Serpientes y Escaleras
Salvador Garcia Soto
(Foto: ESPECIAL)
Considerado durante más de siete décadas un tema tabú de la política nacional, la salud de los presidentes en México fue durante el viejo régimen del PRI algo innombrable, casi “secreto de Estado”. Los mexicanos nunca supieron de una afección o un problema de salud que aquejara al máximo gobernante, porque hablar de enfermedad presidencial era interpretado como un signo de debilidad y la vieja máxima priísta sentenciaba tajante que “el presidente nunca se enferma”.
Pero ayer esa antigua regla —producto del presidencialismo omnímodo que colocaba al gran tlatoanien la categoría de “pro-hombres”— se rompió por segunda vez en lo que va de este sexenio al informarse, abierta y públicamente, de la segunda operación quirúrgica a la que fue sometido el presidente Enrique Peña Nieto en los dos años y medio de su mandato.
“Durante la madrugada de este 26 de junio, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto sufrió un malestar físico, por lo que acudió al Hospital Central Militar donde a las 7:30 horas fue intervenido quirúrgicamente con el propósito de extraerle la vesícula biliar. El procedimiento se llevó a cabo exitosamente y el Presidente salió del quirófano hacia las 8:25 horas de la mañana. La evolución postoperatoria ha sido muy favorable y el presidente Peña se reincorporará a sus actividades el próximo lunes”, informó primero en un comunicado y luego a través del vocero oficial, Eduardo Sánchez, la Presidencia de la República.
Los médicos militares que operaron al mandatario se encargaron de aclarar que se había recuperado rápidamente de la anestesia y con base en ello, el vocero presidencial, precisó que no será necesario designar a un encargado de despacho del gobierno federal. “El Presidente está consciente y, por lo tanto, en periodo de convalecencia, sin embargo, sigue al frente de su responsabilidad. No está bajo ninguna circunstancia impedido para poderlo hacer”, dijo Sánchez.
Aunque esta fue la segunda intervención quirúrgica que se le realiza a Peña Nieto en lo que va de su sexenio —la primera ocurrió el 31 de julio de 2013, cuando fue operado, también en el Hospital Militar, para extirparle un nódulo en la tiroides—, el primer presidente sobre el que se informó públicamente de un padecimiento fue Vicente Fox Quesada, quien en marzo de 2003 fue intervenido por los mismos médicos militares de una hernia discal que le comprimía las vertebras de la columna. En aquella ocasión el mandatario panista requirió 10 días para su convalecencia y para volver a la actividad normal.
El otro caso fue el de Felipe Calderón, quien en septiembre de 2008 sufrió una fractura de hombro mientras andaba en bicicleta por los jardines de la residencia oficial de Los Pinos. Aunque no requirió operación, Calderón tuvo que usar un cabestrillo por varias semanas y la Presidencia informó abiertamente del accidente presidencial en el que también sufrió una contusión en la rodilla.
Sobre Prozac, alcoholismo y otros rumores
Antes de esos tres casos de enfermedades o accidentes, no hay registros públicos o incluso históricos de que ningún otro de los presidentes de México haya sufrido alguna enfermedad o afección mientras estaban en el poder. La infalibilidad presidencial era parte de los rituales del antiguo régimen priísta que evitaba a toda costa proyectar una imagen de debilidad física o política del mandatario en turno.
Eso cambio, con la llegada de la alternancia democrática y la operación de espalda de Vicente Fox. Pero aun así, los rumores sobre otros temas de salud de algunos presidentes han persistido. Del propio Fox, por ejemplo, siempre se comentó sobre su dependencia del Prozac, un antidepresivo que, se decía, tomaba por prescripción médica. Periodistas como Raymundo Rivapalacio fueron los primeros en publicar sobre crisis depresivas de Fox que lo hacían tomar el popular medicamento, y en septiembre de 2003, el periodista de la cadena Univisión de Estados Unidos, Jorge Ramos, desató la molestia del Presidente cuando, durante una entrevista, que fue aprubtamente interrumpida le preguntó directamente:
— “¿Los mexicanos tienen el derecho de preguntarle si usted toma antidepresivos?”, inquirió Ramos
— “Preguntar, sí”, contestó Fox .”Tú también tienes el derecho. Pregúntame”.
— “¿Toma usted Prozac?”
