La
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) fue
fundada el 17 de diciembre de 1979. De modo que ya cumplió 35 años de
existencia de lucha contra el charrismo o sindicalismo blanco o
patronal. Este dato es centralísimo: la CNTE nació para oponerse al
dominio del gobierno (entonces priista y hoy
priista-panista-perredista) sobre el Sindicato Nacional de Trabajadores
de la Educación (SNTE), la agrupación gremial de los maestros
mexicanos.
Si la CNTE fue creada para oponerse al control del
gobierno sobre el sindicato oficialista, qué tiene de extraño que ese
mismo gobierno vea a la CNTE como su enemigo. Y qué tiene de extraño,
en consecuencia, que ese gobierno utilice desde hace 35 años todos los
medios posibles para desacreditar, minar, socavar y destruir a su
adversario.
Entre esos medios pueden contarse la represión
directa, los intentos de cooptación de sus dirigentes y, muy
especialmente, el uso de muchos medios de comunicación, impresos y
electrónicos, para presentar a la CNTE como un insignificante
grupúsculo de vándalos que quieren cobrar un salario sin devengarlo.
Pero los 35 años de existencia y de combate contra el charrismo
sindical son prueba más que fehaciente de la falsedad de esas
afirmaciones, auténticas calumnias de corte guebeliano. Y son prueba,
igualmente, de los permanentes fracasos de la represión directa y de
los antiguos y repetidos esfuerzos del PRI, del PAN y del PRD por
cooptar a los dirigentes de la CNTE, a través del ofrecimiento de
dinero y de cargos públicos o legislativos. Y ahí está la CNTE viva y
libre. Y luchando y resistiendo.
Son tres, al menos, los
factores que explican la longevidad de esta agrupación, modelo de
democracia gremial. Primeramente, la justeza de su lucha contra esa muy
antigua lacra del movimiento obrero mundial que es el sindicalismo
blanco o patronal. ¿Quién puede estar a favor del sindicalismo
patronal? Pues sólo los patrones y sus vasallos.
Y he aquí el
segundo factor esencial de la longevidad y el vigor, incluso cada día
más grande, de la CNTE, como puede constatarse en su férrea oposición a
los actuales intentos privatizadores, por cuenta del gobierno
peñanietista, de la educación. Este segundo factor es la independencia.
A la CNTE no la domina ni la controla el gobierno. Ni la domina ni la
controla un partido político, por más de izquierda que éste quiera
autocalificarse. Ni la domina ni la controla alguna organización
patronal. Para entenderse con la CNTE hay que hablar con la CNTE, con
nadie más.
El tercer factor que explica la longevidad y el
poderío de la CNTE es la simpatía íntima que despierta entre cientos de
miles de trabajadores de la educación en todo el país, quienes, sin
afiliarse formalmente a la CNTE, y sin desafiliarse del sindicato
charro ni repudiarlo de modo público y expreso, ven que la CNTE
representa bien sus aspiraciones de libertad y democracia sindical, así
como de mejoría profesional y laboral o, al menos, de menor deterioro
de sus condiciones de trabajo. ¿Para qué, dirán esos cientos de miles
de maestros, arriesgarse a la represión laboral y a la satanización
social por ser miembros formales de la CNTE si desde afuera es posible
y rentable apoyarla? ¿O creerá el secretario de Educación, Emilio
Chuayffet, que la mayoría de los maestros, pertenezcan o no pertenezcan
a la CNTE, apoyan la contrarreforma educativa que los quiere dejar sin
empleo? Esa contrarreforma no tiene base. Es una auténtica tarea de
Sísifo. Aunque Chuayffet no lo entienda.
Blog del autor: miguelangelferrer-mentor.com. mx
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