Serpientes y Escaleras
Salvador García Soto
Todo nos lleva a prever que el 2015 tampoco será un periodo de bonanza económica.
Decir que el 2014 que termina fue un “año de contrastes”, como afirma el Presidente, se queda corto. La sensación que nos deja este fin de año es que en los últimos meses vivimos, como país y como sociedad, situaciones tan extremas que pasamos de la cúspide de las promesas y esperanzas de las reformas, al vértigo de una caída estrepitosa hacia la realidad de la violencia, la impunidad y la injusticia. En la resaca de esta montaña rusa, con una economía estancada y descompuesta, nos queda la sensación de otro año perdido que concluye en la incertidumbre, mientras el 2015 no se avizora mejor.
El mismo Presidente pasó, en unos cuantos meses, de la euforia de haber logrado su reforma energética y los elogios y reconocimientos en el mundo, al gesto descompuesto de un gobernante cuestionado y exhibido en un conflicto de interés. Del saving México al “yo por qué tengo que pedir perdón”, Enrique Peña Nieto ya no es el mismo político con un futuro prometedor y brillante para su gobierno; es más bien un presidente golpeado y marcado por sucesos y cuestionamientos que lo perseguirán el resto de su sexenio y le harán cada vez más difícil cumplir el “proyecto de nación” que él mismo se trazó para “mover” al país a supuestos mejores niveles de desarrollo.
La muerte de 43 normalistas de Ayotzinapa y las insuficientes explicaciones a la mansión entregada por contratistas a su esposa son los dos hechos que le dieron un vuelco imprevisto a este 2014. Las protestas sociales, el descontento en las calles y las muestras de cansancio y hartazgo con la situación imperante, expresada con la violencia de algunas minorías radicales y el reclamo pacífico masivo contra gobernantes y políticos, obligaron no sólo a cambiar el discurso sino a replantear las prioridades en un país donde las inversiones difícilmente llegarán con una imagen cuestionada en el mundo y estados y territorios convulsionados por la violencia social.
Para colmo, a los desaciertos internos en la conducción, que ya habían afectado al crecimiento económico con una reforma fiscal dañina y recesiva y el peso víctima de una virtual devaluación con un dólar al alza, se sumó una guerra mundial por el precio del petróleo en la que Estados Unidos y su sobreproducción orilló al mundo árabe y a la OPEP a tirar el precio del crudo, provocando la caída de los ingresos para economías que, como la nuestra, siguen dependiendo en gran medida del petróleo. Todo eso nos llevó no sólo a sumar un año más con crecimiento insuficiente, sino a prever que el 2015 tampoco será un periodo de bonanza económica.
Nos acercamos así a un cierre de año bastante complicado y muy lejos de la paz y la tranquilidad propias de estas épocas. Estados como Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Chiapas, viven la ebullición y la amenaza de inestabilidad social y guerrillera. Otra parte del país se prepara para un próximo año de batallas electorales con el anuncio de candidatos a gobernadores y diputados, mientras que en casi todo el país la constante es la misma: la economía deprimida no mejora ni siquiera ante el espíritu consumista de las fiestas decembrinas.
Veremos pues cómo se despide este 2014. Y cómo terminamos de caer o de subir en este juego de la montaña rusa que nos dejó sensaciones encontradas y emociones extremas. Más de uno pide que ya detengan el tren, otros sabiamente no abandonan la esperanza y desean que el 2015 nos venga sin tantos altibajos. Pero una cosa es segura: seguiremos aquí, en este nuestro país, dando la pelea de cada día por salir adelante y apostar siempre por lo mejor de cada uno, trabajando cada quien en lo suyo para mantener viva la esperanza y evitar que nos gane la discordia y el desaliento.
Felicidad y salud para todos los lectores en esta época y siempre. Los dados se despiden de este año con Doble Escalera y buscarán recargarse de energía para volver a girar el 12 de enero del próximo año. ¡Hasta entonces!
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