos turbulentos, tiempos confusos, llenos de imprevistos, dudas y retos en los que sólo la capacidad de invención y la imaginación de las masas populares podrá confrontarlos y superarlos en el proceso de la vida misma. Ese, precisamente ese es el miedo de las clases dominantes. Elocuente al respecto es la última y póstuma entrevista de Manuel Camacho realizada en 2014. Él fue uno de los personajes más lúcidos entre los que ocuparon la cumbre del poder político, primero en tanto connotado miembro de gobiernos del PRI, luego como posible candidato presidencial y después como fundador y dirigente de otros partidos burgueses. Preguntado sobre el futuro de la izquierda, contestó entre otras cosas: “nadie va a poder arreglar esto bien, porque sigue habiendo un mal resultado económico, porque la seguridad sigue siendo difícil y por más exitoso que sea todo esto va a ser muy poco lo que va a llegar abajo. (…) Es absolutamente impredecible para mí el 2018”.[15]
Las perspectivas del surgimiento y la forja de un México y un mundo nuevos por venir no pueden pertenecer a quienes medran y se benefician del actual estado de cosas, sino a los trabajadores y sus aliados los oprimidos de todo tipo y género que son la abrumadora mayoría de la población, aquellos que como han dicho los clásicos “no tienen nada que perder sino sus cadenas y en cambio tienen un mundo que ganar”. Los 43 desaparecidos de Ayotzinapa pertenecen a esa juventud que sabe que con la lucha firme, lúcida y solidaria se puede abrir este oscuro panorama que se abate sobre el pueblo mexicano. Para que ese combate triunfe hay que unirlo con el de los trabajadores quienes más tarde que temprano asaltarán el cielo como ya lo han hecho varias veces en la historia del país. Y entonces la victoria será nuestra.
* El texto va como epílogo del libro colectivo "La noche de Iguala y el despertar de México”.
Notas
[1] Judith Amador Tello, “La mayoría pasiva”, Proceso No. 2015, 14 de junio de 2015.
[2] César Camacho, entrevista en el Canal 11, 8 de junio de 2015 (citada en Proceso no. 2015, 14 de junio de 2015, pág. 13).
[3] Enrique Sánchez, “Peña Nieto destaca en Italia reformas estructurales”, Excélsior en línea, 13 de junio de 2015, http://www.excelsior.com.mx/nacional/2015/06/13/102914
[4] “Elecciones costarán cerca de 22 mil millones de pesos”, 5 de junio de 2015, http://elpuntosobrelai.com/elecciones-costaran-cerca-de-22-mil-millones-de-pesos/
[5] Proceso 2013, 31 de mayo de 2015, pág. 7.
[6]Laura Toribio, “CNTE anuncia que mantendrá protestas”, Excélsior en línea, 14 de junio de 2015, http://www.excelsior.com.mx/nacional/2015/06/14/1029439
[7] Tania L. Montalvo, “Cuatro de cada diez escuelas en México no tienen drenaje”, 24 de abril de 2014, http://www.animalpolitico.com/2014/04/cuatro-de-cada-diez-escuelas-en-mexico-tienen-drenaje/
[8] Judith Amador Tello, op. cit.
[9] “Morena obtiene 22 diputaciones en la ALDF”, La Jornada en línea, 14 de junio de 2015, http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2015/06/14/iedf-asigna-26-diputaciones-de-representacion-proporcional-8654.html
[10] Entrevista con Armando Bartra. Judith Amador Tello, op. cit.; Octavio Rodríguez Araujo, “Reflexión preliminar sobre las elecciones”, La Jornada, 11 de junio de 15.
[11] “Anuncian los resultados electorales oficiales”, Excélsior en línea, 14 de junio de 2015. http://www.excelsior.com.mx/nacional/2015/06/14/1029431
[12] 11 de los 43 muertos en Tanhuato presentaban signos de tortura, dicen familiares al Washington Post, 30 de mayo de 2015,
[13] Anabel Hernández y Steve Fisher, “Los normalistas nunca llegaron a la comandancia”, Proceso No. 2015, op. cit.
[14] Alonso Urrutia, “Los comicios fueron rehenes de demandas sociales, dice Córdova”, La Jornada, 16 de junio de 2015.
[15] Héctor de Mauleón, “Lo que define a la oposición es el régimen. Una entrevista con Manuel Camacho Solis”, Nexos en línea 5 de junio de 2015, http://www.nexos.com.mx/?p=2517

Correspondencia de Prensa / boletín informativo: germain5@chasque.net

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