Un balance de las elecciones del 7 de junio
¿Cómo
interpretar los resultados de las elecciones del 7 de junio de 2015?
Los hechos se prestan a interpretaciones distintas e, incluso,
contradictorias. Nosotros los entendemos como un momento de
legitimación en el contexto de un régimen autoritario en el cual la
democracia se ha vuelto un recurso retórico vaciado de todo contenido.
Al igual que en otras ocasiones, las elecciones se llevaron a cabo en
un ambiente caracterizado por innumerables hechos ilegales y
criminales, por coacciones y chantajes, por el despliegue de un aparato
propagandístico abrumador en el cual los medios de comunicación masivos
volvieron a jugar un papel nefasto. En esta ocasión hubo un ingrediente
más: las circunstancias de gravedad extrema que describimos en las
páginas anteriores, mismas que forzaron al partido dominante y a sus
cómplices a actuar como si no se tratara de las tradicionales e
insignificantes elecciones intermedias, sino de elecciones
presidenciales o, incluso, de una suerte de plebiscito sobre la salud y
la viabilidad del sistema político mexicano. A pesar de que el balance
no favorece al movimiento social, tampoco es -ni de lejos- una victoria
del oficialismo.
El domingo 7 del pueblo mexicano
Tlatlaya, Iguala, Apatzingán, Tanhuato… la caída de los precios del
petróleo, el brutal recorte presupuestario, el fracaso de la reforma
educativa, los escándalos de corrupción, la economía criminal, la
militarización creciente, el desprestigio internacional, la carestía…
Todo esto representaba una carga excesiva para el gobierno y por ello
las elecciones implicaron una apuesta enorme: Peña necesitaba
desesperadamente salir bien librado de ellas para concentrarse en la
difícil segunda mitad de su sexenio, mismo que –no hace falta ser
profetas para pronosticarlo- seguirá marcado por el descontento de una
población cada vez más harta, numerosa y demandante.
Al
conocerse los resultados preliminares, el presidente y sus personeros
celebraron inmediatamente la “supuesta revitalización de la
democracia”, así como “la modernización del sistema de partidos”. A la
postre, el desenlace no fue el que él esperaba ya que su partido sólo
logró ser la minoría más grande con el 29.17%, porcentaje histórico
para el PRI pues es la primera vez que su votación descendió por abajo
del 30.0% y también sensiblemente menor al que obtuvo en 2012. Al PAN,
con el 21.03%, tampoco le fue bien, pero el más castigado de los tres
partidos que integraron el Pacto por México fue el PRD que, de plano,
se colapsó con el 10.82%.[1]
Es verdad que la votación lograda
por el PRI y sus aliados -el Partido Verde Ecologista de México (PVEM)
y Nueva Alianza (Panal)- le permiten lograr, aunque con un margen muy
estrecho, la mayoría absoluta con unos 260 diputados sobre un total de
500. Además, tiene de reserva a un PAN dependiente -ahora más que
nunca- de las dádivas del gobierno. Sin embargo, perdió las
gubernaturas de Nuevo León, Querétaro, Baja California y Michoacán;
estuvo a punto de perder la de Colima, conservó la de San Luis Potosí,
pero perdió alcaldes y diputados en el estado, aunque al mismo tiempo
conservó la de Campeche y recuperó las de Sonora y Guerrero. En el
rubro de las alcaldías importantes, las pérdidas fueron considerables
pues incluyen a Guadalajara, Morelia, Zapopán, Celaya y León. Como lo
admitió el mismo presidente del partido, César Camacho: “hubo
claroscuros” (para el PRI).[2]
Uno de esos claroscuros es la
farsa que armó el (todavía) titular de la Secretaria de Educación
Pública, Emilio Chuayffet Chemor, en torno a la evaluación docente que
oportunistamente “suspendió” días antes del 7 de junio, salvo
reanudarla la semana sucesiva, mientras Peña Nieto declaraba, desde
Italia, que la reforma educativa es la “de mayor calado” de su gestión.
[3] Como sea, el presidente más cuestionado de la historia reciente se
prepara a concluir su tarea: poner en marcha las llamadas “reformas
estructurales” y -cueste lo que cueste- imponer a su sucesor para
cubrirse las espaldas, después de los terribles hechos acontecidos en
el primer tramo de su mandato.
