En
la lógica de Enrique Peña Nieto el primer año de su gobierno fue
destinado al sacrificio. Sacrificar imagen, popularidad, expectativas,
pero también sacrificar a sus aliados y votantes con tal de conseguir
hacer avanzar sus proyectos de Reforma en el Congreso. Esa ha sido la
apuesta arriesgada y peligrosa de un presidente que, a decir de sus
cercanos y defensores, “juega y apuesta fuerte”.
Según esa visión de la gobernanza como un calculado juego de azar,
el 2013 que se termina habría sido un año perdido y el verdadero
gobierno de Peña Nieto empezaría hasta el 2014 cuando –otra vez de
acuerdo al juego de audacia trazado por esta presidencia— se
implementarán las mencionadas reformas y comenzarán los beneficios y
los cambios que potenciarán el desarrollo hoy perdido para el país.
El problema es que en su apuesta, Peña ha convulsionado a la
República y ha provocado la desesperanza. Sus iniciativas, si bien
éxitos políticos, provocan más incertidumbre y rechazo que aceptación o
certezas; el aliento que significaron sus anuncios y compromisos aquel
1 de diciembre se ha transformado, 365 días después, en desaliento
que se manifiesta lo mismo en protestas callejeras que en estados
incendiados por la delincuencia o sectores económicos y productivos al
borde del colapso y que reniegan del fracaso de las políticas
económicas de su administración.
Las dos grandes expectativas que despertó en la mayoría del
electorado aquel priista joven al que la televisión encumbró, un manejo
atinado de la economía y recuperar la seguridad y la tranquilidad para
el país, son hoy los dos fracasos más dolorosos del ya no tan joven
Peña Nieto que con el pelo entrecano y el rostro a veces cansado,
denota que el desgaste de este primer año no ha sido sólo político y
social.
Hay en este primer año, además de la economía desacelerada y la
inseguridad y violencia, un claro déficit de gobernabilidad, otra
materia en la que se suponían expertos los priistas. Conflictos
políticos y sociales que no encuentran solución y que se agravan hasta
el paroxismo; movilizaciones del magisterio que no tienen fin con todo
y las concesiones hechas a la CNTE, violencia en las escuelas de
Oaxaca, grupos paramilitares en las alcaldías de Michoacán, grupos
subversivos que atacan y se mueven en la clandestinidad, por no
mencionar al crimen que sigue horrorizando con masacres y fosas
clandestinas.
Todos esos son saldos de un primer año que, desde la óptica oficial,
se busca diluir con la promesa optimista de que todo va a cambiar una
vez que se implementen las reformas; el presidente que apostó casi todo
su capital político en este primer año pide el beneficio de la duda,
pero el difícil panorama que se ve en el país en casi todos los
ámbitos, economía, seguridad, empleo, gobernabilidad, hace difícil,
casi imposible la esperanza de que las cosas mejorarán por obra y
gracia de unas leyes que en algunos casos ya aprobadas, aún llevarán
tiempo para aterrizar en la práctica y más para mostrar sus supuestas
bondades.
Empezamos pues el segundo año de gobierno, ¿comenzará ahora sí la
administración de Peña Nieto? ¿veremos ya un presidente que gobierne
más y apueste menos? Porque un segundo año como el primero no lo
resiste nadie.
NOTAS INDISCRETAS… No conformes con darle al país una “reelección a
medias” al condicionar a diputados y senadores que quieran reelegirse a
que cuente para ello “con el visto bueno de sus partidos”, algunos
negociadores de la Reforma Política querían despacharse con la cuchara
grande. Era el caso del senador Jorge Luis Preciado, el panista que
defendió a capa y espada que la reelección quedará permitida a partir
del 2015 para que los actuales senadores pudieran beneficiarse de esa
nueva ley. Al final la cordura se impuso pero dicen que Preciado
insistió hasta el último momento. Se ve que al colimense ya le gustó el
poder… Por cierto que el Consejo Nacional del PAN tuvo que suspenderse
el sábado por falta de quórum y quedaron pendientes las reglas para la
contienda interna panista porque varios encumbrados blanquiazules, al
ver que iban a perder la votación prefirieron reventar la reunión.
Entre los que se salieron del Consejo estaba Josefina Vázquez Mota,
Luis Felipe Bravo, Fernando Canales Clariond, Jorge Insunza y el
senador Fernando Torres Graciano… Dados girando. Escalera para abrir
semana.
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