7/04/2015

¿Cómo se incluye el género en la Agenda de Desarrollo Post 2015?



Acaba de ser publicado el informe La igualdad de género en la agenda internacional de desarrollo- Avances y desafíos para la integración de un enfoque transformador de género, coordinado por Mónica Domínguez-Serrano y Julia Espinosa Fajardo, y editado por el Observatorio en Género, Economía, Política y Desarrollo. La investigación destaca la importancia de que el género sea un área central de la Agenda de Desarrollo Post 2015 que se aprobará en septiembre durante la Asamblea General de las Naciones Unidas y que regirá las políticas de desarrollo de las naciones durante las próximas décadas. Aquí reproducimos algunos fragmentos del texto: el rescate de la concepción del Buen Vivir de los pueblos indígenas; y el rol del movimiento feminista en este debate. También puede descargarse el informe completo y linkeamos a una campaña de organizaciones de la sociedad civil sobre el tema. 
COMUNICAR IGUALDAD- El buen vivir de las comunidades indígenas frente al mejor vivir capitalista
El Buen Vivir surge de las filosofías de los pueblos y las sociedades originarias de América Latina desde antes de la colonización española, aunque recientemente ha sido incluido en los procesos constituyentes de Ecuador (2008) y Bolivia (2009).
En la actualidad se constituye como una propuesta/respuesta al paradigma capitalista occidental que separa al ser humano de la naturaleza y que parte de una racionalidad económica que provoca deterioro ecológico y colapso social, pese a no haber nacido con esta vocación. De hecho, dentro de las normas morales y políticas que se manejan dentro de las sociedades indígenas no existe el concepto de Desarrollo, no se concibe un proceso lineal y único en el que existan estados más o menos evolucionados, ni se concibe la riqueza y la pobreza en función de la tenencia de bienes materiales (Gudynas y Acosta, 2011).
Como contrapartida, el mejoramiento social es visto como una categoría en continua construcción y reproducción, al igual que la satisfacción de las necesidades humanas, que es permanente, requiere trabajos continuos para cubrirlas y abarca toda la vida. Por otra parte, la visión de los pueblos andinos da prioridad a los valores éticos para con otros seres humanos y la naturaleza, frente al valor de los beneficios económicos y materiales otorgados por el paradigma occidental.
La importancia de las propuestas indígenas a escala mundial ha ido en aumento, puesto que se están reconociendo sus potencialidades para reconfigurar las relaciones humanas con el entorno, y el carácter emancipador y transformador de sus contenidos. Se reformulan conceptos como el de Naturaleza, Ciudadanía o Democracia.
Estos nuevos constitucionalismos sociales y ecológicos (Pisarello, 2012) se inspiran en un concepto profundo de la cultura de la vida: “vivir en plenitud”. Sin embargo, como sostiene Escobar (2009), a pesar de que el Buen Vivir está anclado a cosmovisiones relacionales indígenas, no puede olvidarse que se plasma en un proyecto político que acaba siendo dirigido por expertos. Por ello, en algunas ocasiones, a pesar de los esfuerzos de los gobiernos progresistas persisten concepciones modernizantes heredadas del antiguo modelo y no se ha logrado aún una reconversión significativa del modelo de sociedad.

Según Magdalena León (2009) el Buen Vivir busca transitar hacia otros modelos más justos para las personas y para la naturaleza, y el feminismo (y el ecofeminismo) también. Por esa razón, tienen puntos en común en su recorrido crítico de reformulación de la economía y de visibilización de los trabajos
necesarios para la vida.

