Carlos Bonfil
Bad love.
A cuatro años de haber sufrido un derrame cerebral que por un tiempo le
ocasionó hemiplegia (parálisis de mitad del cuerpo), la realizadora
francesa Catherine Breillat (Romance, 1999; Anatomía del infierno, 2004), relata en el libro Abus de faiblesse (Abuso de debilidad, 2009)
otra experiencia personal, también dramática, que casi le ocasiona la
ruina económica. Cuatro años después, traslada la experiencia a la
pantalla en Una relación perversa (Abus de faiblesse, 2013) apartándose del estricto recuento autobiográfico y con una soberbia Isabelle Huppert en el papel protagónico.
La cinta refiere la seducción que ejerce sobre la cineasta
minusválida Maud Sheinberg (Huppert), un estafador profesional, Vilko
Piran (el rapero Kool Shen), aprovechándose, cínicamente, de su
vulnerabilidad física y anímica. Para elaborar el guión, la directora
se atiene en lo esencial a lo que experimentó en carne propia: la
repetida estafa del hombre rudo y encantador (Christophe Rocancourt,
embaucador célebre) que elige como protagonista para un proyecto
fílmico (Bad love) y que la despoja de parte sustancial del
capital para la producción finalmente inconclusa. Breillat demandó
exitosamente al delincuente bajo la figura penal de abuso de debilidad
de personas discapacitadas (aplicable también al abuso sexual de
menores), pero ese proceso la nueva película lo pasa por alto, y se
concentra en la naturaleza ambigua y turbia de la relación que
sostienen, con complicidad evidente, los dos protagonistas.
Breillat
evita así la tentación del victimismo. Con frialdad y desparpajo,
Isabelle Huppert interpreta a Sheinberg, mujer calculadora e
inteligente que imagina poder explotar el lado animal de su actor
improvisado (como Breillat había capitalizado ya el carisma sexual del
actor porno Rocco Siffredi en Romance), pero el juego de
poder se complica y la directora pierde su apuesta intelectual y su
dinero. Una relación perversa compensa hoy aquel primer tropiezo en la
estrategia artística. La directora explora con agudeza característica
la dialéctica de amo y esclavo de una relación sentimental condenada de
antemano al fracaso. Excluye el expediente fácil de la atracción
sexual, también los chantajes del melodrama convencional e incluso la
demonización del estafador. Quedan de manifiesto una fanfarronería
viril próxima al ridículo y una perversidad de artista burlada en su
estrategia temeraria. Dos personajes perdedores, en suma. Con una
revancha tardía y contundente, sin embargo: la de Catherine Breillat,
quien, con lucidez y malicia, expone ahora su versión definitiva, casi
inapelable, del asunto. Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional
a las 12 y 18 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1
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