Gösefall, Suecia.
Permítaseme distraerme un poco de la reflexión sobre el nuevo
mercado eléctrico en México para notar algunas características de la
energía y la electricidad en este hermoso país de poco menos de 10
millones de habitantes, en el que –por razones familiares– me encuentro.
De aquí son, por cierto, profesores admirados como el emérito
Ferdinand Banks (Uppsala) y Thomas Sterner (Göteburg), este último
viejo conocido en México por sus trabajos en el Colegio de México,
primero, y en una asesoría a la CFE, después.
Pues bien, aquí se considera –no sólo oficialmente, me explica Carl
McShane, estudiante del doctorado en economía de la Universidad de
Lund– un éxito el impulso de una política energética sustentable.
¿Cómo? Trazada con tres grandes objetivos, incluso formulados desde el
primer boom petrolero. Y es que a inicios de los años 70,
Suecia dependía en 73 por ciento de un petróleo. Que, además, no tenía.
Y no tiene. El petróleo está del otro lado de la península Escandinava.
En el mar del Norte. En Noruega, que todavía hoy cuenta con reservas
probadas del orden de 7 mil millones de barriles. Aunque ya con una
relación reservas-producción de sólo 10 años. Bueno, pues prácticamente
desde entonces, pero primordialmente desde el boom petrolero
–el de las altas facturas petroleras– para sus sistemas energético y
eléctrico, Suecia se propuso disponer de tres grandes instrumentos de
política energética sustentable:
1) tecnología de vanguardia;
2)
racionalidad en la explotación de su riqueza de recursos naturales;
3)
gran proporción de fuentes renovables.
Con cerca de 15 mil kilovatios
hora (kWh) por habitante al año (fuerza motriz, iluminación,
calentamiento de agua, cocción de alimentos, calefacción, entre otros
usos), Suecia tiene uno de los consumos de electricidad por habitante
más elevados del mundo (2 mil 300 kWh aproximadamente; en México, en la
misma medición internacional de la Agencia Internacional de Energía).
No obstante, por ley cuentan con auditores energéticos en todos y cada
uno de los 290 municipios del país, para garantizar un uso más
eficiente en las viviendas suecas. Un 39 por ciento de los casi 165
teravatios hora anuales (TWh) generados es de origen nuclear. Y otro 39
por ciento de origen hidráulico. Otras renovables representan cerca de
10 por ciento de la electricidad producida, fundamentalmente con
procesos de cogeneración que usan recursos naturales.
Sobresalen más de 2 mil aerogeneradores con una capacidad instalada
de poco más de 5 mil 500 megavatios (MW) que aportan 4 por ciento de su
oferta global de energía. El agua y el viento tienen una
complementariedad envidiable en un sistema con sólida red de
transmisión. E importan cerca de 8 por ciento de su consumo total. Sólo
uno por ciento de la electricidad proviene de combustibles fósiles.
Además, en su estructura primaria de energía, estos combustibles
fósiles representan 33 por ciento. Precisamente por ello, Suecia tiene
un índice de emisiones de CO2 de los más bajos de Europa, con cerca de
cinco toneladas al año por habitante, cuando el promedio es del orden
de ocho toneladas de CO2 por habitante al año. En Estados Unidos es de
19 toneladas de CO2 por habitante, también al año. En México, por
cierto, tenemos emisiones por habitante cercanas a las de Suecia, con
un consumo de electricidad de 15 por ciento del de los suecos. Vale
decir que durante varias décadas en Suecia se decretó una
moratorianuclear. Pero en junio de 2010 el Parlamento sueco decidió reabrir el programa, aunque sólo para remplazar –cuando sea el caso– a los 10 rectores actualmente en operación y solamente en el mismo sitio que se encuentran esos mismos reactores. Es importante recordar que en Suecia 53 por ciento de la superficie es ocupada por bosques (en el mundo el porcentaje es de 30 por ciento).
Acaso por ello la bioenergía
representa en Suecia 30 por ciento de la oferta total. Y 85 por ciento
de esa oferta proviene de una explotación rigurosa y sustentable
–aseguran– de sus recursos naturales. Sin embargo, reconocen rezagos en
celdas de combustibles, aunque tienen un programa que enfatiza el
desarrollo tecnológico de celdas de hidrógeno. Asimismo, un rezago en
el uso de energía solar, pues sólo han instalado cerca de 15 Megavatios
(MW) de celdas solares. Por eso desarrollan un programa para impulsar
su utilización. Similarmente tienen un fuerte programa para utilizar la
fuerza de las olas, primordialmente en su costa oeste, donde piensan es
viable su explotación técnica y económica en el mediano y largo plazos.
Un elemento que me sorprende en las explicaciones oficiales –con las
que primero he tenido contacto– es el de lo se denomina
mercado eléctrico de clase mundial. Sí, en inglés identificado como
world class power marketlas agencias oficiales suecas se refieren al gran éxito que han representado los dos principios en los que desde 1996 se ha guiado el mercado eléctrico sueco: libre elección de suministrador y homogeneización nacional de precios. Esos dos grandes principios (no concentrar el suministro y compartir pérdidas de una energía que primordialmente se produce en el norte y básicamente se consume en el sur) permiten que hoy en Suecia haya cerca de 133 compañías suministradoras de electricidad, pero sólo cuatro grandes regiones eléctricas con precios homogéneos.
Sí,
efectivamente, se trata de una interesante experiencia. Es un sistema
energético de consumo prácticamente estable en los últimos 30 años,
pues desde 1985 se consume prácticamente la misma energía primaria. Y
en ese mismo periodo el consumo de electricidad ha evolucionado a una
tasa media inferior a uno por ciento. De aquí que el mercado eléctrico
de clase mundial ha debido afrontar retos muy distinto a los que, sin
duda, enfrentará el mercado eléctrico de México, con tasas no
inferiores a 2 o 3 por ciento. Y requerimientos de capacidad con una
evolución similar. Ya veremos con mayor detalle la experiencia sueca en
el contexto del famoso Nordpool. Sin duda.
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