— “No”, fue la tajante respuesta. “No sé de dónde recoges tu información”, dijo Fox volteando a ver a sus asesores. Después de eso se levantó de su silla y la entrevista se terminó antes de lo acordado.
Otro caso similiar ocurrió con versiones periodísticas y rumores sobre un presunto alcoholismo del presidente Felipe Calderón. El 4 de febrero de 2011, luego de que, en una protesta en el recinto de San Lázaro, el diputado Gerardo Fernández Noroña mostrara una manta en donde se leía: “¿Presidente Alcohólico?”, la periodista Carmen Aristegui comentó la nota en su noticiero radiofónicoPrimera Emisión de MVS, y preguntó al aire: “¿Tiene o no tiene Felipe Calderón problemas de alcoholismo? Esto merece, insisto, una respuesta seria, formal, oficial de la Presidencia de la República”.
El cuestionamiento de Aristegui desató todo un affaire que comenzó con la reacción de la Presidencia de la República, cuya vocera, Alejandra Sota reclamó que la “salud del Presidente era algo personal” y exigió que la periodista se disculpara por sus comentarios al aire. MVS anunció al día siguiente el despido de la conductora por “violar el Código de Ética” de la empresa, pero dos semanas después, el 21 de febrero, la misma empresa anunció la recontratación de Aristegui y su presidente Joaquín Vargas, diría un año más tarde, en agosto de 2012, que había sido “presionado” por Los Pinos para despedir a su conductora estelar a cambio de mantener la concesión de la codiciada banda de 2.5 GHZ.
Con Peña Nieto tampoco han faltado los rumores. Durante su primera operación quirúrgica, en 2013, la prensa internacional especuló sobre la gravedad del nódulo tiroideo y sobre lo que decía la Constitución mexicana sobre la ausencia del Presidente. Diarios comoLos Angeles Times y Washington Post consultaron a especialistas sobre el tema y sobre la posibilidad de un interinato. Al final todas las especulaciones se disiparon con la información oficial de la Presidencia que reportó la operación y recuperación exitosa del mandatario.
Antes de la súbita operación de ayer, en la que al presidente Peña le fue extirpada la vesícula, también han circulado rumores sobre una condición más grave de salud del jefe del Ejecutivo, lo cual ha sido negado siempre de manera extraoficial por sus voceros que hablan de la “excelente salud” del Presidente. Ayer mismo, la manera en que el vocero presidencial informó en todo momento de la intervención, la recuperación y las plenas capacidades del Presidente, llevaban claramente la intención de alejar cualquier rumor y dejar claro que el Presidente ha estado y sigue al frente de sus funciones constitucionales.
Así es como la salud de los Presidentes y de los gobernantes en general en México empieza a dejar de ser un tema tabú. Al final de todo está el derecho de los gobernados para saber con claridad y exactitud si quienes ocupan cargos públicos o de gobierno están en plenitud de sus facultades físicas y mentales. Esa es una obligación por lo menos ética en este momento y debiera ser una obligación legal para saber si, quienes toman las decisiones colectivas están en plena capacidad de hacerlo de la manera más adecuada.
NOTAS INDISCRETAS… El proceso por la renovación de la dirigencia nacional del PRI arrancó ayer con una imagen en la que Manlio Fabio Beltrones camina sonriente, codo a codo, con César Camacho. Los priístas iniciaron el análisis del método para renovar su dirigencia y Beltrones, como uno de los aspirantes más fuertes en este momento, estuvo presente en la reunión en la que se acordó convocar al Consejo Político para que emita la convocatoria para la elección en agosto próximo. Todo apunta a que será a través de la Asamblea de Delegados como se elegirá al nuevo dirigente. Además de Beltrones se menciona a los secretarios peñistas Alfonso Navarrete, Miguel Osorio y Enrique Martínez, como posibles aspirantes. En el papel que juegue César Camacho sobre la conducción del proceso interno va de por medio cómo quiere el mexiquense que sea su futuro político, pues un proceso amañando o con “dados cargados” podría fracturar al priísmo. Sobre las posibilidades de Manlio Fabio sin duda es visto como el aspirante mejor posicionado, aunque la decisión final será de Peña Nieto. Y hasta donde se ve, el Presidente no ve mal a Beltrones en el PRI, aunque no se puede decir lo mismo de la “triada” que rodea al mandatario: Osorio, Videgaray y Nuño, donde le tienen recelo y hasta miedo al sonorense… Los dados mandan Serpiente. Semana Negra.
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