La democracia de los ricos
La democracia electorera cuesta caro. En esta ocasión, fueron unos 22
mil millones de pesos a cargo del erario público, lo cual implica que
fueron los comicios intermedios más caros de la historia de México, aún
sin incluir otros miles de millones todavía no contabilizados
provenientes de financiamiento privado.[4] Al INE se le destinó la
abrumadora mayoría de tales recursos (casi 19 mil millones), los cuales
se distribuyeron entre los partidos “registrados” y los gastos
administrativos, incluido un escandaloso medio millón de pesos
mensuales a su presidente y un monto cercano a los demás consejeros.
El papel desempeñado por el INE fue aun más vergonzoso que en ocasiones
anteriores. Aún sin mencionar la lluvia de spots publicitarios y el
triste comportamiento de su presidente, Lorenzo Córdova, típico
funcionario soberbio, grosero y torpe actuando como títere de Los
Pinos. Recordemos, como un ejemplo ente muchos, su actitud pusilánime
ante el escandaloso dispendio incontrolado de dinero en propaganda del
Partido Verde, o sus “técnicos” en computación que presentaron cómputos
de votos que… ¡rebasaban el 100% de las casillas!
Locutores,
reporteros, cronistas, los eternos intelectuales orgánicos dentro y
fuera de la academia, artistas del espectáculo y hasta el técnico
entrenador de la selección nacional de fútbol participaron en una
avalancha de propaganda convocando a la gente a votar y a declararse
tajantemente contra el anulismo y el boicot. El sistema de los partidos
exigía mantener su tinglado electoral y no dudó en recurrir a las
amenazas y a tácticas de amedrentamiento. Resultado: por primera vez
logró reducir unos puntos el abstencionismo siempre por arriba del 60%.
Fue así como culminó un proceso electoral caracterizado por un
clima de tensiones y conflictos que incluyeron los asesinatos de 3
candidatos a diferentes puestos, un precandidato, un coordinador
delegacional del DF y un estudiante de Tlapa, Guerrero. Hubo, asimismo,
bombazos contra instalaciones electorales, peleas físicas entre
diferentes militantes de partidos e incluso entre militantes de un
mismo partido, amenazas directas contra políticos y aspirantes a ocupar
puestos de elección popular en diversos estados: Tamaulipas, Jalisco,
Veracruz, Michoacán, Estado de México, Guerrero y Oaxaca.
Estos dos últimos estados fueron ocupados militarmente con el objetivo
de reprimir e impedir que el boicot promovido por los profesores de la
CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación) y la CETEG
(Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero)
prosperara masivamente. Según el jurista y ex procurador de la
república Diego Valadés, las autoridades dejaron de utilizar los
instrumentos institucionales y suspendieron las garantías
constitucionales de facto, aun cuando nunca lo dijeron
explícitamente.[5]
Hay que destacar la acción militante de
numerosos activistas y agrupamientos que defendieron en todo México una
posición independiente y revolucionaria promoviendo el boicot
electoral, bajo diversas modalidades según la relación de fuerzas
concreta en sus localidades, como una expresión de oposición y
protesta. Especialmente significativas fueron, como de costumbre, las
acciones mencionadas de los profesores democráticos en Oaxaca y
Guerrero, así como las de los familiares de los 43 desaparecidos de
Ayotzinapa. Su actitud fue ejemplar y representa el embrión de un
combate decisivo que apenas comienza.
