En
la historia del Partido Comunista Mexicano la mayor matanza de
camaradas se produjo el 29 de junio de 1930, cuando fueron masacrados
Martina Deras, Andrés Núñez, Gregorio de León, Eliseo Luévano, Atanasio
Adame, Francisco Garcia, Zeferino Reyes y otros 14 militantes, haciendo
un total de 21 comunistas ejecutados.
La demostración agredida
demandaba aumento de salarios a obreros agrícolas, alto a la carestía
de la vida, jornada laboral de 8 horas, libertad a los presos políticos
y entrega de tierra a los campesinos.
En la Comarca Lagunera
existía un numeroso proletariado agrícola, que, durante la década de
los años 30 organizaría sindicatos y estallaría movimientos de huelga,
como la gran huelga de agosto de 1936, dirigida por comunistas y
lombardistas, que conduciría a la expropiación de los latifundios y a
su reparto entre los obreros agrícolas y campesinos.
La
masacre fue preparada con antelación y ejecutada fríamente. Un día
antes de la tragedia, se celebró una junta de los responsables de los
gobernanza y la seguridad pública, entre quienes se hallaban Tomás
Rodríguez de la Fuente, gran latifundista y presidente municipal de
Matamoros Laguna; Arturo Peña, titular de la Inspección de Policía;
Aniceto Sifuentes y Juan Aguilera, jefe y subjefe, respectivamente, de
la guardia blanca, y Pedro Argumedo, responsable de la Defensa Ejidal.
Intervino, asimismo, Ricardo López, traidor agrarista. La provocación
estaba montada.
El 29 de junio, a las 9 de la mañana, comenzaron
a arribar contingentes de ranchos y comunidades para participar en el
acto sindical y agrario. La comisión organizadora de la manifestación
comunicó a la Inspección de Policía su disposición de desfilar en
Matamoros, pero la autoridad policial negó la autorización para marchar
y afirmó que había orden superior de impedir la demostración. Los
obreros agrícolas y campesinos reunidos discutieron y resolvieron
salir, y así lo hicieron a las 17:00 horas.
La manifestación
arrancó con un número reducido de participantes, mas conforme avanzaba
reunía a más y más compañeros, convirtiéndose en una gran marcha. El
pueblo se congrego. El líder local Felipe Zárate habló en el cruce de
avenida Hidalgo y calle Matamoros para explicar los motivos del acto
público y la necesidad de defender los derechos democráticos de las
masas. Sifuentes le exigió al dirigente comunista el permiso para
desfilar. Felipe le entregó la respuesta negativa dada por la
Inspección de Policía. El jefe paramilitar intentó detener a Zárate y
conducirlo a la cárcel, lanzó su caballo encima de la multitud y
desenvainó su sable. La masa gritó ¡Vamos todos!, desmontó al jefe de
guardias blancas, quien fue tirado al suelo y golpeado. Dio inicio la
represión de policías y mercenarios al servicio de los grandes
propietarios. El inspector de policía asesinó a Andrés Núñez y a
Martina Deras, compañera embarazada que abrazaba a su esposo Macario,
muy herido. Los esbirros dispararon sobre Zeferino Reyes a quien Arturo
Peña remató.
La matanza de Matamoros Laguna formó parte de los
asesinatos de miembros del PCM durante el maximato (1929-1934), periodo
en el que cayeron los dirigentes y cuadros comunistas Julio Antonio
Mella, José Guadalupe Rodríguez Favela, Hipólito Landero, Benjamín
Jiménez y Germán Rodríguez.
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