6/17/2014

Petróleo, notas para la historia reciente




2001, domingo 29 de abril. La cámara de diputados aprueba una ley indígena contraria a la propuesta de ley elaborada por la COCOPA, la ley aprobada niega a las comunidades indígenas derechos legales sobre el territorio, la ley fue aprobada por todas las facciones parlamentarias incluyendo la del PRD en ese momento coordinada por Marti Batres Guadarrama. El sentido del voto del PRD fue parte de una negociación sucia entre el PRD y el PRI para que este ultimo reconociera sin impugnar la elección de gobernador en Michoacan donde fue electo (con un proceso poco confiable) Lazaro Cárdenas Batel, hijo de Cuauhtemoc Cárdenas. El texto aprobado en 2001 fue de inmediato rechazado por el EZLN y el CNI, entre otros puntos por desconocer la vinculación entre territorio y comunidad.

En ese momento el coordinador del PRD en el congreso Marti Batres, argumentó que la reforma aprobada era culpa de los ciudadanos que se desmovilizaron de las calles tras el retorno de la delegación del EZLN al DF, es decir excusaba a su bancada por la traición cometida. Como señaló desde ese momento el finado sub Marcos, el problema fue siempre la traición de la clase política.

2014, jueves 12 de junio. La ahora senadora Dolores Padierna, líder de una de las facciones del PRD acusa a la reforma petrolera de legalizar el despojo a tierras comunales. Sin embargo ni su tribu ni ninguna otra dentro del PRD ha reconocido públicamente que eso es posible porque ellos mismos aprobaron en 2001 la ley anti-indigena que despoja a las comunidades de derechos legales para defenderse del despojo de tierras. Ahora que su nueva causa es la defensa de su fuente de ingresos (Pemex) pretenden usar el discurso de defensa de los bienes comunales para justificarse. En su pequeña andanada están acompañados de personajes como Manuel Bartlett, quien en 2001 era senador por el PRI y uno de los principales operadores de ese partido. Hoy reciclado por la mano negra de AMLO es un férreo defensor de la burocracia petrolera así como lo fue en el pasado de las leyes que despojan a las comunidades de derechos políticos y económicos sobre sus territorios. 

También claro fue el artífice del fraude que llevo a Carlos Salinas a robar la elección de 1988. Y en la misma andanada esta también la organización con tintes de megalomania de AMLO, Morena, esa opción donde hoy se cobija Marti Batres y algunos otros resquicios de épocas pasadas. El propio AMLO cacarea la defensa de Pemex pero no denuncia la corrupción de la empresa ni dice una palabra sobre la mitigación de los efectos de la contaminación. Mas aun su paso por el gobierno del DF dejo como herencia un imponente monumento al automóvil, el segundo piso del periférico) que en su momento fue supervisado por la secretaria de medio ambiente, Claudia Sheinbaum (esposa de Carlos Imaz, uno de los implicados en los videoescándalos por recibir dinero ilegalmente) quien promovió la obra como una acción “ecológica”. Al final del sexenio de AMLO en el DF no había nuevas lineas de transporte público, no se fomentaron medios de movilidad urbana alternativa y el metro subió de precio sin que ello redujera su deterioro.

Si bien es cierto que con la reforma priista se abandonan actividades de producción petrolera desde una empresa pública, también es cierto que esa empresa pública es una maraña de problemas en la que es muy arriesgado apuntalar el futuro. No solo porque la producción está en declive y se promueven la explotación de yacimientos no convencionales y de difícil acceso. Sino porque la reforma actual representa el reconocimiento público de que el gobierno es incapaz de promover el desarrollo tecnológico y deja la responsabilidad en los privados que por las características de ese mercado son empresas tiránicas con ninguna preocupación social o ambiental. Empresas nacidas del colonialismo y que a su paso han dejado secuelas terribles en todos los lugares a donde van.

A los priistas se les puede acusar y con razón de ser criminales, pero no de ser tontos, están comprando con esta reforma su sobrevivencia política apuntalándose en poderes aun mas corruptos que el de ellos. Y a un costo social inmenso, la reforma abre la puerta a un despojo de bienes comunales mas intensivo que el que ya se practica impunemente. Mantiene el enfoque sobre energías sucias y mantiene la dependencia financiera del estado a la explotación de petroleo a la mayor velocidad posible. Ahí no hay opciones de desarrollo tecnológico ni económico. Menos aun de desarrollo no dependiente.

Por supuesto el futuro de Pemex debe ponerse a discusión pública, pero aceptar de un lado de la discusión la postura anti-histórica del PRD que no reconoce el cambio climático, las afectaciones por accidentes en tuberías, la corrupción del falso sindicato de Pemex o la vinculación entre el fomento del automóvil y la baja en la calidad de vida en las ciudades. Y por el otro lado reconocer el fracaso de sus gobiernos locales donde dejan una estela de corrupción que no le pide nada a sus competidores en la clase política. Para muestra Mancera y su gestión en el DF que es en parte un fracaso propio y en parte un fracaso heredado de las administraciones anteriores. Así que la defensa del óde la mano del PRD está condenada a la complicidad con la misma cretinada corrupta del PRD, Morena y sus satélites. Y la defensa del petroleo fuera de esa iniciativa parece un tema que puede superarse si la sociedad se enfoca en las vías de autonomía tecnológica.

Las praácticas extractivistas de las economías de Latinoamerica le están dando una fuente de recursos constante a los gobiernos que las fomentan, esto se puede canalizar a gasto social. Pero también están contribuyendo a la destrucción ambiental y están estancando la tecnología y el desarrollo industrial endogeno. Mientras las demandas sociales sean tan ciegas como para pedir solo gasolinas baratas por una muy pobre vinculación entre estas y el desarrollo. La clase política de cualquier signo tendrá material para movilizar apoyos sociales a cualquier plan por muy nocivo que resulte. Lo que se puede construir no es el reciclaje del auge petrolero que sumió al mundo en el cambio climático, sino una economía del conocimiento con base en saberes de fuente abierta (open source), donde toda la sociedad actué en redes de colaboración con enfoque ecológico desde espacios con autonomía. Esa opción no pasa por el petroleo y tiene el potencial de ofrecer bienestar social permanente sin vincularlo al deterioro ambiental. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.



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