En el mismo sentido
marcha la CNTE la tendencia opositora que agrupa a cientos de miles de
maestros dentro del gigantesco SNTE (Sindicato Nacional de Trabajadores
de la Educación) con su millón y medio de miembros. En su Asamblea
general realizada inmediatamente después de las elecciones, decidió
“emprender una oleada de protestas nacionales, en defensa de la
educación pública, contra la mal llamada reforma educativa; por la
estabilidad laboral y para detener el proceso de la evaluación
punitiva”.[6] La lucha de los maestros vuelve así a ocupar un lugar
destacado en la agenda de los movimientos sociales. Ellos saben que una
verdadera reforma educativa es imposible sin antes lograr una profunda
reestructuración y una mayor eficacia del gasto presupuestario
destinado a la educación cuya calidad es imposible que mejore ante las
deplorables condiciones socioeconómicas en que laboran los profesores
del sistema de educación primaria y secundaria: 23 mil 283 escuelas sin
sanitarios (11.21 por ciento) y 20 mil 111 sin luz eléctrica (9.68 de
cada 100), una de cada cinco no tiene mobiliario para los maestros y en
14 por ciento para los alumnos.[7]
Saldos de la farsa electoral
Dentro del rutinario quehacer electoral de la “democracia bárbara
mexicana” (Revueltas dixit), el 7 de junio la jornada electoral sólo
reflejó apenas pálidamente los cambios profundos que se están dando en
la población. Los aspectos novedosos que aparecieron como resultado de
la nueva ley electoral son mínimos e insustanciales. Uno es, sin duda,
el triunfo del candidato “independiente” Jaime Rodríguez El Bronco, en
la elección para la gubernatura de Nuevo León, sede de la oligarquía
industrial y financiera más conservadora e influyente del país. Este
personaje viene del PRI en donde militó durante casi tres décadas y sus
lazos con los grupos poderosos de Monterrey son notorios. Su
“independentismo” está por verse.
Los otros candidatos
independientes electos en Jalisco y en Sinaloa responden a situaciones
locales cada vez más generalizadas pero hoy como diputados que no pasan
de diez no tienen ninguna posibilidad de cambiar un sistema atornillado
con cientos, miles de funcionarios y políticos oportunistas que son el
cuerpo mismo de la casta política represiva y corrupta dominante. El
cambio radical del sistema político se dará desde abajo con la acción
de la fuerza social revolucionaria e independiente de las víctimas
primordiales del mismo, los trabajadores y sus aliados la masas de
empobrecidos y oprimidos.
Al “claroscuro” del resultado
electoral priista deben agregarse el de los otros partidos en los
cuales hubo una clara diferenciación entre los favorecidos y los
castigados. Empecemos por los últimos. Los más castigados fueron los
dos partidos acompañantes del PRI en el Pacto por México del 2013-14.
El PAN se hundió aún más en el rincón en que había quedado desde 2012
con el 21% de la votación bajando casi diez puntos con respecto a la
votación de ese año, perdiendo decenas de diputados y piezas clave como
la gubernatura de Sonora. La tendencia que se anuncia para el panismo
es desastrosa pues ya desde hoy es el escenario de una feroz lucha por
la dirección entre su actual presidente Gustavo Madero y el ex
presidente de la república Felipe Calderón.
Pero es el PRD el
partido que prácticamente se colapsó en estas elecciones pagando con
creces su nefasto papel como cómplice del PRI y protagonista central en
la crisis estallada a partir de la noche de Iguala. Con el citado 10.82
% de la votación el PRD se desplomó más de 20 puntos por abajo de lo
conquistado en 2012 perdiendo así posiciones que lo arrojan a una
situación de cuasi liquidación en la perspectiva del 2018: perdió la
joya de su corona, su mayoría absoluta en el Distrito Federal, la
gubernatura de Guerrero y varios distritos electorales en diversos
estados.[8] La “izquierda oficial” encabezada por la conciliadora y
torpe dirección de los llamados Chuchos no tuvo la menor posibilidad de
enfrentarse al vendaval al que la arrojó la crisis de Iguala.
Cometiendo un error tras otro, encubiertos con una soberbia infundada
sus críticos, entre los cuales están algunos de sus miembros
dirigentes, reconocen que en esta crisis que huele a que puede ser
terminal, el peor enemigo del PRD fue el propio PRD.
Los dos
partidos que salieron beneficiados fueron el Verde y Morena (Movimiento
de Regeneración Nacional) el partido fundado y dirigido por Andrés
Manuel López Obrador (AMLO) hace tres años tras su ruptura con el PRD.
En el caso del Verde su exitosa cosecha de diputados es el resultado de
la operación directamente dirigida por Los Pinos para lograr que su
aliado incondicional lograra conseguir las fuerzas necesarias para
darle al PRI la necesaria fracción parlamentaria mayoritaria que no
podía conseguir por sí solo. El Verde es un engendro cuyos escandalosos
dispendios de recursos en propaganda han provocado tal indignación que
ha surgido un movimiento, muy fuerte en las redes sociales, para que se
le quite su “registro”. Representa un ejemplo perfecto de un “negocio
político”, una verdadera franquicia política, concebida por varios
riquísimos empresarios para disponer de las herramientas capaces de
influir en las decisiones gubernamentales. Su nombre de “verde” no
tiene nada que ver con un real compromiso ecológico. Baste señalar que
se ha hecho tristemente famosa su demanda de instaurar la pena de
muerte, que no existe en México, en el código penal.