(…)
El movimiento feminista internacional ante la Agenda de Desarrollo Post 2015
El movimiento global de mujeres y feminista ha venido promoviendo, desde la I Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre la Mujer (México, 1975) con diferentes propuestas e intensidades, una revisión de la agenda de desarrollo dirigiendo la mirada a la discriminación contra las mujeres y la desigualdad de género. Su papel fue clave en la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing y diferentes han sido las iniciativas de coordinación y posicionamiento en el proceso de debate de Agenda de Desarrollo Post 2015.
En concreto, su alianza en plataformas como la Coalición de Mujeres Post 2015 (Post 2015 Women’s Coalition)2 o el Grupo Principal de Mujeres (Women’s Major Group) y su participación activa en las consultas nacionales, regionales y globales han contribuido a articular un posicionamiento conjunto sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres de cara a la nueva agenda de desarrollo. Igual relevancia han tenido a este respecto sus reuniones con organismos de la ONU y responsables de la toma de decisiones como el Grupo de Alto Nivel (GAN) (AWID, 2013a; Articulación Regional de Organizaciones de la Sociedad Civil de América Latina y el Caribe hacia Cairo+20, 2014a; Pajarín, 2015).
Por otro lado, el “Comunicado feminista para el Post 2015: Justicia de género, económica, social y ecológica para el desarrollo”, firmado por más de 340 OSC nacionales, regionales e internacionales de 143 países (JASS, 2014) o la publicación del informe “Igualdad de género, derechos y prioridades de las mujeres: recomendaciones para los Objetivos propuestos de Desarrollo Sostenible y el Agenda de Desarrollo Post 2015” (WMG, 2013) son también ejemplos de la movilización de la sociedad civil feminista para reclamar la inclusión de un enfoque transformador de género en la Agenda Post 2015.
En efecto, “la tarea de comprender plenamente los procesos que conducen a una nueva Agenda para el Desarrollo y ejercer una influencia efectiva sobre ellos constituye un reto enorme para los movimientos sociales feministas y femeninos. Al mismo tiempo, el propio hecho de que esta revisión y redefinición de la Agenda esté teniendo lugar constituye una oportunidad para que las y los titulares de derechos aporten su punto de vista sobre la supervivencia de futuras generaciones y al futuro de nuestro planeta” (WMG, 2013b: 6).
Ahora bien, ¿cuáles son las críticas y las propuestas del movimiento feminista en plena definición de la Agenda de Desarrollo Post 2015? A grandes rasgos, las diversas organizaciones y redes feministas coinciden en alertar sobre la incoherencia entre el discurso declarativo y los contenidos programáticos de la agenda. A este respecto, coinciden en que, mientras se adopta un discurso que reconoce la centralidad de la igualdad de género en la nueva agenda, la atención sigue poniéndose en el crecimiento económico en vez de en el desarrollo sostenible (AWID, 2013b; Articulación Regional de Organizaciones de la Sociedad Civil de América Latina y el Caribe hacia Cairo+20, 2014a; JASS, 2014).

En esta misma dirección, muchas organizaciones feministas y de la sociedad civil denuncian la falta de voluntad política para reformar el actual y dominante paradigma de desarrollo “que prioriza el beneficio económico por encima de las personas y agrava las desigualdades, propicia la guerra
y el conflicto, el militarismo, el patriarcado, la degradación ambiental, acelera los efectos del cambio climático y no mitiga sus consecuencias” (JASS, 2014). Subrayan, además, que “para conseguir justicia de género, es esencial una transformación fundamental de la economía de forma que ésta dé prioridad a los derechos humanos” (IFP, Beyond 2015 y GCAP, 2014)4.
Por otra parte, desde las organizaciones y redes feministas se pone de manifiesto que muchas cuestiones críticas de género siguen siendo ignoradas o bien carecen de compromisos firmes o de recursos y estrategias concretas de implementación. Entre estas cuestiones se destacan la violencia de género, el trabajo de cuidado y la discriminación de las mujeres en el mercado laboral, su presencia en puestos de toma de decisiones y sus derechos sexuales y reproductivos (AWID, 2013a y 2014a; WMG, 2013; Articulación Regional de Organizaciones de la Sociedad Civil de América Latina y el Caribe hacia Cairo+20, 2014 a y b; Pajín, 2014; Pajarín, 2015).

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