"Hay algo de lo que no se está hablando y es la cadena de mando", señaló.
Foto: Karina Maciel
El periodista Pablo Ferri reviró al secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, quien esta semana concedió una entrevista a El Universal,
en la que dio su punto de vista sobre el caso Tlatlaya, como se le
conoce al operativo militar del 30 de junio de 2014, en el que murieron
22 civiles.
En entrevista para Aristegui CNN, refutó lo dicho por el
funcionario, en torno a que “lo único que se ha comprobado es que hubo
una agresión contra los soldados”, pues señaló que nada se ha
comprobado todavía ya que los juicios no se han realizado.
“Tratan de posicionar en el campo mediático una verdad que no es
tal: el general dijo que los soldados habían sido agredidos, lo cual no
ha sido probado todavía, no hay nada definitivo”, sostuvo.
Además, rechazó lo dicho por Cienfuegos en el sentido de que todos
los cuerpos dieron positivo en el manejo de armas, pues señaló que “la
prueba que hicieron no determinaba que hubiesen disparado un arma”.
Recordó que según peritajes de la PGR, los soldados dispararon 160 veces y los civiles, 12.
Ferri refirió que el general critica que aún no se realiza el juicio
civil contra los elementos del Ejército; sin embargo, apuntó que
tampoco se ha realizado el juicio en el ámbito militar.
Y rememoró cómo comenzó esta historia: cuando periodistas de AP va
al lugar de los hechos y levantan las primeras dudas, porque la fachada
de la bodega presenta pocas señales de un enfrentamiento, como lo
informó la Sedena; en cambio, sí hay marcas de disparos en las paredes,
acompañadas de manchas de sangre, “lo que lleva a pensar en
ejecuciones”.
“Esa versión es la que nos cuenta la señora Julia, una de las 3 mujeres sobrevivientes, que son testigos de lo que ocurrió”, retrotrajo sobre lo que publicó en la revista Esquire.
Un año después, “nos encontramos con dos juicios por realizarse, por
el lado civil, en el que están acusados 6 elementos de tropa y un
oficial; y uno militar, ninguno se ha celebrado”.
Respecto a las contradicciones de las testigos, sobre lo que hacían
en esa bodega, consideró que “no tiene nada qué ver con lo esencial”
que es cómo ocurrió la muerte de los 22.
Hasta ahora, Ferri ha conseguido hablar con familiares de 7, de 19
personas abatidas, de las que se saben sus nombres; mientras que “3
cadáveres no fueron reclamados”.
“Los familiares no saben bien qué pasó”, contó.
Expuso que entre los muertos estaba un muchacho que vivía en una
comunidad de Tlalchapa, Guerrero, quien estaba trabajando en la Bodega
Aurrerá, de Arcelia, Guerrero, donde cobraba mil pesos; se iba a ir a
Cuernavaca, Morelos, para trabajar como guardia de seguridad, pero no
llegó. “¿Cómo llegó a la bodega? No se sabe”, mencionó.
Explicó que hay testimonios que apuntan que entre los 22 muertos,
había personas que fueron levantadas y así llegaron hasta la bodega,
pero hay quienes sí estaban metidos en la “maña”, es decir, la
delincuencia organizada.
No obstante, matizó, “uno de los muertos en Tlatlaya que disparó cobraba 5 mil pesos a la quincena, tampoco son grandes narcos”.
Sobre el caso de Julia, quien perdió a su hija, aseguró que es una testigo clave que pide justicia y que los militares digan la verdad.
A la señora, la Secretaría de Gobernación tuvo que ponerle
seguridad, “anda todo el día con 2 escoltas en Arcelia, tiene cámaras
de seguridad, no es una situación cómoda, ha estado acudiendo con una
psicóloga”, relató Ferri.
Por último, lamentó que “hay algo de lo que no se está hablando y es la cadena de mando
en el caso Tlatlaya”; por lo que preguntó qué ha ocurrido con los
militares y civiles al mando de las instituciones que intervinieron en
el operativo del 30 de junio del año pasado.
Se trata de funcionarios del Estado de México y el comandante al mando del batallón 102, y su superior jerárquico; “hay muchísimas preguntas que deberían ser contestadas y ni siquiera se está planteando su responsabilidad”.
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