El caso de Morena
El inusitado éxito de Morena es simplemente el reverso de la ruptura y
el colapso del PRD. Los tres millones de votos que consiguió fueron
depositados abrumadoramente en las urnas del Distrito Federal. Fuera
del DF, Morena logró algunas victorias, pero ninguna comparable con la
de la capital de la República, sede de la aglomeración de masas más
grande del voto de izquierda. Los votos para Morena en una gran parte
pertenecen a la tremenda votación de castigo al PRD. Al perder la mitad
de su electorado en el DF se le escapó su mayoría en la Asamblea
Legislativa siendo Morena la directa beneficiaria: 22 asambleístas para
Morena contra 19 del PRD.[9] La apuesta de AMLO logró importantes
resultados para su meta fundamental que es conseguir la victoria de su
tercera candidatura presidencial en el 2018, la cual no ha tardado en
ratificar inmediatamente después de las elecciones. La actuación de
Morena está corroborando su naturaleza fundamentalmente electoralista.
No se necesita mucha clarividencia para prever que las labores de
Morena en los próximos tres años estarán prioritariamente dedicadas a
preparar la campaña presidencial de AMLO. Una nueva tarea de Sísifo a
la que el progresismo político, sindical, intelectual y académico
conciliador ha subordinado a las masas rebeldes especialmente defeñas y
de los estados sureños en los últimos 25 años. El programa de Morena no
es cualitativamente diferente al del PRD; su diferencia sustancial es
la propia personalidad de AMLO, un líder que se inscribe en la
genealogía de la larga tradición del caudillismo político en el país.
Su colocación dentro del espacio de lo que en México se ha llamado
izquierda en las tres últimas décadas es la consecuencia directa de la
crisis gravísima del movimiento de los trabajadores y de las
organizaciones socialistas y comunistas.
El fundamento de la
estrategia política obradorista, religiosamente respetuoso de los
cauces de la legislación vigente, consiste en preparar la movilización
de millones de votantes el día de las elecciones para garantizar la
victoria. No hay sitio en su estrategia para las huelgas, los paros
nacionales y parciales, la organización proletaria para la conquista de
los objetivos clasistas. Los rotundos fracasos provocados por los
fraudes colosales de 1988, de 2006 y de 2012, en estos dos años fraudes
cometidos contra sus propias anteriores candidaturas presidenciales, no
le dicen nada. A pesar de sus impugnaciones discursivas contra la
corrupción y lo nefasto de la política del gobierno, en la práctica
actúa considerando que Peña Nieto será diferente a Salinas de Gortari,
a Vicente Fox y a Felipe Calderón en las elecciones presidenciales del
2018 y que democráticamente le permitirá alzarse con una victoria
contra su sucesor sea priista o no.
Su discurso es
profundamente conservador en cuestiones claves como el feminismo y los
derechos de los homosexuales. Su defensa light de los derechos humanos
se demostró palmariamente con la ligereza de sus posiciones tomadas con
motivo de la desaparición de los 43 normalistas. Finalmente su
liberalismo nacionalista es de un arcaísmo que simplemente no se adecúa
al mundo globalizado que impera hoy en día y en donde México está
profundamente inserto. Definitivamente Morena no es -y todo indica que
no lo será- la organización política de la verdadera izquierda que los
trabajadores y oprimidos necesitan con urgencia para defenderse y
avanzar.
Sin duda, en Morena militan y simpatizan muchos
hombres y mujeres valiosas, es de esperarse que se percaten de esas
limitaciones esenciales que le impiden desempeñar un rol de vanguardia
de las luchas anticapitalistas que están en la agenda histórica del
pueblo mexicano. Muchas de estas personas serán afines a posturas más
de acuerdo con una nueva y vrdadera izquierda organizada de cuya
existencia hoy se tiene conciencia que es más necesaria que nunca en
amplísimos sectores de activistas y de trabajadores avanzados.
Los sectores que promovieron el boicot electoral fueron en su mayor
parte grupos del DF, Oaxaca y Guerrero, pero aunque en dimensiones
menores se expresaron en toda la república. Contrario a lo que piensan
entre otros Armando Bartra y Octavio Rodríguez Araujo, los que optaron
por el boicot son las semillas de la izquierda auténtica e
independiente que necesita el país.[10] Aunque diferente, el anulismo
está vinculado de alguna forma al boicot. La anulación del voto se
puede contabilizar y sus dimensiones pueden dar una idea indirecta del
boicot. Según las cifras del INE los votos nulos significaron el 4.7%
del total, 1 millón 900 mil 881.[11] En el DF el porcentaje fue mayor:
el 7.0%, contribuyendo así más que el promedio nacional en el monto
total de los nulos.
Puede afirmarse que en el DF, Guerrero y
Oaxaca existe ya una base de masas con una consciencia clara de lo que
significa la verdadera lucha revolucionaria. Los votos nulos así
significaron más de la mitad de los obtenidos por Morena. Todo esto
según las cifras del INE, que no es especular considerar que están
disminuidas. Si a esto se agregan quienes optaron por un boicot
directo, los cuales son, por supuesto, muy difíciles de cuantificar, el
resultado nos permite considerar que en el país hay más de dos millones
de hombres y mujeres que entienden que el combate contra el estado
burgués mexicano y todo lo que representa debe darse a partir de una
estrategia revolucionaria, independiente, sin ninguna ilusión en las
negociaciones con el gobierno.
¿Adónde va México?
Escribimos las líneas de este epílogo sobre las elecciones de 2015,
circunstancia política determinada en gran medida por la noche de
Iguala, cuando sólo faltan unas cuantas semanas para que se cumpla el
primer aniversario de la desaparición de los 43 normalistas de
Ayotzinapa. Un año habrá transcurrido y la sombra nefasta de ese crimen
de Estado sigue irguiéndose sobre el panorama nacional. Mientras tanto,
nuevos hechos ominosos ratifican nuestro análisis. Otra, terrible
matanza ocurrió en Tanhuato, Michoacán con modalidades similares a las
que vimos en Tlatlaya, Apatzingán e Iguala.[12] Por otro lado, una
pieza clave de la versión difundida por la PGR sobre la desaparición de
los 43 es que los estudiantes fueron detenidos y llevados a la base de
policía municipal de Iguala antes de ser entregados al cártel de
Guerreros Unidos. Pero el juez de barandilla, Ulises Bernabé García,
que debería haberlos recibido asegura que no fue así y sus
declaraciones las hace desde un lugar en Arizona en donde espera
respuesta de las autoridades de EUA a su petición de refugio como
perseguido político pues teme ser encarcelado o asesinado por haber
declarado lo anterior ante el Ministerio Público.[13]
Ahora
podemos volver a la pregunta inicial: ¿se ha producido el despertar de
México que tanto hace falta? Sí y no. No en la medida que deseábamos,
pero sí en la medida en que la demanda del boicot de las elecciones no
sólo como castigo a un sistema de gobierno corrupto y represivo, sino
como una convocatoria a luchar de manera firme e intransigente, surgió
de la justa ira de los compañeros y los familiares de los 43
normalistas ante el cinismo, la hipocresía y la mentira de gobernantes,
medios de comunicación y partidos políticos.
Muchas
organizaciones de trabajadores, miles de hombres y mujeres en todo el
país hicieron suya esta lucha. El gran miedo de los personeros del
sistema político imperante que se alzó sobre sus cabezas durante las
pasadas jornadas electorales fue precisamente el boicot al que
conjuraron con la avalancha propagandística. Ha sido para los sectores
democráticos y revolucionarios independientes una gran experiencia de
lucha que queda como lección para el futuro. El propio consejero
presidente del INE, Lorenzo Córdova, lo admitió al reconocer que “en
las elecciones presidenciales de 2018, el discurso del boicot a las
elecciones puede ser más atractivo y sería una situación más compleja
para el sistema democrático mexicano”.[14]
Vienen tiempos
turbulentos, tiempos confusos, llenos de imprevistos, dudas y retos en
los que sólo la capacidad de invención y la imaginación de las masas
populares podrá confrontarlos y superarlos en el proceso de la vida
misma. Ese, precisamente ese es el miedo de las clases dominantes.
Elocuente al respecto es la última y póstuma entrevista de Manuel
Camacho realizada en 2014. Él fue uno de los personajes más lúcidos
entre los que ocuparon la cumbre del poder político, primero en tanto
connotado miembro de gobiernos del PRI, luego como posible candidato
presidencial y después como fundador y dirigente de otros partidos
burgueses. Preguntado sobre el futuro de la izquierda, contestó entre
otras cosas: “nadie va a poder arreglar esto bien, porque sigue
habiendo un mal resultado económico, porque la seguridad sigue siendo
difícil y por más exitoso que sea todo esto va a ser muy poco lo que va
a llegar abajo. (…) Es absolutamente impredecible para mí el 2018”.[15]
Las perspectivas del surgimiento y la forja de un México y un
mundo nuevos por venir no pueden pertenecer a quienes medran y se
benefician del actual estado de cosas, sino a los trabajadores y sus
aliados los oprimidos de todo tipo y género que son la abrumadora
mayoría de la población, aquellos que como han dicho los clásicos “no
tienen nada que perder sino sus cadenas y en cambio tienen un mundo que
ganar”. Los 43 desaparecidos de Ayotzinapa pertenecen a esa juventud
que sabe que con la lucha firme, lúcida y solidaria se puede abrir este
oscuro panorama que se abate sobre el pueblo mexicano. Para que ese
combate triunfe hay que unirlo con el de los trabajadores quienes más
tarde que temprano asaltarán el cielo como ya lo han hecho varias veces
en la historia del país. Y entonces la victoria será nuestra.
* El texto va como epílogo del libro colectivo "La noche de Iguala y el despertar de México”.
Notas
[1] Judith Amador Tello, “La mayoría pasiva”, Proceso No. 2015, 14 de junio de 2015.
[2] César Camacho, entrevista en el Canal 11, 8 de junio de 2015 (citada en Proceso no. 2015, 14 de junio de 2015, pág. 13).
[3] Enrique Sánchez, “Peña Nieto destaca en Italia reformas estructurales”, Excélsior en línea, 13 de junio de 2015, http://www.excelsior.com.mx/ nacional/2015/06/13/102914
[4] “Elecciones costarán cerca de 22 mil millones de pesos”, 5 de junio de 2015, http://elpuntosobrelai.com/ elecciones-costaran-cerca-de- 22-mil-millones-de-pesos/
[5] Proceso 2013, 31 de mayo de 2015, pág. 7.
[6]Laura Toribio, “CNTE anuncia que mantendrá protestas”, Excélsior en línea, 14 de junio de 2015, http://www.excelsior.com.mx/ nacional/2015/06/14/1029439
[7] Tania L. Montalvo, “Cuatro de cada diez escuelas en México no tienen drenaje”, 24 de abril de 2014, http://www.animalpolitico.com/ 2014/04/cuatro-de-cada-diez- escuelas-en-mexico-tienen- drenaje/
[8] Judith Amador Tello, op. cit.
[9] “Morena obtiene 22 diputaciones en la ALDF”, La Jornada en línea, 14 de junio de 2015, http://www.jornada.unam.mx/ ultimas/2015/06/14/iedf- asigna-26-diputaciones-de- representacion-proporcional- 8654.html
[10] Entrevista con Armando Bartra. Judith Amador Tello, op. cit.;
Octavio Rodríguez Araujo, “Reflexión preliminar sobre las elecciones”,
La Jornada, 11 de junio de 15.
[11] “Anuncian los resultados electorales oficiales”, Excélsior en línea, 14 de junio de 2015. http://www.excelsior.com.mx/ nacional/2015/06/14/1029431
[12] 11 de los 43 muertos en Tanhuato presentaban signos de tortura, dicen familiares al Washington Post, 30 de mayo de 2015,
[13] Anabel Hernández y Steve Fisher, “Los normalistas nunca llegaron a la comandancia”, Proceso No. 2015, op. cit.
[14] Alonso Urrutia, “Los comicios fueron rehenes de demandas sociales, dice Córdova”, La Jornada, 16 de junio de 2015.
[15] Héctor de Mauleón, “Lo que define a la oposición es el régimen.
Una entrevista con Manuel Camacho Solis”, Nexos en línea 5 de junio de
2015, http://www.nexos.com.mx/?p= 2517
Correspondencia de Prensa / boletín informativo: germain5@chasque.net
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